La eternidad y el momento

Muto Ayami, la que fuera front girl del grupo Sakura Gakuin, publica el próximo mes su muy anticipado álbum de debut. Su propuesta tiene al menos la capacidad de fascinar por la aparente unión de contrastes. Tras un periodo de silencio, Ayami reapareció con una serie de conciertos y un par de EPs, titulados genéricamente “DNA 1980”. La historia, según la cuenta la promoción, es que dedicó un largo periodo de tiempo a escuchar la música de la que provenía, para descubrir que la música que realmente la conmovía era la de las cantantes idol de los 80. Primer detalle: ella no había nacido cuando esos discos se habían publicado.

Según cuenta la hoja promocional:


“For the 9 month recording session, they had engineers that were experts at 80's music, people from the music industry that represented musicians from their 20's to their 60's, producers, arrangers, and many other people to create that specific 80's tone and sound. As the 16 year old Ayami worked with different types of people in the music industry, she began to have a better sense of music”. Quizá en este punto sería conveniente leer la parte dedicada a Amy Winehouse en este artículo de Mark Fisher.

Tras esa gira de conciertos, se anuncia su disco. Y ayer, se publica el video promocional:


Según declaraciones del estilista: “In this era of chaos and confusión, Ayami Muto is trying to open up a path for new genre. In this trailer I have depicted her as a modern Joan of Arc, a girl on her own swooping down into the world from the skies”.

Imágenes a caballo entre lo publicitario y la moda, edificios flotantes escapados de algún anime futurista, phantom rides sobre entornos urbanos o CGI, buscando la sensación de vuelo o degenerando en efímeras y pulsantes composiciones caleidoscópicas. Aunque en declaraciones promocionales la cantante apunta a un ejercicio de mixtura donde lo importante es el balance entre lo nuevo y lo viejo, que es algo que en principio suena bien pero le encuentras cada vez más peros cuando piensas qué efectos, cuál control, quién lo ejerce, basado en qué méritos y demás. Puede que sólo se trate de un tuneado urbano, trasladar los rasgos diferenciales a un entorno contemporáneo, lentejuelas transformadas en plumas. Pero las intenciones u objetivos de la cantante (o de su compañía discográfica) ya se desvelarán con el tiempo, ahora interesa desentramar la cadena de sensaciones que me provoca. Si las historias, aunque narradas de forma grosera, son una forma de modelar la realidad para poder aprehenderla, contemos el siguiente cuento sin pretender ser una verdad última, sólo un patrón para encajar los distintos cabos.

En su artículo “Cell Block, Egospheres, Self-Container”, Peter Sloterdijk narra de forma muy compacta (no necesita una trilogía de tochos) la idea del apartamento como célula, una burbuja donde el individuo puede aislarse del resto de la sociedad para dedicarse, mediante distintas tecnologías (espejo, acceso al mundo a través del proceso de selección de los distintos medios de comunicación, escritura como desarrollo del monólogo interior, etc.) a cultivar aquella persona que se quiere ser.

“Just as Soviet modernism was condensed into the myth of the communal apartment, which was to be the press that would mint a New Man fit for the collective, so too does Western modernism gather itself under the myth of the apartment, where the liberated individual, who has been made flexible by flows of capital, devotes himself to the cultivation of his relationship to himself”. 

De forma curiosa, Sloterdijk casi termina su artículo refiriéndose a la cultura otaku (entendida como una cultura del conocimiento realizada para superar las propias carencias). De modo que hagamos una transición menos estrafalaria de lo que parece y saltemos al libro de Hiroki Azuma “Otaku: Japan’s Database Animals” (que referencia a Sloterdijk).

Simplificando de manera gruesa el argumento (pero estamos contando cuentos, no hay necesidad de perder la vida haciendo ejercicios de translación entre disciplinas), las formas que adaptan la cultura popular de la que se alimentan los otakus, reflejan el momento histórico del paso de la modernidad (grandes narrativas) a la post-modernidad (pequeñas narrativas), o puesto en otros términos, de las sagas que suceden dentro de un universo o mundo pasamos a la época de los personajes cuya figura se licencia (o se adapta en el caso de las ficciones hechas por fans) en juguetes, novelas, videojuegos, anuncios y demás (donde un nódulo no necesitar tener conexión con el resto de productos).

 Sloterdijk menciona en su artículo como lo postmoderno, en el caso de los apartamentos, llega cuando las necesidades de aislamiento y soporte de los usuarios desbaratan los proyectos utópicos de convivencia. Sólo espumas constituidas por burbujas de gente cultivando su relación consigo misma.

 Azuma incluye estos dos gráficos en su libro para explicar las diferencias:



Y si quieren, pueden imaginar la transformación en lo temático, desde las historias de ciencia ficción donde la tecnología (naves espaciales, grandes robots tripulados) es el medio para alcanzar fines, a aquellas historias donde el protagonista podría salvar el mundo (si antes consigue arreglar su vida).

Por acabar de desbarrar, nos gustaría incluir ese resbaladizo concepto que sirve para todo llamado afecto. El futuro (como Historia o proyecto) se vuelve obsoleto sin soporte y en su lugar aparecen pequeñas aceleraciones, proyecciones, anticipaciones, inquietudes. La promesa de la estabilidad, la emancipación de la interrupción, lo atemporal como promesa que resuelve las inconsistencias, emoción como plenitud. Y por terminar esta especie de delirio, esa emoción atemporal como objetivo estético que describía Fisher, ese objeto que ha roto todos los amarres con las condiciones políticas, sociales o económicas, cincelado a cada paso en la estética de esta canción-videoclip: melodías vocales clásicas como fragmentos conectados a través de timbres inesperados, crescendos, difuminados, ecos, progresiones rítmicas y bombeantes líneas de bajo, como un paseo sin miedo tratando de atrapar el sol.

Después caes en la cuenta de que el MV está lleno de burbujas, “esferas” y piensas: ni en broma uso esto.

Tres canciones estupendas acompañadas por tres comentarios anecdóticos


Retrotrae a los primeros singles de Cassie, no sólo por la interpretación vocal, pero hay algo que se pierde por el camino. Esto es una estética trabajada de forma metódica, una forma de presentación que representa aquello que quieres ser para los demás. Algo cerrado, concluso.

 En Cassie no había ese tipo de libertad, el producto acabado era un acuerdo entre distintas partes para satisfacer sus respectivos intereses. Una suerte de alteridad, búsqueda de la aprobación de ejecutivos y creativos a la vez que encontrar sitio en los canales comerciales del momento y la respuesta por parte del público. Hay una connotación diferente en lo que sugieren aquellos singles sobre su propia evolución como artista, una fragilidad sobre cuál será su devenir, que aquí es ejecución meticulosa. Lo que no necesariamente debe ser bueno o malo.

 

Este año decidí prestar más atención al carnaval de Trinidad y Tobago. Descargué mixes con ingentes cantidades de canciones lanzadas para la ocasión (uno de ellos con 150, todavía más extensos se pueden encontrar en YouTube), escuché la radio, miré los listados de participantes en el concurso, comprobé la reacción en número de visitas en YT de las distintas canciones, etc.

Objetivamente, podría haberlo hecho mejor. Si me preguntan cuáles son las canciones que mejor sintetizan ese evento este año, mi gesto será el de encogerme de hombros. Hay un sinfín de canciones que según el estado de ánimo, el lugar y la compañía cobran todo el sentido del mundo y resultan imparables. Pero para escuchar fuera de contexto…

Quizá sería esta canción, la que sonaba a todas horas antes de que esa inmensa avalancha de canciones se fuera decantando por parte del público, las emisoras, las fiestas, la memoria. Gracioso porque era una canción que circulaba al menos desde verano del año pasado.

 

Garlin tiene otras grandes canciones lanzadas para el carnaval (que salvo la última enlazada) serán publicadas en un EP por VP Records. Como todo esto parece palabrería, otras tres canciones (la última muy NSFW):


Los dos momentos más desconcertantes de esta canción proceden de la letra: el primero es la selección musical que están escuchando (el carácter de antítesis que podían tener en aquel momento) y el segundo la personalización que se hace de la voluntad de los músicos a través de las canciones (sobre todo cuando uno podría resumir toda la carrera de ese grupo como tratar de enterrar ese disco).

En cierto modo, escribiendo esta entrada para aceptar lo desconectado que estoy de la actualidad. La excusa es esta memorable (o al menos pegadiza) canción de Alkaline:

   

Alkaline ha llamado la atención también por esta canción:

   



Con el consiguiente ladrido de los perritos de la ideología dominante (tanto nivel usuario como artista) denunciando su “homosexualidad”.

 Por defecto, uno busca patrones, figuras que conecten distintos materiales. En “Clampdown: Pop-Cultural Wars on Class and Gender”, el modelo aplicado era el de que “todos” formábamos parte de una sociedad basada en la meritocracia. Esta fantasía que ignora con habilidad los diferentes puntos de partida, perfila una cierto discurso “moral” generalizado que trata de castigar a los “tramposos”. Algunas de las manifestaciones de esos tramposos, suelen ser en el terreno cultural, aquellos que “no tienen clase” (o modales), y en el económico, aquellos de “viven de nuestros impuestos”.

 En “Manifiesto del nuevo realismo” el argumento parte de uno de los puntos conocidos de lo postmoderno: la crítica de ciertas verdades “universales” genera una multiplicidad de puntos de vista donde todo parece dar igual. El matiz se encuentra en como esta crítica que se supone parte de la “izquierda” es instrumentalizada y usada por la “derecha” para su beneficio (el análisis parte de la realidad política y mediática italiana de las últimas décadas).

De modo, que este continuo participar de los artistas en el juego de las “declaraciones” y la continua necesidad de estar posicionados (es decir, haciendo “declaraciones”) respecto a estos referentes para sentirte integrado dentro de la esfera en la que dices participar (cultural, política, etc.), es algo que debería resultar más merecedor de reflexión.

Conductor de primera


De no producirse retrasos, este volumen se publicará el mes que viene. Algunas trayectorias y temas que ahora parecen converger en este término me han acompañado al menos durante la última década en distintas historias, escenas, lecturas, a veces solapándose, otras escapando en tangentes, como ruido de fondo o en inmersión activa. CCRU, Kodwo Eshun, Kode9, realismo especulativo, etc.

Vista la recepción-demolición que el manifiesto padeció el año pasado, supongo, este libro (paradójicamente) osificará el concepto tanto para detractores como nuevos partidarios. También este trabajo de recopilación puede servir para pensar, que pasada la actividad (provechosa o no) que genere, sería conveniente ponerse a buscar cosas nuevas.

  Coincide casi en el tiempo con la publicación del nuevo disco de Florian Hecker, la segunda de su trilogía de colaboraciones con Reza Negarestani. Los libretos de las tres piezas están disponibles de un modo u otro, y si se quiere, se puede entrever en ellos la transición que el propio filósofo ha estado experimentando. La llegada de lo que la gente llama su período “racionalista”, que si no demasiado diferente en temática con su periodo anterior, si lo es en cuanto a tono (según los rumores la razón por la que su segundo libro anunciado desde hace años y muy asentado en aquel período, nunca termina de materializarse). De las quimeras, interpolaciones entre distintas especies animales que surgen de los gradientes de la degradación de la materia, a una conferencia de Willfrid Sellars (1, 2).

Su actual posición se puede encontrar explicada con claridad meridiana (y todavía con tiempo para lanzar pullas a los “enemigos”, no sólo el “marxismo kitsch” sino también la filosofía orientada a los objetos o gente como Bruno Latour) en estos dos artículos (1, 2) de reciente publicación y que nos llevan de vuelta al libro del que parte esta entrada.