Lil Mama Chris Brown t-pain - Shawty Get Loose
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El nuevo single de Lil’Mama “Shawty Get Loose” no te gusta cuando lo escuchas por primera vez. Tiene esa melodía de sintetizador que a uno le da pereza escuchar, aparece Chris Brown que nunca me ha hecho tilín, aparece T-Pain para ver se la canción es un éxito. El video es algo cutre y es un homenaje a un famoso videoclip de Michael Jackson con su hermana Janet (que además es mencionada en la letra). O esas son las sensaciones que tengo desde donde estoy sentado. Si me pongo en pie y retiro la silla las cosas son distintas. Comienzo moviendo las piernas siguiendo el ritmo de la base. Hay más sonidos de percusión, golpes de caja y platillo que recuerdan al equipamiento de los drum lines. En vez de dejar el otro ritmo superpongo este. Hago en vez de air guitar, air drumming y ahora mismo estoy moviendo mis piernas y mis antebrazos, al unísono cada uno en su propio ciclo. Y entonces cada una de las tres voces y la mentada línea de sinte se me aparecen como ritmos, cada uno de ellos con su flow y su rasgo distintivo en el andar, y entonces, como en la propia canción, sigo esos ritmos con mi cuerpo, con los hombros, con las caderas, con el cuello y la cabeza. Ya no recuerdo cuales eran las pegas.

14 comentarios:

Ana Saturno dijo...

¡Bien! Bienvenido al baile.

Creo (y enfatizo: creo) que es la primera vez que te leo algo relacionado con el movimiento al hablar de las canciones. Yo, sin embargo, creo que soy bastante pesada con ese tema, pero es que para mí suele ser algo fundamental. Y justo por lo que has explicado así de bien en esta entrada: canciones que en principio no me hubieran gustado se convierten en algo que no puedo dejar de escuchar si consiguen hacerme bailar.

Y me ha gustado bastante la canción, por cierto. El vídeo no mucho, para no variar. Igual es que soy demasiado exigente con ellos.

Saludos

anhh dijo...

Pensándolo, creo que tengo un poco disociadas las maneras de interpretar y de disfrutar de la música. De pequeño dibujaba bastante, comics en concreto, así que la proporción entre las partes, los detalles concretos, las texturas, los acabados, la distribución en el papel de las figuras, el seguimiento de la secuencia o la búsqueda de la perspectiva son instrumentos con los que uno ha aprendido a interpretar la realidad (si quería dibujar una mano en detalle, acababa siendo la mía, etc.). Cuando escucho música lo primero que me llama la atención es la sensación y la distribución de los sonidos en el espacio, lo brillante, mate o lo rasposo de los elementos, la composición y superposición de capas sonoras (hago mucho énfasis en la producción que es la re-presentación en el espacio de unos sonidos que no se han producido de esa forma), etc. Y eso lo hago de forma natural y aunque disfruto de la música de esta manera, no es necesariamente la única. Supongo que hay otros enfoques que igualmente se basan en otras artes. Está muy extendida la idea de interpretar la música como literatura, y así te encuentras que alguien ignore montones de elementos porque le parecen accesorios y que se concentren en los elementos transcendentes (no importa la tipografía ni la portada sino lo que significan las palabras) o que considere superior un tipo de relación de su persona con esta (la escucha solitaria o en un concierto es una reproducción de la comunicación única, directa y personal que uno tiene con un libro, o con la escucha de la lectura por parte de alguien de un libro). Loquillo comentaba en algún sitio que el no podía aguantar bailar en una discoteca porque sentía que se convertía en masa, que se despersonalizaba mientras se sentía partícipe y libre en un concierto de rock, porque allí podía ser él mismo y no dejarse llevar por la corriente. Obviamente eso es una mentira (algunos conciertos son las peores reuniones de borregos que recuerdo) pero si te fijas cuando los grupos de rock se acercan a la música de baile, pretenden llevar su “personalidad” al fondo anónimo que representa la música. Creo que un acercamiento textual puede ser interesante y dar grandes resultados, pero normalmente la crítica de rock se conforma con enfatizar las letras y tomar como mejores aquellos discos que funcionan mejor dentro del contexto en el que ellos mismos se sitúan (decenas y decenas de discos de letras musicadas son la mejor música del año que aparece en las listas).

Desde hace unos años, cuando abjuré del indie y vendí mi alma al diablo del mainstream : D, me gusta por ejemplo descargar videoclips y dejarlos en bucle reproduciéndose, pasar del plano visual al sonoro, ver las coreografías, mirar como se mueven los actores, etc. A veces te encuentras con movimientos que simplemente condensan lo que quieres hacer en ese momento y de repente cuando bailas sientes la necesidad de hacerlos y esa es una manera de relacionarse y reconocerse con la (ceremonia de la) música. Tampoco hace necesariamente falta una coreografía, pero es más fácil interpretar algunas relaciones complejas o conceptos difíciles de la música que en un proceso que simplemente incluya la escucha pasiva. Imitar a uno de los músicos tocando mientras suena una canción es una manera de darle un significado a la secuencia de sonidos, convertir un caos de sensaciones en distintas fuentes producidas por unos músicos tocando. Hay compositores de música contemporánea que están encantados con la recepción que tiene su música cuando se usa en un espectáculo de danza con la que tiene cuando se trata de un concierto, en la que el público cree que está siendo engañado o algo por el estilo. O el simple hecho de burlarse de algunos sonidos de una canción y reírse con los amigos convierte el objeto de mofa en un punto de encuentro. Hay muchas piezas de arte sonoro que varían según la posición en la que se encuentre uno escuchando. Además bailar es una manera de interactuar socialmente y de mostrar como uno se siente partícipe de una comunidad y sus valores.
http://youtube.com/watch?v=PRKKbnnhdrA
http://youtube.com/watch?v=E3-vsKwQ0Cg

Bueno, en fin, que sí, bailo y disfruto de mucha música primero con el cuerpo y después admirándola gracias al recuerdo de las sensaciones del cuerpo, aunque normalmente no suele quedar representado al final en las explicaciones que doy de ello (normalmente me parezco conformar con tratar de aprehender los elementos que la componen y como funcionan que en transmitir cuales son las sensaciones que este proceso me produce). Supongo que cambiar eso es otra de las razones por las que escribo.

Ana Saturno dijo...

Es curioso pensar en la distinta percepción que se puede llegar a tener de la música, en general, dependiendo de la historia personal de cada uno. Perdona si digo cosas muy obvias, pero yo nunca me he parado a analizar estas cosas hasta ahora, quizá porque tengo asumida mi relación con la música forma muy particular. Yo simplemente escucho y espero a ver qué siento. Tedio, emoción, tristeza, euforia, melanconlía... Si una canción me produce aburrimiento, la desecho de inmediato. Si me parece demasiado estridente, también. Si me produce una sensación que me gusta, y ahí incluyo cosas tan dispares como un movimiento de caderas o la nostalgia de algún momento pasado, perdurará entre mis escuchas habituales.

Algo similar me pasaba con los cuadros. La pintura clásica me aburre bastante (en general y con muchas excepciones), aunque sé que esto es una herejía, pero es lo que hay. Con la pintura contemporánea empecé aprendiendo a sentir los cuadros. Los colores, las formas y los trazos o me provocaban alguna sensación o me dejaban indiferente, y entonces no me gustaban. Muchas veces la sensación era desagradable, pero aún así el cuadro me convencía: era capaz de sacar algo de mí. Sólo al cabo de muchos años, y una vez que tenía este proceso completamente asimilado, he empezado a ver las obras de arte poniéndolas en un contexto determinado y añadiendo un significado extra a mi forma de contemplarla. Digamos que he aprendido a buscar y valorar el mensaje además de las sensaciones primarias.

Con la música quizá me pase algo parecido, y ahora enlazo con la segunda parte de lo que quiero decir. Me ha parecido muy interesante lo que dices de que dibujabas cómics. En el tiempo que llevo leyendo tu blog, siempre te he visto diseccionar mucho la música que escuchas, pero no sólo como piezas aisladas, que también, sino dentro de un determinado contexto que la mayor parte de las veces yo desconozco (o ignoro conscientemente). Es posible que eso tenga algo que ver, o al menos le veo sentido a que sea así. Supongo que en un cómic cuenta mucho la coherencia de cada pequeña parte con el conjunto, así que me parece lógico que tu forma de ver la música pueda ser similar.

Yo soy escritora. Más por vocación y por mi forma de mirar el mundo que por experiencia, pero en ello estoy. Es eso que intento hacer cuando no estoy trabajando. Y antes de escritora, claro, fui una lectora muy voraz. Así que habitualmente transito por el mundo buscando historias. No es que esté todo el rato a la caza y captura de algo que contar (más bien me pasa al revés, se me acumulan las ideas que no desarollo), sino que las cosas que veo y oigo durante el día siempre las evalúo como una historia en potencia. Cualquier cosa, lo que sea, como si es ir a la tienda a comprar pan, mi cerebro lo procesa para ver si hay algo que contar. Y lo que busco siempre es algo muy general, un hilo argumental. Sólo cuando he decidido el esqueleto de la historia me concentro en la visión con microscopio y empiezo a desarrollar mentalmente un párrafo tras otro.

Y hasta que he leído tu comentario nunca había pensado que mi relación con otras cosas, como la música, puede deberse a eso, pero tiene bastante sentido. Supongo que ahora, que estoy en pleno proceso de lucha contra un bloqueo de bastante tiempo, esto es algo de lo que debería alegrarme, porque lo que quiere decir es que quizá sea mucho más escritora de lo que pienso. En fin, esto ya son desvaríos personales.

Vuelvo a la música. Durante mucho tiempo, mi falta de interés por los detalles técnicos del proceso de creación de las canciones lo he achacado a una cuestión de ignorancia. He estado rodeada durante bastantes años por gente que sabía mucho de música, sobre todo de música que yo no solía escuchar o de la que no sabía mucho. Entonces empecé a pensar que yo no tenía mucha idea. Y aún lo pienso. Me limito al ejercicio de "esto me gusta y esto no", y por ahora mi mayor logro ha sido no tener prejuicios antes de evaluar cualquier cosa que escucho. Lo que no había pensado hasta ahora es que quizá este proceso es consustancial a mi forma de ser, porque es cierto que luego, una vez que me pongo a escuchar una canción más de una vez, si empiezo a concentrarme en los detalles más pequeños. Pero hasta cierto límite. Supongo que no he avanzado tanto en el proceso como con los cuadros o los libros, y en el fondo casi prefiero que sea así, porque en el caso de los libros que leo he llegado a tal punto de exigencia que casi ninguno llega a contentarme del todo. Así que quizá sea mejor quedarme en el nivel de las sensaciones y seguir comportándome como cuando tenía quince años e intentaba aprender a bailar delante del espejo de mi habitación. Claro que entonces cerraba la puerta para que no me vieran mis padres y ahora no tengo ningún pudor en demostrar mi falta de conocimiento y mis mecanismos básicos en un blog. Igual resulta que crecer era esto.

Por cierto, que yo tampoco estoy de acuerdo con lo que dice Loquillo. No sólo por lo que dices de los conciertos de rock, que también, sino porque a día de hoy uno puede ver a gente bailando de un millón de formas distintas en una pista de baile. Y no bailando en absoluto también. Creo que más de quince años de cultura de baile han hecho que el subconsciente colectivo se desinhiba un poco en ese sentido y que se ha perdido un poco la vergüenza de moverse como uno buenamente quiera o sepa.

En fin. Yo hoy iba a escribir una entrada larga y tediosa en el blog y he acabado psicoanalizándome aquí. Espero no haber soltado demasiadas obviedades, por lo menos.

Por cierto, que hablar de las sensaciones que te produce la música me parece una razón estupenda para que escribas, pero a estas alturas eso ya te lo habrás imaginado. :-D

Saludos

anhh dijo...

Es que resulta curioso como se nos dice que la relación que tiene cada uno con la música (y que todos sabemos es de su padre y de su madre, o muy peculiar, o quizás algo rara) es algo que no es tan importante, que es una variable que se puede eliminar. Uno está más pendiente de querer parecerse a los demás que conocerse a si mismo. Es como cuando eres adolescente y pasas de escuchar música en tu habitación con la puerta cerrada y haciendo todo tipo de cosas (desde leer a bailar, pasando por rememorar todo el día o hacer películas mentales, mirarte, etc.) en una mecánica que tiene todo el sentido para ti, a escuchar música en casa de un amigo o con más gente delante y tienes que encontrar la mirada del otro y tratar de coincidir en que es lo que os puede resultar común de la música que estáis escuchando. Como se crea un momento de incomodidad cuando tu no ves que es lo que tiene tan fascinada a la otra persona, o uno de intensa comunión cuando los dos reaccionan al unísono como cuando ambos saben como va a cambiar el ritmo de las guitarras en una canción heavy, el bombo va entrar a degüello en una canción de techno o se ponen a saltar o mover la cabeza o tararear los “sha-la-la” en un determinado tramo de una canción pop (recuerdo mental de algo que vi por la tele estas navidades: en Flymusic en una entrevista con La Casa Azul pusieron un fragmento de una actuación en directo y no hace falta decir en que momento de “La Revolución Sexual” decenas de indies levantaron brazos y botellines de cerveza para tararear como si les fuera el alma en ello). No digo que esto sea lo único que sea importante y hay música que quiere comunicar determinadas cosas y lo hace de forma más clara que otras y muchas de las peculiaridades de la escucha son propias de cada uno y no ayudan para cimentar un discurso, pero me gusta tener esto en cuenta porque muchas veces el discurso se hace demasiado angosto y acaba pareciendo una parodia de si mismo. A mi me encanta por ejemplo que en La Increíble Verdad, al hablar de una canción o un disco lo quieran situar en un contexto histórico/político/social/geográfico. Después tendremos todas las discusiones posibles sobre si es acertado o no, si resulta demasiado forzado en determinados casos o si en otros resulta demasiado superficial, o si aquí junta esto con aquello y te hace darte cuenta de algo que no habías observado o si resulta una revelación. Eso es cuestión de resultados y pareceres, no de la metodología, y seguramente hay muchas cosas en las que he terminado dándole la razón, solo que como soy un lento tardo meses en llegar a determinadas conclusiones, pero me parece que enriquece la escucha y no la empobrece que es lo que hace esa tendencia tan extendida de mistificar la música, colocarla en un altar y separarla de cualquier impureza material y social. Me parece aberrante, porque hay música que aspira a eso y puedo juzgarla en esos términos, pero hay otra que le da igual, y no considero mejor una u otra por el alto grado de dichas aspiraciones de grandeza, lo hago por lo que representan en si mismas. Proust es soberbio, pero no te apetece leerlo a todas horas del día. Y lo que parece decir la crítica musical (pop) es eso: la música clásica está hecha para ser escuchada en un concierto con toda su ceremonia social, su contemplación estática de la ejecución por parte del conjunto u orquesta y todo aquello que quede fuera es inferior, una pérdida de tiempo (el modelo a imitar). Y eso es otra patraña, porque históricamente los modos de recepción de la música en un concierto han variado (había partes escritas para provocar el aplauso del público o por ejemplo Bach modificaba algunas de sus piezas con las variaciones que más entusiasmaban al respetable) y hay mucha gente que ni siquiera puede aguantar toda la hipocresía social, el ensimismamiento que se traduce en miradas de odio si toses o te mueves en el asiento, etc. y escuchan la música en discos o por la radio o en otro lugar que no sea donde están las butacas. Por eso a mi no me sorprende nada la fruición con la que el público acepta ir a ver un concierto de música pop(ular) a un teatro como el Palau o que el repertorio sea la repetición exacta de un disco tema por tema. Es simplemente la consecución lógica de ciertos aires de grandeza nada disimulados.

Lo de la relaciones pictóricas tampoco es algo de lo que uno se de cuenta a la primera. Yo sabía desde hace unos años, que ese otro acercamiento a la música no me servía, básicamente porque en una depresión toda esa música que debía hablarme y explicarme tanto de mis sentimientos se mostró como morralla narcisista y parloteo ensimismado de adolescente. Leyendo sobre la EAI (Electro Acoustic Improvisation), te encuentras por ejemplo con gente como Keith Rowe que fue estudiante de bellas artes y pintor antes que músico y que explica como trata de aplicar muchas de estas ideas en su música. En “The Room” hay un homenaje más o menos explícito a la pintura de Mark Rothko, y comprendiéndolo de esa manera, las capas horizontales de color que transitan en tono ascendente, la idea del color, el tamaño del formato como elemento envolvente de la mirada, dices “Claro” y de repente entiendes que es lo que está pasando en el disco, lo que intenta y está haciendo. Si ignoras esto te encuentras diciendo que había dos pitidos durante media hora con chasquidos y otros ruidos entre ambos y te encuentras con una serie de emociones que tampoco sabes interpretar muy bien ni como explicarlas o terminas pasando del disco. Y no hace falta ser tan pedante para encontrase con otras maneras de usar los sonidos. Hay muchos escultores que también hacen música y en la que el entorno, el uso del espacio resulta determinante y no es raro que las grabaciones sean documentos de un determinado lugar y momento. De la misma manera que un escritor puede contar una anécdota mediante una serie de detalles/observaciones y de este modo reflejar una realidad mucho más compleja que lo que resultaba un acto nimio y vacío de significado, por ejemplo, los solos de guitarra de Michio Kurihara en su disco con Boris cuentan una historia en si misma mediante la tensión y su ejecución, el trazado de las líneas, lo ajustado y esbelto de las líneas en unas ocasiones, lo expresivo y agresivo otras veces. Uno se puede quedar ahí “arrebatado”(como en la película de Zulueta, quedarte tan colgado del arte que el tiempo parece haber desaparecido) escuchando esos fragmentos. En Rockdelux dirían: “Michio Kurihara ha escuchado mucho a Quicksilver Messenger Service” y tendrían razón pero no explican nada al respecto ni extienden o refinan tu percepción de tal hecho. Connotación y no denotación.

Lo cual me recuerda que pensaba hablar más en esta dirección en este nuevo blog y dejar un poco de lado la actualidad porque resulta demasiado absorbente y se pierde más tiempo esperando que suceda algo que asimilando el significado que pudiera tener. Y por ahora no he hecho nada al respecto (y aparte de ser poco competente (y escribir un blog es una manera de mejorar en ese sentido y hacer más fácil la comunicación e interpretación de determinadas ideas, sensaciones y estados mentales)), pero es que febrero por distintas cosas es un mes en el que estoy completamente fuera de juego.

Ana Saturno dijo...

Bueno, tengo que agradecerte que dediques tiempo a contestarme a mis desvaríos estando tan liado (o fuera de juego, como tú has dicho). :-)

Vengo de ver "9 songs", que la proyectaban por aquí, a pesar de que ya la vi en su día en dvd. Creo que la otra vez no me fijé mucho en las reacciones de la gente en los conciertos, pero hoy sí, seguramente porque tenía frescas las cosas que se han dicho por aquí en ese sentido. Y me sorprendió muchísimo ver que el público casi no se mueve mientras Franz Ferdinand tocan Jacqueline. Ni siquiera saltan en el primer subidón, excepto el grupito habitual de fans de la primera fila. Y mientras yo, en la sala de proyecciones, sin poder parar de moverme en el asiento.

Y al contrario, en una canción bastante lenta, creo que la de Super Furry Animals, o quizá es la última de BRMC, no me acuerdo bien, hay un montón de gente pegando botes. Yo nunca la hubiera escuchado así.

Por eso me parecen aberraciones los conciertos de música pop(ular), como tú la has llamado, en auditorios o teatros. Normalmente es música que yo entiendo a través del movimiento, y si me obligan a sentarme en una silla y estarme quieta me están quitando el 90% de las sensaciones y el disfrute del concierto. Pero claro, hay gente para todo.

Espero que lo de la mitificación de la música no lo entendieras en mis comentarios, porque yo más bien la entiendo como algo bastante terrenal (y corporal). Lo que yo quería decir es que intento es que mi falta de conocimiento sobre el contexto que rodea las canciones no me haga frustrante la experiencia de la escucha. A veces pasa y es inevitable, porque hay mucha música que no puedes llegar a apreciar sin un código previo. Vuelvo a las comparaciones, con los libros pasa igual. Hay libros que son fáciles de leer y otros que no lo son. Que tienen un lenguaje particular o emplean ideas que vienen de otro sitio y que necesitas conocer. En esos casos la experiencia de la lectura es difícil y no es nada placentera en un principio. Sí da mucha satisfacción cuando consigues hacerte con ella, cuando das con la clave (leer con más detenimiento, buscar información de las ideas que contiene en otros sitios, leer a otros autores relacionados primero...) para descifrar todo lo que el autor quiere comunicar o simplemente expresaba. Pero cuesta mucho.

A una persona que no está acostumbrada a sostener un libro entre las manos no le puedes soltar un tocho de metaliteratura (o a Javier Marías o Vila-Matas) y esperar que lo disfrute, porque seguramente ni siquiera lo va a entender y es probable que no pase de las primeras páginas. Sólo cuando llevas muchos libros leídos y sabes descifrar el lenguaje literario podrás empezar a dar pasos un poco más allá.

Por eso yo intento leer blogs de música, creo. En parte porque me entretienen, claro, pero cuando digo que me gustan porque me enseñan cosas nuevas no me refiero sólo a descubrir una canción que yo no conocía, sino más bien a lo que voy aprendiendo sobre la música en sí. Creo que juntando todas las piezas algún día empezaré a entender el puzzle y entonces seguramente pueda acceder a música que hoy por hoy tengo vedada (porque me resulta un rollo insoportable, la verdad). La entrada de hoy de David S. Mordoh en Música en la mochila explica todo lo que yo quiero decir en muchas menos palabras, y seguramente mucho mejor.

Saludos

anhh dijo...

Planeo contestarte pero se ve que estoy tratando de batir algún record de longitud dentro los comentarios de una entrada…

anhh dijo...

No creo que estés desvariando. Tampoco el argumento de la mistificación era una respuesta a tus comentarios, es una manía mía.

Tu argumento sobre la experimentación o el de David Mordoh lo puedo entender, al menos en parte, pero creo que he tenido esta discusión algunas veces y si no se lleva con mucho cuidado no se llega a ninguna parte. En fin, vamos a intentarlo. Hay varias cosas, una es que el gusto personal de cada uno en el arte forma parte de su personalidad y esta no se puede moldear ni cambiar. Yo sí creo que la personalidad de una persona puede cambiar. Ha habido épocas en mi vida en las que he sido un maniático de la limpieza y otras en las que he sido lo más dejado que te puedes encontrar. Hay gente que basa su vida en la religión y rompe completamente con ella, o te encuentras gente muy formada que de repente tiene un renacimiento religioso. Lo fácil es achacarlo a estados anímicos y que uno sigue siendo el mismo toda su vida. Hay gente que para superar la timidez desarrolla un sentido del humor y aunque en el fondo sigue teniendo problemas de confidencia con desconocidos o con mucha gente, es una manera de socializar que ni se le hubiera ocurrido hacer hace unos meses y algo que veía como imposible. Eso es cambiar la personalidad: hacer reformas en el piso que es tu cabeza, cambiar los muebles de lugar.

Sobre el gusto. La apreciación del arte es subjetiva. El cine de Bela Tarr me parece bellísimo, puedo apreciar lo minucioso de su construcción y realización, puede comprender lo que busca con determinadas soluciones estéticas y como las anteriores funcionan para presentar los personajes y las historias que cuenta. Pero no me gusta nada. A mi Merzbow me puede parecer muy interesante en determinados aspectos, pero ni la más mínima gana de acercarme a uno de sus discos. Otra gente necesita comprarse la caja de 50 CDs. Y puedo entender eso. A mi me gusta por ejemplo el cine de Michael Snow y lo hace por determinados motivos: me gusta como plantea una idea formal y la ejecuta hasta llegar al límite de sus consecuencias, hasta que el proceso se agota. Y puedo entender que fuera de ese planteamiento su cine sea mortalmente aburrido. Pero por volver con el fan de Merzbow, yo he escuchado unos cuantos discos de noise, y entiendo el seguimiento de un artista o como va evolucionando en la ejecución técnica del ruido, como cada vez ha de girar un poco más la tuerca para superarse a sí mismo. Esto lo continúo después con la idea de las recomendaciones.

En tu argumento (o en el de David) puedo entender que no os digan nada determinados tipos de música. A mi también me pasa. El asunto es hasta que punto eso es una cuestión de comodidad o no. Y con comodidad no estoy hablando de gusto conservador, yo-soy-moderno-escucho-cosas-raras-soy-mejor-que-tú. No hay ningún trauma (aparte de los mentales) para pasar de escuchar country alternativo a country mainstream. Pero la idea de querer conocer la historia del género, por uno mismo, sin el apoyo de una cultura que te rodeé y te haga las cosas fáciles, convierte la tarea en algo que se hace cuesta arriba. Uno puede empezar con la música clásica simplemente con sintonizar Radio 2 y dejarla sonar. Naturalmente unos compositores le llamarán la atención y otros no. Pero el ponerse a indagar simplemente en la obra de esos compositores, buscar las mejores grabaciones, conocer su vida, su contexto, el tipo de música que se hacía en la época previa, la que se hizo durante su vida por otros autores o como influyó en la de las siguientes generaciones, es algo arduo y que lleva paciencia y mucho tiempo. Yo por ejemplo, pregunté en un foro por compositores de la New Complexity y algunas grabaciones por las que empezar y cuando me respondieron, pensé que simplemente conseguir los discos y escucharlos me iba a llevar años. Estoy repitiendo tus razones. Pero supongo que lo que en cierto modo me incomoda de esto no es la idea de esa complejidad para entender algo, es que parece que se le tiene tanto respeto que nunca se intenta (y digo es algo que puede ser completamente equivocado en vuestros dos casos). Es como lo de los toros: si tienes miedo te acaba cogiendo el toro. De la otra manera puede pasar también, pero si vas convencido de que te va a pasar una cosa, estás poniendo todo de tu parte para que suceda. Ahora parece que te estoy acusando. Dos ejemplos personales en los que me encontré en esa situación: una la música improvisada y otro el teen-pop (o el pop más comercial). A la música improvisada le tenía tanto respeto, me parecía un asunto tan inabarcable, tan lleno de matiz, tan complejo en la posición de uno como oyente, decidiendo sobre la marcha si lo que está sucediendo va a alguna parte, o si está sucediendo algo, o si lo que están haciendo es lo que hace siempre ese músico y que realmente no es tan improvisado, que aún habiendo escuchado durante años todo tipo de electrónica experimental, música electro-acústica, noise, etc. etc. aquello era algo de lo que solo podría disfrutar por ejemplo, cuando al escuchar una sinfonía de música clásica, en vez de dejarme llevar por mis emociones, pudiera reconocer las distintas partes, las distintas alturas, porque esta usando los distintos colores de los instrumentos de ese modo, como genera la tensión y se resuelven, como los motivos se van repitiendo y variando, o aparecen en otros instrumentos, etc. A estas alturas sigo sin hacerlo, pero escucho música clásica y contemporánea sin problema. Un bodegón puede ser una mesa con distintos elementos pintados encima, o todo un discurso si uno conoce las claves del significado de los distintos elementos. Estamos de acuerdo en que la segunda es deseable y quizás eso signifique que es superior, pero no creo que invalide a la primera. Yo puedo no entender francés, pero si leo a Apolliniare o a Mallarme, perdiendo todos los juegos del lenguaje, puedo seguir apreciando todo el rigor y el trabajo puesto en la ejecución de los versos. Volviendo al ejemplo: me compré una caja que sacó The Wire por su 20 aniversario. Había un tema de Derek Bailey. Decidí escucharlo. Me quedé pálido. No entendí nada. Hice el chiste sobre si estaba afinando o sobre si eso era música. Los discos tienen música muy variada, pero encuentras secuencias donde se usan las mismas ideas. El caso es que escuchando, escuchando, un día simplemente al sonar el tema lo ví. El tipo tocaba una nota y la dejaba sonar, y resonar moviendo la guitarra. Entonces seguía con un sonido que podía conectar con aquel. O simplemente probaba una cosa diferente pero dentro de los mismos parámetros. Es como si estás caminando por la montaña y sigues un sendero. El sendero, tiene tierra, hierba, piedras que sobresalen y varía según avanzas. Según el cansancio o lo que te duelan los pies, quizás te apetece esquivar las piedras. O si tienes un poco roto el calzado, prefieres evitar la tierra para que no te entre. O quizás lo único que te apetece hacer es subirte en una piedrecita y desde allí admirar la vista. Y todo esto sucede dentro del camino. Es decir, que según la situación y el momento das solución a una serie de problemas que se te plantean o te planteas. La idea que tenemos de improvisación sería, de repente salirte del camino, cobijarte en los arbustos, bajar la ladera dando saltitos y rodando, desnudarte, correr hasta una gran superficie, defecar en la entrada, pintarte el cuerpo con ello, pedirle a alguien la tarjeta, entrar y comprar una revista de filosofía. Es decir ser imprevisible. Eso puede estar bien en un determinado momento. Mencionamos a Sachiko M que tocaba el sampler y solo la música que había dentro del instrumento. Podría entender perfectamente que en medio de un concierto cogiera el sampler y lo usara de pandereta, porque sencillamente está siendo consecuente con sus planteamientos y esa música está dentro del instrumento. Por volver con el ejemplo “imprevisible” y como resulta tan diferente del ejemplo del sendero que he puesto. Si uno vuelve a tratar de ser imprevisible, es lógico pensar que no puedes repetir lo que has hecho antes y debes tratar de hacer otra cosa que no incluya las acciones anteriores, porque de lo contrario, se convierte en previsible y rutina. Así que tienes que hacer algo como aquello pero que sea distinto y seguramente tienes que hacerlo en el mismo sito. Y ese es otra vez el “sendero”. No es nada místico, es simplemente ponerse en una actitud mental. De niños había un juego en el que ponías las dos manos juntas con las de otra persona. Cada uno tenía su turno. Había que separar las manos y palmear las del contrario. A veces te tocaba y lo hacías muy rápido y otras esperabas hasta que se despistaba. Otras fallabas estrepitosamente. En fin, si quieres asimilarlo a lo que sucede en un encuentro deportivo, la analogía no es necesariamente mala (en la improvisación no necesariamente cuenta el resultado si la experiencia en si misma). Es decir, que en menos de un mes, pasé de no escuchar música improvisada a escucharla sin pega alguna. Derek Bailey no es necesariamente el músico que más me gusta. Tengo discos suyos que me parecen estupendos y otros que simplemente son más derivativos. Algunos son ridículos. Pero eso no es algo distinto de lo que pasa con la carrera de alguien en el pop, el rock o la música de baile.

El otro ejemplo es el pop comercial. Si descubrir que la música improvisada me costó un mes, descubrir que me gustaba Britney Spears me costó ocho años. Y simplemente por el hecho de que a un estilo le tenía respeto intelectualmente y al otro no. Y recuerdo eso cuando escuché el segundo disco de Girls Aloud, que fue el que me hizo cambiar de idea que en un principio podía pensar en que las canciones estaban bien, pero esa manera de cantar con tanto vibrato, sin “emoción”, o esos sonidos tan “blandos”, sin “carácter”, o esa cosa en general, ese aire tan “mediocre”, o tal o cual hacía que “se perdieran”. Pero teniendo en cuenta, que esa manera de percibir las cosas no me había ayudado en casi nada en la vida, pues decidí seguir escuchando el disco hasta descubrir porque hacían esto o aquello. Y sí lo encontré. Y escuché ese disco cada día durante medio año. Y si seguramente estoy hablando de o escuchando música ahora es gracias a aquello. Por volver al artículo del sr. Mordoh, el le dio montones de escuchas al disco y sigue pensando en que hay algo que todavía no ha visto. Pero la cosa es que a lo mejor no hay nada que ver. Lo mismo que en cualquier otro disco. Antes he comentado la razón por la que me interesa la improvisación, y no difiere tanto de lo que he dicho cuando Michael Snow, o porque me gustan mucha música minimalista o música de proceso. Hay una serie de ideas y se exploran y juegan con ellas hasta que aquello deja de funcionar. Hay gente que puede decirme que la idea le puede parecer interesante pero no tiene paciencia para ver los resultados. O que le parece muy pobre (o por ser sinceros, demasiado específico) y que le gustan las cosa con más resonancias, más movimiento, más sugerencias. Y puedo darles la razón porque mi razonamiento me puede servir a mi como manera de interpretar, pero a ellos no les funciona o tienen otros que les sirven mejor para sus intereses y propósitos. Yo siempre estoy argumentando que prefiero hablar de Miley Cyrus que de… um… Vampire Weekend (es un mal ejemplo, porque yo creo que Vampire Weekend tiene exactamente el mismo debate que se produjo con el disco de Paris Hilton: se dice que no merece la pena porque son pijos, pero en realidad las causas están más soterradas y ni siquiera tienen que ver con el nivel económico), porque la música indie me parece demasiado específica, demasiado cerrada y encantada consigo misma, y no es necesariamente en un plano musical (que algunos grupos también) pero si en el social, quiere estar fuera del tiempo y no tener ninguna conexión con lo que está sucediendo en el mundo (o al menos más allá de lo que sucede en SU mundo). Ya se que eso es una generalización y podrás ponerme contraejemplos y distintas actitudes personales que posees o posee otra gente a las que has conocido. También se que respondería que sí, que existen, siempre en la periferia.

Sobre la complejidad de la música, no se, realmente no se pueden hacer tantas cosas con ella y casi todas se han utilizado durante siglos. Yo quería escribir una entrada sobre porqué este sonido y forma de tocar la guitarra
http://youtube.com/watch?v=n-ZmhvAOsCU
Resonaba en esto y me hacía verlo como influencia:
http://youtube.com/watch?v=KyTOQxzL97o
Y sin embargo estaba aquí y no lo veía:
http://youtube.com/watch?v=uBCAYBkhg0M
O aquí, basándose en aquel pero jugando con el significado:
http://youtube.com/watch?v=fGIelcG0r3s
Y el principal problema que tenía es que no podía dibujar una evolución de ese sonido a través de las distintas décadas del pop (da para escribir un libro) y que simplemente se trata de una solución formal que surgió en el country. Ese tipo de forma de tocar se puede encontrar (con diferencias y matices) en el jazz o en las líneas de guitarra en el soul, seguramente también en determinado tipo de blues. Y por eso la búsqueda del significado es compleja, porque haciendo lo mismo, tocar notas jugando con el eco y el tremolo, funcionan de forma distinta. Portishead usan esa manera de tocar la guitarra, pero viene del jazz y las bandas sonoras y significa algo distinto en su música. Y lo gracioso es que es una simple solución tecnológica. Lee Hazlewood buscó un sonido que no se perdiera cuando lo emitieran en la radio en la AM. Así que tocar las notas más graves, en vez de hacerlo en las más agudas, ayudaba a que fuera más distintivo y potente que las otras cosas que sonaban en la radio. Y fijate toda la mitología que surge a partir de ahí o de los discos de Sun Records, sobre el ruido del motor, la libertad adolescente, etc. etc.

Eso no quiere decir que no se puedan construir objetos culturales de mucha mayor complejidad, pero a veces el problema es creer que lo cerrado del lenguaje necesariamente tiene más profundidad por sí mismo. Stockhausen fue un innovador musicalmente hablando, porque consiguió cambiar la forma de usar el lenguaje musical unas cuantas veces. Y simplemente lo que hacía era observar donde fallaban sus teorías y proponer una solución a ese problema. Es decir crear un nuevo modelo con el que poder explorar otro tipo de cosas. Vale, quizás no es tan sencillo como eso y los serialistas y post-serialistas tienen una carga teórica que te puede dejar en el suelo. Pero por poner un ejemplo, Joyce creando/usando el monólogo interior y las distintas técnicas narrativas en “Ulises” y los distintos idiomas en “Finnegan’s Wake”. Son técnicas muy complejas en su ejecución y que abren toda una serie de posibilidades por explorar, pero en si mismas son muy fáciles de apreciar y no tienen nada que ver con el contenido que se quiere transmitir con ellas. “La Divina Comedia” de Dante, se puede leer de un tirón (es un decir) y explicarla de un modo muy sencillo. Ahora, si te paras a desentrañarla y ver como cada persona con la que se encuentra existía o había existido en la sociedad en la que vivía, la complejidad del mensaje es francamente desbordante e inabarcable. Pero el disfrute de cada una de ambas depende de lo que estés buscando. Y uno necesariamente no busca el mismo grado de profundidad siempre. Simplemente te puede gustar la sonoridad de una frase. O como está resuelta una situación. O como juntando palabras y distribuyéndolas, alguien te hace llorar cada vez que lees esas páginas.

A estas alturas creo que sólo estoy diciendo obviedades (hay obras que se aprecian por la complejidad de la forma/ hay obras que se aprecian por la complejidad del contenido). No creo haberte convencido de nada, pero el arte es subjetivo y las recomendaciones de discos suelen serlo mucho más. Y que el terreno de la música “compleja” no es tan cerrada por si misma como son las cabezas de algunos de quienes las escuchan. Yo no trato de convencer a la gente de que tal o cual canción o disco es superior por esto y aquello, trato de ofrecer una puerta de entrada a algo que he visto y que ellos juzguen lo acertado o equivocado de mis reflexiones. Si has escuchado a Sonic Youth dime cual es la diferencia con esto:
http://youtube.com/watch?v=Guor2yfhtVo
Porque esto es música contemporánea y aquello rock. No creo que con toda la música que has escuchado necesites descubrir grandes cosas para apreciar las músicas “difíciles”, sólo buenas recomendaciones con las que empezar haciendo cosas (y no guías de compras que se convierten en un canon).

No se cuanto de agresivo ha sonado esto (toda la entrada), si lo parece desde luego no es la intención (pero es un asunto que se nota que me pica).

Ana Saturno dijo...

anhh:

Creo que necesito sentar las bases (por mi parte) de lo que estamos hablando o corro el riesgo de irme por las ramas, no llegar a ningún sitio y no saber ni yo misma lo que pienso de todo esto. Así que, antes que nada, mis consideraciones previas:

- Hace un par de comentarios dije que es la primera vez que me planteo cómo es mi percepción de la música y hasta qué punto tiene que ver con mi experiencia personal. Eso sigue siendo cierto, y una de las razones por las que te agradezco infinito esta conversación es porque seguramente al final habré aprendido algo más de mí misma y habré acabado con alguna que otra de mis limitaciones. Sin embargo, aunque conscientemente no me haya planteado antes mi comportamiento ante lo que escucho, sí es verdad que conocía algunas cosas de él, o al menos las tenía interiorizadas de algún modo en mi subconsciente.
- Conozco aproximadamente un 50% de los nombres que mencionas en este último comentario. En condiciones normales, hubiera ido ya a buscarlos en Google, soy bastante curiosa. Pero últimamente intento abarcar mucha más música y libros de los que puedo absorber y creo que debería empezar a rebajar el límite si no quiero llegar a la saturación y acabar explotando (ya me ha pasado antes y no es bueno, acabas aborreciendo cosas que podrían haberte gustado mucho).
- Como también dije hace un par de comentarios, no tengo prejuicios para escuchar música (esos traumas mentales a los que aludes hablando de pasar de escuchar country alternativo a comercial). No me planteo al oír una canción si es mainstream o independiente o a qué estilo pertenece. Sí conozco, me imagino que como todo el mundo, qué tipo de música es más susceptible de no gustarme o de que no me apetezca oírla excepto en situaciones muy concretas. Tampoco me considero "indie" en absoluto, ni considero que viva en un "mundillo" determinado. Sé que tampoco lo has dicho, pero por si acaso prefiero dejarlo claro.
- Yo también creo que la personalidad de una persona puede cambiar. Es poco probable que cambien todos los rasgos del carácter de alguien, pero muy posible que cambien muchos de ellos. Si no evolucionamos nada a lo largo de nuestra vida es casi como no estar viviendo. Eso significaría que nada de lo que te pase, ninguna experiencia, ninguna vicisitud, ninguna persona te ha hecho mella nunca.
- Las pocas veces que he escuchado algo de música experimental o contemporánea no me ha gustado. No me atraían los sonidos, no era una escucha agradable. Y seguramente no fue así la primera vez, pero en las sucesivas siempre he pensado "esto no me va a gustar" antes de oírlo. O sea, que va a resultar que sí tengo prejuicios, aunque sean derivados de la experiencia previa. Lástima, ya no sé si el tercer punto sigue siendo válido. Supongo que a rasgos generales, sí, pero no en este caso concreto.

Vale. Ahora a ver a dónde llego con el resto.

Sí, es verdad, es muy difícil acercarse a un tipo de música que no conoces sin el apoyo de alguien que te guíe un poco, llámese una sola persona o llámese todas las emisoras de radio del país poniendo la misma canción a la vez. Pero se puede hacer. Sólo hay que tener ganas de hacerlo, paciencia y perseverancia. Yo lo he conseguido tres veces, aunque una de las tres supongo que no cuenta porque fue impulsada por mis amigos, así que tuve ayuda.

La primera fue cuando aún vivía en Las Palmas (aún quiere decir antes de irme a Madrid y de volver otra vez aquí). Tenía 15 años y no me gustaba mucho la música que ponían las radios comerciales. Una noche me encontré con Radio 3 por casualidad y lo que escuché me llamó tanto la atención que empecé a escuchar esa emisora a todas horas y a buscar discos "raros" por las tiendas. Tuve la suerte de que había dos tiendas pequeñitas que vendían música independiente. Hoy hubiera sido imposible, pero claro, nunca las hubiera necesitado teniendo internet. Aún ahora sigo estando bastante orgullosa de lo mucho que me esforcé durante aquellos tres años por acceder a un tipo de música que no era sencillo encontrar. Las cosas que escuchaba yo entonces, mucho brit-pop, indie español, algunos grupos americanos, están hoy muy denostados en su mayoría. Y en el fondo eso me da rabia, porque ahora parecen sonidos triviales, pero en aquel entonces a mí me costó llegar a ellos.

La segunda vez fue en primero de carrera, y es la que no cuenta. Yo llegué a Madrid (en 1995) dispuesta a juntarme con gente que entendiera mis gustos musicales y lo que me encontré fue a gente que me llevaba una ventaja de millones de años luz. Me convertí en esponja y empecé a aprender todo lo que podía, pero tampoco era nada sencillo. Cuando llevaba un tiempo allí Sonic Youth anunciaron un concierto en Madrid. Mis amigos me preguntaron si iba a ir y cuando les dije que no me pusieron una cara que no voy a olvidar mientras viva. No se lo podían creer. Les dije que no los conocía y me dijeron que me comprara la entrada inmediatamente y que ellos me iban a pasar todos los discos. Yo lo hice, pero te aseguro que no fue fácil en absoluto. Más bien todo lo contrario. Iba a clase por la tarde, me prestaban alguna cinta y cuando me levantaba al día siguiente la ponía e intentaba entender aquella música. Y nada. Sólo oía ruido y suciedad y no lo entendía. Entonces un día le llegó el turno al Daydream Nation y cuando empezó a sonar Teenage riot de pronto todo tuvo sentido. Luego ya fui capaz de escuchar todos los demás discos, pero ése sigue siendo mi preferido. Fuimos al concierto y durante los veinte minutos que estuvieron distorsionando con el Diamond sea yo me quedé de pie clavada en el suelo. No sabía si todo aquel ruido me gustaba, pero no me podía mover. Y la sensación que tenía era de que "veía" lo que estaba sonando. Creo que en pocas ocasiones tan claras he sentido lo que tú has expresado estos días: podía distinguir cada elemento del sonido, y al mismo tiempo, caía sobre mí como un alud, en masa.

Por cierto, ya como anécdota, Beck fue el telonero, tocó en acústico y la gente lo abucheó y le gritó que se marchara. La última canción fue el Devil's haircut (iba a sacar el disco por entonces, pero aún no había salido ni se había hecho archifamoso), enchufado y con unas cuantas personas del público en el escenario bailando como locos. Acabó haciendo callar a los que gritaban.

La tercera vez fue hace unos años. Me dio por escuchar jazz, un tipo de música que no había oído nunca antes. Lo primero que hice fue ir a ver a mi tía y pedirle algún disco. Empezó por prestarme uno de Art Tatum y otro de Miles Davis, que luego me compré original con mi primer sueldo y sigue siendo de mis discos preferidos. El jazz no era ni de lejos el tipo de música que yo estaba acostumbrada a oír, pero por alguna extraña razón me emperré en hacer una colección de Verve que empezó a salir en esa época en fascículos. Eran 101 discos y la hice completa a pesar de diversas dificultades con la distribución. Ahora la guardo como oro en paño y tiene discos que he escuchado cientos de veces. Durante ese año, que era uno de los últimos de la carrera, si estudiaba sola lo hacía escuchando jazz todo el rato, pero aún hoy no he escuchado los 101 discos. Algunos me entraron enseguida y otros me resultaron más duros y quedó claro que todavía no estaba preparada para aquello (generalmente eran los más experimentales). Otros los entendí, pero simplemente no me gustaron. Después he comprado y me han regalado otros discos de jazz aparte de aquella colección, y es el tipo de música que suelo poner mientras escribo. No suelo hablar de ella y aún me queda mucho que recorrer, pero me gusta.

No sé si parece que con estos ejemplos quiero llevarte la contraria, pero es justo al revés, te estoy dando la razón. Hay cosas que cuestan y uno tiene que hacer un esfuerzo para llegar a ellas. Si vives instalado en la comodidad de dejarte llevar por lo que se escucha en tu entorno, simplemente nunca vas a acceder a determinadas cosas. Lo que pasa es que a la gran mayoría de la gente eso le va bien. No les interesa ir más allá (esto me recuerda algo de lo que llevo semanas por escribir en el blog, pero ya lo haré algún día). A mí me parece una pena, porque las cosas que requieren trabajo son luego las más satisfactorias. Sin embargo, no pienso juzgar nunca a nadie por eso. Cada uno elige cómo quiere vivir su vida, que cosas le llenan y qué cosas le resultan prescindibles. Y la música, en general, no tiene por qué gustarle a todo el mundo. Es como leer. A mí me encanta y no podría vivir sin hacerlo, pero conozco muchísima gente que no lee nunca y tampoco puedo juzgarlos por eso.

Supongo que la mayoría de la gente tiene una afición, algo a lo que dedica su tiempo fuera del trabajo y de las obligaciones. Sea pescar, oír música o hacer punto de cruz, lo importante es que suele haber algo. Pero también creo que hay personas que no tienen ningún tipo de afición por nada y viven así toda su vida. Personas-mueble. Bien, allá ellos.

Lo que sí me da rabia son determinadas actitudes de la gente hacia las manifestaciones artísticas que no conocen. Tú hablas de que no te gusta que se le tenga demasiado respeto a un determinado tipo de música o de cine y que uno no llegue a acercarse nunca porque "total, para qué, si no lo voy a entender". A mí también me da mucha rabia cuando esa ignorancia se expresa no como respeto sino como desprecio. "Qué música más rara oyes" sería el ejemplo típico, pero suele ser más sangrante en el caso del arte contemporáneo. Desde el "todos los pintores modernos son unos caraduras y lo que hacen es una mierda" hasta el "eso lo podría hacer mi sobrino de cinco años", y no son sólo tópicos, son frases que he oído pronunciar más de una vez. Recuerdo un día que estaba visitando un museo sola en París y en la misma sala había un grupito de españoles, dos parejas. Uno de los chicos hablaba a un volumen indecente y se expresaba con una seguridad aplastante, de ese tipo de personas que están tan contentos consigo mismos que no admiten que haya pensamientos alternativos al suyo. Su teoría era que no entendía qué coño le querían decir aquellos cuadros, o más bien, qué se supone que le tenían que decir. "¿Qué tengo que entender yo aquí, qué me tiene que decir este tío? Pues yo qué sé, no tengo ni idea, yo no sé qué tengo que ver aquí". La conclusión era "yo no veo nada, ergo esto es una basura". Los compañeros no le decían nada, sólo se reían. Y a mí me estaba poniendo de los nervios, porque era un cuadro de Matisse y yo no comprendía por qué se empeñaba en que tenía algo que entender. Yo pensaba "Pesado de mierda, cállate de una vez y simplemente piensa si esas formas y esos colores te gustan o no, si sientes algo al mirarlos". Todavía si hubiera sido otra cosa igual hubiera tenido sentido su razonamiento, pero ¿Matisse?

Yo tengo la sensación de que toda mi vida ha sido un proceso de aprendizaje continuo, y sin embargo cada día que pasa me siento maś ignorante. No objetivamente, sé que no es realmente así, pero aunque uno haya recorrido una buena parte del camino, por delante siempre queda mucho más. Afortunadamente, claro, si no, menudo aburrimiento.

Y a pesar de todo, y de que te doy la razón en que hay que esforzarse un poco y atreverse a acercarse a las cosas que uno no conoce, también creo que hay un momento para todo. No te puedo decir que nunca vaya a gustarme la música contemporánea, pero ahora mismo no estoy preparada para lanzarme a descubrir algo que me parece todo un mundo desconocido. Más que nada porque requiere tiempo y trabajo, y yo ahora lo que necesito es empezar a dedicar más tiempo a escribir. Ya no es que quiera, es que se está convirtiendo en una necesidad vital. Lo que sí puedo intentar es no pensar "uy, esto no me va a gustar" antes de escuchar algo, así que al menos eso sí lo haré. Nunca se sabe, igual acabo yendo a ver a un tipo con un triángulo y otro con un theremin jugando a hacer ruiditos durante dos horas. :-D (perdona la broma, pero me estaba poniendo demasiado seria ya).

También es cierto lo que dices de que a veces lo único necesario tener la puerta de entrada adecuada. Yo escuché los discos de Animal Collective y Panda Bear y me parecieron un rollo, igual que el de los Battles. Sin embargo, el del Guincho me gustó bastante, seguramente en parte porque lo escuché con mucha más atención, y todo el mundo se empeña en compararlo con Panda Bear, así que lo mismo uno de estos días vuelvo a intentarlo con ellos. De hecho, la otra noche tenía puesto Fly Music en el salón mientras yo estaba escribiendo en la mesa de la entrada, y empezó a sonar una canción y pensé "esto me gusta, ¿qué era, que lo conozco y no me acuerdo?". Cuando llegué a la tele me encontré con que eran los Battles. La verdad, flipé un poco conmigo misma, con la de tiempo que llevo diciendo que no me gustan, pero en fin.

Debería ir terminando o voy a acabar batiendo tu récord del comentario más largo en un blog, que sin duda lo tienes, vamos, yo te lo otorgo encantada y contenta de que me hayas explicado lo que piensas con tanto detenimiento (es un lujo contar con alguien capaz de explicar las cosas así), pero antes quiero decir algo más sobre el tipo de actitud que me enerva.

Ejemplo 1. La primera vez que pinché puse Relax, de Mika, y todavía no se había oído nada de él en ninguna televisión española. Yo la había bajado de no sé qué blog y me había gustado, pero tenía ni idea de la que se avecinaba. Bueno, pues se rieron y me dijeron que era demasiado ochentera. Ocho o nueve meses después venía alguien todas y cada una de las veces que pinchaba a pedirme la de Grace Kelly. Yo al principio les decía que no la tenía y les ponía Relax, pero acabé por grabar la otra también y el verano pasado hice feliz a un montón de gente poniendo esa canción. La de Relax sólo empezó a tener aceptación cuando empezaron a radiarla las radios y las teles de este país.

Ejemplo 2. Hay una parte de la noche, cuando había gente con ganas de bailar en el bar, en que solía poner cosas más comerciales. Siempre sonaban cosas que son puramente mainstream y que a mí me gustan mucho (para que veas que no soy una indie cerrada de ésas que dices :-p), a saber: Outkast, Beyoncé, Justin Timberlake, Bob Sinclair (Rock this party, es una debilidad que tengo)... Intentaba mezclarlas con cosas bastante conocidas que no me gustan tanto o que me tienen un poco cansada, pero que funcionan bien, como Scissor Sisters, y con cosas que me gustan mucho, pero que la gente no conoce tanto, como The Gossip, !!! o The Sounds. Normalmente la cosa iba bien, pero nunca he visto a la gente bailar más contenta que cuando ponía el Bailando de Alaska, cosa que me parecía increíble. Sin embargo, hubo dos noches en que puse una canción de Calle 13, Atrévete. A mí me gusta mucho, me encanta para bailar, pero la gente no quería bailarla porque eso es reggaeton y yo pinchaba en el único bar de toda la ciudad en el que ponen música distinta. Y entiendo que no les gustara escuchar ese tipo de música todo el rato, pero lo que me daba rabia es que no eran capaces de disfrutar de una canción que es muy buena sólo por prejuicios. A un amigo que también pincha en el mismo bar le pasaba lo mismo con Locomía. Le encantaba ponerlo y por lo visto fue el bombazo de la noche cuando pinchó en Madrid hace poco, pero aquí lo miran con cara de "¿Locomía? Por favor, qué hortera".

Y lo último y me callo. ¿Sabes qué me desespera de la música comercial, y por qué a veces acabo huyendo de ella? La sobreexplotación en la tele y en la radio. Estos días, por ejemplo, no paran de poner a todas horas Destination Calabria y Don't stop the music, la de Rihanna. A mí las dos canciones me encantan (por cierto que me parece que donde escuché Destination Calabria por primera vez fue en tu blog, que pusiste el vídeo hace meses, ¿o estoy equivocada?), pero están en la tele del bar donde desayuno con la gente del trabajo cada vez que vamos, porque ponen los 40TV; en los anuncios de los tonos para móviles que ponen una y otra vez incluso en el mismo corte publicitario en la Sexta, y no sé si en las demás cadenas también; en cualquier televisión de las que tienen algunas terrazas mirando hacia la calle y no puedes evitar oírlas al ir caminando; en los coches que llevan la música a todo volumen... Y si eso sigue así durante unos cuantos días más conseguirán que acabe aborreciéndolas, como me pasó con Umbrella y como le pasó a todo el mundo con Young folks. ¿Nunca aprenderán que las cosas tienen su justa medida?

Por cierto, gracias por los enlaces a los vídeos de YouTube, son muy ilustrativos de lo que dices. Y sí, escuchando a Guitar Trio sin ver el vídeo podría haber pensado perfectamente que eran Sonic Youth, excepto porque en algún momento hubiera necesitado una melodía a la que aferrarme, y con Sonic Youth suele haberla. Pero me gustó, y me imagino que es porque es un sonido para el que sí estoy preparada. Bueno, todo se andará.

Después de todo este rollo, ¿se ha entendido algo?

Saludos

anhh dijo...

Te contesto en más detalle (aunque no se si aportando gran cosa) el martes, que es cuando tendré un poco de tiempo, aún así apunto un par de cosas:

Si esto fuese una conversación académica (que no lo es) o uno fuese un serialista de barrio (http://www.perspectivesofnewmusic.org/) la respuesta de manual a aquello de “la escucha no es agradable” o referido a buscar la emoción en el arte moderno (y ya se que no lo planteas de ese modo) sería: “¿por qué la gente piensa que la música debe ser emotiva, emocional o apelar a sus sentimientos?”. Y seguramente si fuese uno de aquellos farfullaría y te miraría con desprecio y esas cosas. Muy masculino todo. La pregunta no es necesariamente mala. Yo creo que la música puede ser perfectamente abstracta o buscar ejercicios que no busquen una emoción “física” sino “intelectual”. Dicho esto, también creo que tu observación es acertada y mucha de la música contemporánea de esta rama, pese a defenderse siempre alegando que no buscan generar ningún tipo de emociones provocan unas muy determinadas y concretas en el público (angustia, desconcierto (bonita palabra ahora que lo pienso (en la tradición clásica las sinfonías y todo el resto de repertorio hacen énfasis en cuando comienzan y acaban para que el público aplauda, la contemporánea no)), tristeza, violencia y toda una gama de gestos que llegan a cierta clase de expresionismo). El problema no está en que se “experimente” con la música y se busquen soluciones e interpretaciones complejísimas o que se busquen trabajar las texturas instrumentales hasta el extremo o que todo esté envuelto en un lenguaje y una terminología técnica cerradas, complicadas y oscurantistas y todo ello con afán de superar unas expectativas “burguesas” de decoro y buen gusto y superar el carácter “populista” de la música mediante una tendencia que busca lo explícitamente intelectual, el problema es que todos pensamos que podríamos comprender todo este tipo de procesos buscando nuevas formas, arrojen resultados arduos y áridos, pero también que estos deberían ser “neutros”. Estoy esperando a que me llegue algún libro al respecto, pero digamos que esta música no está fuera de contexto con algunos de los sucesos históricos que dieron forma al siglo pasado. Y si quieres sacamos a colación al Guincho y hablamos de que la gente considere la aflicción y la tristeza como algo “profundo”, más “intelectual”. Además hay creo que en este “rupturismo” y búsqueda de la provocación un tinte particularmente masculino. Léete por ejemplo este artículo sobre los comentarios asesinos del más visible y dominante de los cerebros del movimiento, Pierre Boulez, y compararlos con los que haría cualquier enterado en un foro (http://www.therestisnoise.com/2004/05/pierre_boulez.html). De todas maneras, ahora mismo tampoco me siento muy cómodo usando la palabra “emoción”. Hace poco descubrí la obra de esta mujer (http://www.kirjasto.sci.fi/slanger.htm , http://en.wikipedia.org/wiki/Suzanne_Langer ) y estoy pendiente de leerme sus libros, aunque sea simplemente para estar en contra de ellos. Porque digamos, que los símbolos y nuestras emociones pueden estar llenos de significado únicamente en la sociedad en la que vivimos y que estos argumentos se usen de modo exclusivo para formular de nuevo la cultura europea no como cima de la civilización, sino como la única merecedora de ser conocida. En fin, algo bastante largo y aburrido.

Lo de la falta de respeto. Pero es obvio que esa actitud de que cualquier opinión subjetiva es válida está presente en cualquier grado ya no del arte sino de la vida cotidiana. Es algo que doy por hecho, por eso no lo comentaba. Escucho a Mariah Carey o a Hilary Duff, tengo alguna experiencia al respecto. Y respecto a la alta cultura también. Leer en un foro de música clásica español las reacciones a un concierto de Alvin Lucier (creo) donde el violinista debía hacer toda clase de cosas raras con el instrumento y las actitudes de “tantos años de práctica y educación musical para tocar el instrumento de esa manera”, como si lo único que pudiera esperarse de la música clásica/contemporánea sea virtuosismo. Muchas de esas ideas preconcebidas en realidad no son barreras infranqueables más bien excusas, explicaciones cogidas con alfileres para evitar pensar en profundidad al respecto. Hace poco Girls Aloud se metieron en líos con los indies británicos y pensaba escribir algo al respecto, aunque al final no lo haré, pero pensaba utilizar esto:

Hay mucha gente que comienza a decir que Girls Aloud son el mejor grupo británico de esta década. Suponemos que habrá reacciones en contra, aunque primero debería pensar otro candidato. Y no Radiohead no son de esta década. Coldplay o Keane, sí.

Lo dejo aquí, que a estas horas el cerebro no me da para más. Lo de las canciones y la música mainstream supongo que serán más que otra cosa conjeturas por mi parte, pero yo por ejemplo, valoro el hecho de que una canción me siga pareciendo válida después de haber sido bombardeado con ella cientos o miles de veces durante meses. Yo elegí esta canción en mi lista de lo mejor del año porque tras todas esas ocasiones mis emociones respecto a ella eran iguales a la primera vez, es decir, que no tengo ni idea de si me parece un timo o una genialidad. Y creo que es valorable el hecho de que tras tanto tiempo aún siga siendo un misterio. http://www.dailymotion.com/relevance/search/timbaland%2Bkeri%2Bhilson/video/x2ctex_timbaland-keri-hilson-the-way-i-are_music

Ana Saturno dijo...

Seguramente hace diez años te hubiera saltado al cuello pensando que estás identificando "emoción" con el sexo femenino e "intelectualidad" con el masculino. Ahora soy bastante más pacífica en mis planteamientos (la autocontención es todo un logro en mi vida), pero reconozco que sigo notando un cierto picor al leer cualquier cosa que distinga las capacidades intelectuales de las personas por sexos. De todas formas, he aprendido que si una persona cuya opinión respeto dice algo que no comparto, es mejor analizar por qué lo dice antes de empezar a discutir.

Según yo lo veo, hay dos caminos. El primero consiste en analizar si una canción como la del vídeo de esta entrada apela a la emoción o al intelecto. Supongo que está claro que es más bien la primera opción. En ese caso, ¿está dirigida a un público femenino exclusivamente? No lo creo.

El segundo camino, que es el acorde en realidad con lo que se plantea, consiste en analizar si la música experimental apela únicamente al intelecto, y en ese caso, si está dirigida únicamente a un público masculino. Como no tengo mucha idea, no contesto a los interrogantes (aunque si la respuesta al segundo es afirmativa, me parecería propia de un empobrecimiento mental), pero sí me surgen muchos otros. Por ejemplo: ¿este tipo de música está dirigido a algún público o es sólo un ejercicio de experimentación y estudio de los límites de la música? Supongo que tiene que ser el primer caso, puesto que se dan conciertos y se editan discos. Claro que los teoremas matemáticos también se demuestran en público y se editan en libros, a pesar de que pueda parecer que cuando alguien se empeña en demostrar un teorema lo hace por una cuestión de satisfacción personal.

Es el mismo dilema que se plantea al escribir, claro. Cuando yo escribo me gusta sentirme satisfecha con el trabajo y aprender del propio hecho de escribir, pero siempre busco también la comunicación con un posible e hipotético lector. Algunas veces lo hago con la intención de hacer pensar. Otras, con la de provocar alguna sensación, sea la risa, el disgusto o la inquietud. En cualquiera de los dos casos, intento que el mensaje se transmita, y desde luego que se transmita a todo el mundo.

Si algún día tienes un rato, me encantaría que me explicaras mejor qué quieres decir con que el problema es la idea de que los resultados obtenidos mediante la experimentación con los límites de la música deben ser “neutros”. También estaría encantada de leer en qué contexto histórico debería encuadrar este tipo de música, porque probablemente así pueda entenderla mejor.

Yo creo que no se puede considerar a los seres humanos como entes puramente racionales y que la "parte animal" o instintiva de las personas tiene también su importancia. Sin embargo, al mismo tiempo creo que esta parte irracional se suele tomar demasiado a menudo como excusa para toda una serie de comportamientos erróneos y salvajes que no tienen justificación alguna. Y hablo de esta sociedad que se supone a sí misma tan evolucionada. También se ha tomado históricamente como excusa para limitar el acceso de las mujeres a determinadas áreas de conocimiento y de estudio. Y aunque hoy en día sigue habiendo muchísimos más hombres que mujeres en la mayoría de los ámbitos en los que yo me muevo, al menos ya somos unas cuantas, y supongo que cada vez habrá más. Lo único que hay que hacer es atreverse a tomar la palabra y hablar, o decir “yo también puedo” y actuar.

¿Keane como mejor grupo inglés de la década? ¿Es un chiste? :-D

Gracias por tu tiempo, como siempre.
Saludos

anhh dijo...

Aunque creo que está ahí la intención de poner distancia al respecto, admito que no soy muy bueno escribiendo, menos a altas horas de la madrugada. En fin, me disculpo si crees que mi intención era afirmar semejantes estupideces sobre los distintos sexos y sus capacidades intelectuales. De hecho odio tal forma de pensar, pero me apunto la colleja por torpe. Mañana te contesto (ahora estoy igual de cansado que cuando escribí el otro mensaje).

Ana Saturno dijo...

En realidad sabía que no estabas diciendo eso, así que no te preocupes, y desde luego no tengas ninguna prisa en contestar, que ya sé que estás agobiado.

Saludos y que descanses...

anhh dijo...

Uf, que difícil resulta retomar este tipo de conversaciones una vez que se “enfrían”.

Si algún día tienes un rato, me encantaría que me explicaras mejor qué quieres decir con que el problema es la idea de que los resultados obtenidos mediante la experimentación con los límites de la música deben ser “neutros”. También estaría encantada de leer en qué contexto histórico debería encuadrar este tipo de música, porque probablemente así pueda entenderla mejor.

Creo que no es exactamente lo que quería decir (si es que quería decir algo exactamente). Terminología como “ensayo” o “estudio” en el mundo del arte indican que la obra es una tentativa, una búsqueda de la ampliación del lenguaje que se está usando. Hay un movimiento de música contemporánea, el espectralismo, que por ejemplo puede partir del análisis de las frecuencias sonoras de un trombón y encargar una determinada franja a un grupo distinto de instrumentos de la orquesta. Al tocar todos, el sonido puede asemejarse al original, pero infinitamente enrarecido. Y entonces, trabajar cada grupo para lograr algo que no se podría hacer con el instrumento físico. O usar la modulación de frecuencia (http://en.wikipedia.org/wiki/Frequency_modulation_synthesis) con la orquesta o el grupo de músicos que requiera la pieza haciéndola sonar de una manera inimaginable y logrando texturas más cercanas a la electrónica que a los timbres acústicos (http://www.fileden.com/files/2007/5/19/1093191/2%20p%C3%A9riodes%20.mp3
http://www.fileden.com/files/2007/5/19/1093191/3%20partiels.mp3 )
. O nos podemos ir al conceptualismo que se produce en EE.UU. tras John Cage. Esta es la partitura para una pieza de La Monte Young en su época con Fluxus:

Composition 1960 #5

Turn a butterfly (or any number of butterflies) loose in the perfomance area.

When the composition is over, be sure to allow the butterfly to fly away outside.

The composition may be any length but if an unlimited amount of time is available, the doors and windows may be opened before the butterfly is turned loose and the composition may be considered finished when the butterfly flies away

O esta de Pauline Oliveros:

Any number of persons sit in a circle facing the center. Illuminate the space with dim blue light. Begin by simply observing your own breathing. Always be an observer. Gradually allow your breathing to become audible. Then gradually introduce your voice. Allow your vocal cords to vibrate in any mode which occurs naturally. Allow the intensity of the vibrations to increase very slowly. Continue as long as possible, naturally, and until all others are quiet, always observing your own breath cycle. Variation: translate voice to an instrument.

En cambio, hay una pieza de Stockhausen que juega con la aleatoriedad. Hay una serie de páginas de música escritas que el ejecutante (un pianista creo recordar) puede interpretar en el orden que quiera hasta que la pieza termina cuando todas las páginas han sido ya interpretadas. Como notarás con las anteriores, aquellas provocan una música más intuitiva aunque surja de unas instrucciones muy intelectualizadas, mientras que esta mantiene la personalidad del compositor por encima de las supuestas infinitas variables. Dentro de esta tendencia más “seria” hay todo tipo de compositores, así que la generalización creo que es excesiva, pero a veces parece que se trata simplemente de poner barreras y defensas que impidan conocerle a uno y ser juzgado en consecuencia. Y ya digo, que por ejemplo, Luigi Nono construyó obras muy politizadas (en una los textos estaban sacados de cartas de prisioneros en los campos de exterminio nazis), mientras otra gente no parece querer tener ningún contacto con la realidad que no sea aquella que representa su tradición cultural y sus valores. Mencionar el hecho de que Elliot Carter considere que este tipo de música debería ser subvencionada por el estado (con los compositores siendo incluidos en los departamentos universitarios) para que este trabajo no se pierda en la vulgarización rampante de la cultura como entretenimiento. Vamos, un poquito pagados de si mismos. Por responder a lo que preguntas del público, este será aquel que esté en condiciones de comprender esta música, puro elitismo. Recuerdo una entrevista con Boulez en la que se explicaba muy claramente como el objetivo de esta música era institucionalizar la vanguardia, es decir, convertirse en el objeto y estadio último de la historia musical. Toda otra tendencia es un retroceso, un camino inviable, una pérdida de tiempo, una concesión y un venderse al sistema. Pero, vamos, eso Boulez, que todo el grupo original acabó más o menos peleado o distanciándose de esos postulados, pero las ideas entraron en la academia y en los conservatorios donde se enseña composición se incentiva este tipo de escritura musical sobre cualquier otra.

Creo que este tema es demasiado amplio, pienso que me falta información y me sobran generalizaciones. Este artículo se hizo muy popular sobre la arrogancia del mundillo de la música clásica. Peter Hook de New Order, comentaba que no podía escuchar a Captain Beefheart porque toda la gente que flipaba con ese disco lo hacía no porque lo entendiera sino para aparentar, fingir ser un entendido. A mi realmente me gusta ese disco y creo que es cualquier cosa menos una tontería o un disco freakie sin sentido alguno, pero entiendo perfectamente la argumentación. En una critica sobre el primer disco de Laura Marling, no se paraba de hablar sobre su edad (18 o 19), la insultante madurez que parecía transmitir la música y como ambas no podían ir de la mano. Es algo que me recordó aquello de que un niño puede tocar al piano las piezas más complejas de los grandes compositores clásicos sin entender nada de ellas. Así que quizás lo que llamamos “madurez” en la música pop no sea otra cosa que la imitación o la interpretación forzada de esos rasgos estéticos que hemos tomado como representantes de tales conceptos (que se yo, discos de Leonard Cohen, Bob Dylan, Neil Young, Van Morrison, Joni Mitchell, etc.). Supongo que ese enfoque le sienta bien a aquello que alguien mencionaba sobre como John Lennon rompió moldes cuando empezó a componer canciones con letras autobiográficas para alcanzar esa “seriedad” y esa “autoría”, y como a la altura de Kurt Kobain, lo único que existía era gente escribiendo letras más o menos crípticas sobre sus corrientes y molientes experiencias vitales, como si eso fuera lo importante y no la mirada, la escritura, la manera de relacionar ambas para transmitir un mensaje. Nick Cave lleva publicando desde hace 20 años el disco donde alcanza la “madurez”.

Hay escenas (IDM, industrial, noise) que parecen una glorificación de los valores adolescentes, o de aquello que parece urgente para un adolescente heterosexual y masculino. Hubo un artículo en The Wire, un Primer que es una selección de discos esenciales, sobre el noise, escrito por David Keenan, que fue criticadísimo y atacadísimo. En lo básico dos mundos contrapuestos: armonía/ruido, orden/caos, día/noche, libertad/domesticidad, etc. esa ridícula trasgresión que acaba dibujando un polo masculino y otro femenino como representantes de los distintos valores por los que se luchan. En esa época había una chica que escribía en la misma revista y que llevaba escuchando noise desde que era una adolescente (se ponía el “Metal Machine Music” para dormir) que se sintió completamente ofendida por ese retrato del género como una fantasía masculina de poder y no tanto por estar o no presente en la música, sino por retroalimentarse hasta llegar a borrar cualquier otra lectura posible del género. En particular le pareció completamente impresentable la descripción de un disco como “el equivalente sonoro de una corrida” (el porno como el opuesto al sexo romántico o el sexo meramente procreativo). Y yo creo que tiene toda la razón. En un artículo sobre el jazz, Adorno usa la figura del homosexual, como afeminado, es decir falto de virilidad, para describir la supuesta radicalidad del jazz, y ese discurso, discos u obras seminales, el vigor, la energía, la fuerza, el querer llevar las cosas un poco más allá (lo mismo que la gente de programas tipo Jackass) o el gusto por las temáticas escabrosas (“Lulu” de Alban Berg), como manera de romper con una sociedad estancada, vulgar, inerme, etc.
Yo estuve apuntado a una lista de correo de música electrónica experimental tipo Raster-Norton, donde había un montón de nombres famosos de la época y las discusiones (cuando las había), eran del mismo estilo de quien era mejor y más chulo. En Arthur hay una columna que escriben Thurston Moore y Byron Coley hablando de música underground y está llena de alabanzas o de repulsiones viscerales, pero uno no tiene ni la menor idea de a que suenan los discos ni que los hace merecedores de tales reacciones. No se, lo único que consiguió demostrar el movimiento hippie con creces fue lo patético que resulta llevar ese ideario hasta el extremo, con el supuesto joven liberado de toda convención convertido en un crío caprichoso que sólo hace lo que le da la gana. Creo que había un libro escrito a partir de entrevistas con decenas de mujeres que participaron en las comunas que se organizaron y todos los traumas y problemas posteriores que les conllevaron (a los chicos prácticamente ninguno). El otro día buscando a un músico en Youtube me encontré con este documental titulado “El Niño Eterno” protagonizado por Cocorosie, Devendra Banhart, Vashti Bunyan, etc. y que supongo se mueve por zonas cercanas. Hay grados de diferenciación y muchos matices, pero hay una ideología que alienta y permite cierto tipo de acciones y reacciones, sea tenue en algunos casos o evidente en otros. No se, hay demasiada tela que cortar aquí (obras, acercamientos personales, etc.) para sacar grandes o pequeñas conclusiones, pero sí que hay un cierto hilo común en ese ser hard-core.

El contexto histórico. Bueno, casi todos estos compositores padecieron de una forma u otra (entrando directamente en combate, sirviendo en puestos en contacto con el ejercito o sufriendo pérdidas en su familia) la Segunda Guerra Mundial y toda la amenaza nuclear y la Guerra Fría. Algunas razones suficientemente gordas como para querer perder de vista a la sociedad durante un largo rato. En todo caso me acabo de comprar un libro al respecto y cuando lo lea podré ofrecer ejemplos más concretos.

Actitudes y canciones.

La música mainstream. Sí, la sobrexposición es un problema. En un canal francés de música emiten de forma muy repetida una canción de Kat DeLuna que a mi me gusta bastante y simplemente uno no necesita escucharla en momentos en los que no necesita escucharla. Pero también ocurre lo contrario, canciones que en un principio te parecían inofensivas, puro relleno para vender discos, acaban creciendo en ti y aprendes a apreciarlas. A mi me pasaba con los primeros singles de Suede, que para uno tenían una carga muy negativa (rollos personales) pero que acababa descubriendo que me encantaban. O montones de canciones comerciales (así es como me acaba gustando el pop mainstream francés). Y también encuentro algo que me parece importante cuando una canción puede sufrir tal desgaste en tan poco tiempo y seguir emocionándote. Cuando uno escucha discos obsesivamente en la adolescencia, lo hace todos los días de la semana pero un máximo de una o dos veces al día. Así que si escuchas un disco tres meses seguidos puedes escuchar una misma canción unas 90 veces. Un single que tenga una vida de dos meses y que suene cada hora en la radio o que te lo encuentres en la tele, que un coche al pasar te la arroje a la cara, que la ponga un vecino, que surja como melodía de un móvil de alguien que está en el mismo sitio que tú, pongamos hace que la canción suene unas 10 veces al día, así que son unas 600 veces. Creo que tengo las ideas mucho más claras de sobre porque aprecio una canción comercial que una que guardo como oro en paño y que solo saco en ocasiones especiales “no sea que se le gaste la magia”. Aunque esto supongo que yo lo tengo demasiado asimilado y por ejemplo no escucho canciones que pueden gustarme como la de Leona Lewis o el último single de Celine Dion (que para pasmo mío es la primera canción suya que me gusta), simplemente las escucho de ese modo, cuando me las cruzo.

Sobre las escenas/el personal/los grupitos cerrados como fuente de censura o como manera de no enterarse de nada, pues… bueno, uno solo tiene que acordarse de las experiencias de la adolescencia para sonrojarse y querer salir corriendo. Claro, la cosa es como no aprenden. Quizás sea que no les ha hecho falta. Puedo entender como pinchando un tema de Alaska puedes conseguir que personas de gustos tan distintos se pongan a bailar, porque dentro de sus gustos es una canción que tienen aceptada como “grande”, sean estos mainstream o underground. El caso de Locomia o por poner otro ejemplo, Chimo Bayo es el de chocar con las apreciaciones que uno tenía de crío o de adolescente respecto a esos discos y pese a haber cambiado estás seguir tomándolas como válidas. El caso del reggaeton también puede deberse a lo mismo: no se ve como una buena canción, se ve como una invasión de una zona confortable donde uno puede bajar la guardia.

Tom Moulton es el pionero del remix tal como lo conocemos comercialmente ahora (extender una canción). Decidió ponerse a ello cuando estuvo de vacaciones en un club gay y estaba cerca de la pista de baile. Veía que la gente tenía ganas de bailar, pero las canciones, con sus tres minutos y pico, lo único que lograban era que cuando la gente se animaba y se ponía a bailar, esta ya se había acabado y vuelta a empezar. Así que se cogió unas vacaciones de unas semanas y se dedico a remezclar manualmente y montar una mezcla de una hora en una casette (o algo por el estilo) y que según él, no tenía fallos ni bajadas de ese tipo. Se la puso a varia gente y al final alguien que conocía a un DJ en Nueva York, le dijo que se la pensaba pasar para probarla con público. Pasó el tiempo y un viernes por la noche de madrugada le llama alguien a su casa y le dice que la gente la había odiado. El tipo se lleva un chasco tremendo y se deprime. Al día siguiente, vuelven a llamarle a su casa a altas horas de la madrugada y es el mismo tío diciéndole que la gente adoraba aquello y que estaban como locos. Moulton piensa que le toman el pelo y al final el DJ le explica su teoría del porqué de la distinta acogida de un día a otro. Los viernes la gente sale del trabajo y sale completamente asqueada, cansada y sin ganas algunas de que alguien juegue con ellos. Así que la música es toda conocida, todo sencillo para llevar el momento y desconectar. Según la misma explicación, la gente el sábado tiene otras expectativas y otro tono, quieren lucirse, hacer algo que puedan recordar el resto de la semana, y es entonces cuando aceptan novedades.

No se si la suma de las distintas cosas arrojan algo de luz sobre el fenómeno que padeciste con Mika, pero supongo que es como cuando todo el mundo sabe que dos personas forman una pareja perfecta, menos los afectados.

Creo que he sacado demasiados temas durante esta conversación y ha hecho que se pierda un poco el norte, aunque yo creo que están más o menos imbricados los unos con los otros, así que no me resulta extraño que quieras recapitular cosas en un determinado momento. Supongo que en cuanto vaya leyendo sobre los temas tratados los iré explicando más o menos minuciosamente en otras entradas del blog y así ser más específico (y certero).

Ana Saturno dijo...

:-( Ahora soy yo la que está bastante agobiada y no sé cuándo podré decir algo más sobre este tema. También es que primero tendría que pensar si realmente me queda algo por decir, así que por lo menos quiero darte las gracias.

Me han gustado mucho todas tus explicaciones y me he descargado las dos piezas para escucharlas frente a tu comentario en cuanto tenga un rato libre. Sé lo que es la modulación en frecuencia, de hecho me entraron escalofríos sólo con leerlo. Los ex estudiantes de Teleco tenemos algunos traumas difíciles de erradicar. Así que creo que ahora haré un esfuerzo para recordar todo lo que en su momento aprendí y olvidé y quizá con eso entienda algo más cuando las escuche.

Cuando haya llegado a algún sitio (alguna conclusión, alguna opinión), volveré y te contaré qué pienso de la música experimental después de todo, aunque eso seguramente me va a llevar un tiempo. Pero al menos me quedo con la sensación de que he aprendido bastantes cosas con esta conversación. Probablemente cosas que tendré que desarrollar en mi cabeza más despacio para llegar a asimilarlas, pero creo que ésas son precisamente las que tienen más valor.

Saludos

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