Mark Stewart ha sido uno de los afortunados en escuchar el nuevo disco de Porstishead y ha puesto en negro sobre blanco sus impresiones para la revista alemana Spex. Es un artículo lleno de detalles técnicos y sugerencias de sonidos e ideas y efectivamente hace que uno tenga ganas de escuchar el disco, aunque la idea de más ruidoso como forma de romper con su sonido conocido creo que nos recuerda demasiadas historias. En cualquier caso habla de la técnica del crate digging como uno de los motores del cambio de sonido en este disco. Es decir, buscar fragmentos de música en otros discos sobre los que ensamblar tu sonido. Hay dos tipos de sonidos que se pueden usar: los breaks y los grooves. Un break es un bucle de percusión. Un groove incluye todo un desarrollo instrumental y se puede usar de maneras mucho más imaginativas (por citar el sonido Bristol, Tricky solía usar la estrategia de cortar un sample largo en dos partes (ahora mismo recuerdo uno con una línea de guitarra), creando tensión con la primera parte y creando emoción, o liberando la tensión, llevando hasta el final). Los primeros ya están casi desterrados en el hip-hop comercial y los segundos van desde lo anecdótico y lo decorativo a lo narrativo y lo creativo (sic). No es una técnica que me llamase mucho la atención en el pasado (los sintetizadores y las cajas de ritmos eran mucho más intuitivos y sencillos de usar que hacer algo moderadamente interesante sampleando un sonido (por el hecho de que has de tener una idea de que estas buscando y para que, mientras que con lo otro puedes hacer el cafre, improvisar cosas y perder el tiempo de forma mucho más ostentosa)) y creo que además siempre desprecié el hecho de la compra, los precios, la cultura (no tanto por la acción en si sino por su elitismo flagrante y su completa impermeabilidad). No deja de ser curioso que cuando el hip-hop decidió tomar otras direcciones, el hip-hop abstracto (en su mayoría desarrollado por chicos blancos con sensibilidades próximas a lo indie) la adoptaran de lleno. O ese mismo hip hop indie tan soporífero la mayoría de las ocasiones hasta llegar a Jay Dilla y de ahí a gente tan distinta como Rustie, Flying Lotus, Hudson Mohawke o El Guincho.


En cualquier caso, tras ver este documental sobre el colectivo DITC (Diggin In The Crates), me quede completamente fascinado con el sonido de la cultura o el desecho, como fondo completamente deformado, inestable y frenético como el lugar sobre el que hacer descansar las rimas. Además indagando un poco uno se encuentra con las historias de series (tan costrosas e ilegales como baratas de comprar para los principiantes) como “Dusty Fingers”, “Diggin’”, “Strictly Breaks” o la madre del cordero (o al menos de todas las anteriores y de gran parte de los sonidos más reconocibles del primer hip hop) “Ultimate Breaks & Beats” y surge la fascinación por el simple hecho de estar escuchando la música desde una perspectiva completamente alejada a la que uno considera como propia. Y además, aunque no sirva para nada más uno puede ir creando cadenas de influencia y ver como las arquitecturas de sonidos van cambiando, como se desarrollan las técnicas expresivas, etc. Por ejemplo, de los anteriores (una de las páginas por recuperar del hip hop a nivel general), podemos saltar a un productor como Just Blaze y tomar por ejemplo este tema tan misógino de Jay Z


El propio Jay Dilla (como sonido contemporaneo más que como influencia)


Y de allí a ya saben que fan de Louis Vuitton y de repente encuadrarlo en un contexto y en una tradición. Lo cual no lo hace ni mejor ni peor, pero enriquece y expande la perspectiva sobre su trabajo. La cantidad de libros de hip hop que tengo que comprar. En fin, por volver al disco de Portishead, muy curioso también lo de querer recuperar la música de los coros de barbería. O la historia sobre pintar las etiquetas de los discos para que los sound systems rivales no pudieran quitarles sus armas, aparte de historias conocidas que pasaban en Jamaica, me recordó aquello de los guitarristas de flamenco de hace varias décadas que tocaban con la guitarra de modo que los guitarristas rivales no pudieran ver los acordes que tocaban. Que gracioso, va a ser el primer disco de Portishead que escuche.

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