Gnarls Barkley, nombrados en algunos titulares años atrás casi como el futuro de la música negra, parecen estar más pendientes en su nuevo single de comprobar si ellos tienen uno propio que arrojar luces, crear formas nuevas o hacer progresar el género más allá de un reciclaje ya conocido colorido y efectista de clichés sonoros pasados como guiños a un público que supuestamente conoce la tradición. Y contemplar como un gran escritor (e intérprete) de canciones se entretiene con estos “juegos”.

En la historia del videoclip ha también cierta burla sobre lo ridículas que resultan las modas vistas con la perspectiva del tiempo y como el grupo presenta su propia visión retro, estilizada, de diseño, como opción, digamos, atemporal. Pero creo que esto es una apreciación distorsionada. El arte que es eterno, cuyo mensaje sigue siendo válido con el paso de las generaciones lo hace trascendiendo un marco temporal concreto del que es fruto y en el que se encuentra embebido, no ignorándolo. Quizás hay mucha música que nadie recordará en dos años pero para saber cual es cual hay que esperar el paso del tiempo para tratar de comprobar objetivamente algo que es cuestión subjetiva (¿de verdad no tienen canciones que ustedes consideran fundamentales de hace una década y que nadie recuerda?) y eso desde luego una forma ridícula de escuchar la música.

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