El nuevo single de Ne-Yo no supone ninguna ruptura traumática con el sonido, los motivos de estilo recurrentes (esa melodía tocada en la guitarra acústica) o las letras que uno puede esperar de este caballero. Normalmente su música me deja indiferente. No es por su interpretación, que sin ser espectacular ni demasiado singular es ajustada, emotiva y mucho más potable que las de otros artistas de R&B masculinos contemporáneos. No es por la producción porque antes de tener una carrera discográfica trabajo como songwriter para otros artistas y sabe (quizás demasiado) como presentar sus temas para que brillen en una producción espaciosa, moderadamente moderna, normalmente luminosa, encontrar la zona en la que las necesidades industriales se solapan con los elementos que pueden y suelen cautivar al público, usar todos los trucos y lugares comunes de modo que uno crea que es talento como signo de una personalidad propia. No son sus canciones, que en las voces de otros intérpretes ya se han mostrado soberbias y memorables. Puede ser que quizás trata de parecer demasiado agradable, que trata de presentarse y sabe como capturar tu atención pero nunca quiere parecer implicarse demasiado, hablando de temas menores, cosas pequeñas, situaciones cotidianas en un lenguaje escasamente rebuscado, como reacción a su destreza para crear tema y evitar la sombra de la arrogancia y la pedantería.

Si sus canciones están llenas de la inquietud, desorientación e incertidumbre que las emociones y relaciones humanas en toda su fragilidad proyectan en un mundo en las que estas son imprescindibles para garantizar la validez y certeza del cada vez más sofisticado, de diseño, caro y consumista estilo de vida que llevamos (o deseamos llevar), podemos admitir que estas se pueden mostrar con mayor precisión y claridad en su exposición. Como él mismo hace en este “Closer”, posiblemente una de las canciones del año, el nacimiento del deseo por poseer a otra persona, el miedo y el éxtasis a entregarse sabiendo que como Sísifo el destino nunca se alcanza, sólo existe el viaje del que uno no puede escapar.

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