Como el sr. Conte está hablando de Broadcast en su blog aprovechemos para hacer esta entrada. Hay un aspecto de la fantología (o hauntology) como prefieran que nunca me quedó demasiado claro. Advierto que esta entrada va a ser algo rara y se irá construyendo sobre la marcha, añadiendo ejemplos que ustedes sugieran, apreciaciones personales o cualquier cosa que crean útil para llegar a algún puerto.
La gente de Ghost Box, tiene mucha querencia por unir en sus lanzamientos el mundo del ocultismo con el de la propaganda y todo tipo de materiales educacionales (guías de turismo, videos para la escuela, discos usados para albergar un discurso, etc.). El aspecto educacional tiene otras implicaciones (en el caso británico, un discurso socialista, una supuesta bondad del estado que cuida y permite crecer como personas a sus ciudadanos mediante el uso de las instituciones, una cierta esperanza en el futuro de lo que se podría conseguir a partir de estas premisas, etc.) y condicionantes históricos (el declive del imperio británico si quieren, el momento económico que vivió ese país durante los 70 y que llevó a los gobiernos tories de los 80, la sombra proyectada en todas partes de la Guerra Fría y el miedo a la bomba atómica). El aspecto que me intriga es que mucha de la gente que habló en primer lugar de este tema, lo hacen desde la generación que creció en ella, así que la percepción que uno tenía de niño, lo que asimilaba pero no llegaba a comprender, lo que se atrevía a imaginar o lo que le horrorizaba sin saber el motivo, el encontrarse con un mundo que uno sabía era más grande de lo que pensaba y se encontraba a diario pero sin saber que formas podía tomar este, es importante en la respuesta emocional que tienen frente a este tipo de propuestas.
Supongo que es importante diferenciar esto de dos tendencias distintas aunque conectadas en puntos: la nostalgia por la infancia y el retro-futurismo. El periódico ABC tiene esta promoción donde uno puede comprar facsímiles de los libres de la escuela de hace varias décadas. Más allá de lo estúpido que resulte el querer aferrarse a los recuerdos, o el sentirse falsamente seguro en un mundo que no le ofrece riesgo alguno o lo directamente ofendidos que podamos estar por quien estaba en el poder y lo que puedan aportar en forma de prejuicios esos libros, hay algo que digamos tiene “resonancia”. Uno crece dentro de una cultura y un momento histórico determinado y su enfrentamiento o vivencia dentro de estos es lo que nos va marcando como personas. El encontrarnos con algunos de estos objetos genera una sensación de “pertenencia” o de profundo reencuentro personal, una percepción, en retrospectiva, de que estos objetos son lo que de pequeños aspirábamos a ser, que decían más sobre nosotros de lo que nosotros realmente sabíamos sobre nuestra vida y en fin, que la persecución de este impulso es el que nos ha guiado por la vida. Dicen que uno es tres personas, quien creer que es, quien desearía ser y quien la gente cree ver. Una de las virtudes del arte es conseguir que durante un momento de tiempo, dejemos de vivir en esa disociación continua y lograr un momento de encuentro, de profunda paz interior, de emoción por estar vivo. Ese es el aspecto interesante. Obviamente uno es mucho más consciente de lo que dice sobre esto y mientras crece va seleccionando esta serie de impulsos, de recuerdos y situaciones que refuerzan la visión del mundo cualesquiera que sea que uno tiene respecto a este. Yo me emocioné con mucho tipo de músicas de pequeño, pero cuando viví mi época indie “recordé” el impacto que me había supuesto la música de los Beach Boys o de Leonard Cohen, algo que me venía muy bien para autentificarme con mis gustos de ese momento. Ahora me interesan otras cosas y de repente recuerdo otras cosas. Tampoco creo que resulte especialmente interesante el proceso de “obsesión” con el tema, ni el concepto de autenticidad ni de “aura” de los objetos (ir a un salón del comic en edición original (española) por más de 600 € mientras en otros estantes está la reedición fiel al original (la historia de cómo remontaban los comics da para una colección de libros) por 40-60€ el ejemplar, en cuatro tomos de toda la obra, es un ejemplo, que trata de evitar el ejemplo de los muebles y la construcción artesana).
El retro-futurismo, por lo menos lo que vivimos en la música pop, es una obsesión por la estética de una época “esperanzada” que creía en la capacidad del hombre para trascender sus propias limitaciones mediante el uso de la ciencia como fuerza de progreso. Es decir, ordenadores gigantescos con cintas girando, y montones de botones de colores parpadeando en un vídeo de la NASA. Diseños de coches voladores, discos de sintetizadores que prometen descubrir nuevas dimensiones del sonido y de la consciencia. Esta tendencia no creo que sea muy sana y tiene un cierto matiz de ironía al respecto. El gran computador era un trasto inútil que no hacía más que una calculadora de bolsillo ahora mismo, todo estaba marcado por la ingenuidad y todos aquellos excesos discursivos y conceptuales no tenían base alguna y eran simple mentiras. Y si no creen que es así, admitan que al menos la tendencia musical es bastante ambigua al respecto. La obsesión de la fantología es en la dirección contraria: mundos que podían haber sido y no han llegado serlo, pero que de algún modo aún pueden ser, es decir, una búsqueda del cambio desde la experiencia.
Y bueno, vale, eso es lo que tengo claro. Creo que la fantología como se aplica en el mundo anglosajón es algo que puede tener ciertos puntos de conexión con lo que pudimos vivir nosotros como niños aquí en España pero en otros no ser más diferentes (digamos que aquí tenemos otros fantasmas, con mucha casta, fuerza y genuinamente aterradores desde nuestra perspectiva). En fin, a poner cosas:
Simon Reynolds publicó un artículo en The Wire titulado “Haunted Audio” (que todavía no he leído) y citaba esta película educacional en concreto. Lo interesante es el aspecto aterrador, lo perturbador, la crueldad de las acciones contra los niños de alguien que se supone debería cuidarte.
En su extension al citado artículo publicada en su blog, Jim Jupp menciona lo siguiente:
“The first series of Pogle's Wood (I'm too young to remember it alas) was pulled by the BBC because it was too damned scary. He was very disappointed to have to turn it into more of a fairies at the bottom of the garden story, rather than something where cannibalistic witches dematerialised from dusty tree trunks and weird plant spirits moved around in murky woodscapes. I mention this because Oliver Postgate is such an important touchstone for Ghost Box…. For instance I love to use the sounds of oboes, clarinets and flutes either sampled or from the virtual Mellotron (a computer simulation of the tape based keyboard much loved by prog rockers) because they create a musty, sepia tone feeling like the atmosphere inside Bagpuss's shop when Emily has gone home.”
Este es el mencionado episodio de la bruja.
La serie fue creada por Oliver Postgate en su estudio Smallfilms. Este es un documental de la BBC sobre dicho estudio (3 partes en youtube):
Oliver Postgate creó varias series más en sus estudios. Esta es una
Por volver a la cita, la música de estas tres series corresponde a personas distintas. Las dos primeras a Vernon Elliott y la tercera a otra gente, con la curiosidad de que algunas de esas melodías que cantan provienen de la edad media. En fin, amplio esto y lo detallo después.
2 comentarios:
Muy bien la entrada, y sobre todo el planteamiento; ¿podemos hablar de fantología en España? Hace un tiempo me planteé esa cuestión, e intenté buscar ejemplos de cosas hechas por aquí que se correspondiesen "más o menos" con estas ideas. Pensé en "Arrebato", que probablemente sea el caso más claro. También en la portada del primer disco de Penelope Trip (diseñada por un amigo mío, por cierto, a ver si le pregunto por ella la próxima vez que le vea). Pero es cierto que las diferencias son mayores que las cosas en común. Lo cual me llevó a preguntarme si en España hemos tenido ese momento de optimismo científico-socialista que tuvieron los ingleses en la postguerra. ¿Será nuestra transición nuestro equivalente? Pues no estoy nada convencido de ello, pero ahora no sabría exponerlo bien, tengo que darle más vueltas al asunto.
Buen ovillo el que has decidido desenredar ;-)
¡Ah! El artículo de Simon Reynolds te lo envio al correo durante esta semana.
Perdón por el retraso, esta semana voy a estar liadísimo.
Yo pensé en "Canciones para después de una guerra" y "El espíritu de la colmena", pero el problema es que debería estar mirando obras actuales y no digamos "concomitancias" con el tipo de temáticas/soluciones formales/estilo de lo fantológico.
Lo que mencionas de "Penelope Trip" si está más cerca... pero una de las dudas que tengo es si ese planteamiento es realmente válido o una serie de cosas distintas superpuestas. En fin, una entrada con demasiado detalle en el que entrar.
Publicar un comentario