Este es el nuevo single de Martina Topley Bird. Tengo la horrorosa sensación de que la prensa musical aprovechando el hecho de que este año publican nuevo (y esperados) discos Portishead, Massive Attack y Tricky, comiencen a publicar extensos artículos celebrando lo importantes, trascendentes, influyentes y absolutamente imprescindibles que han sido las obras magnas de los mencionados y la revolución que significaron dentro de la Historia (con mayúscula) del Pop. No es que los odie ni nada y seguramente el argumento de que hicieron de tapón para un montón de música electrónica que ahora se considera clásica (por citar reediciones recientes: Gas y Sun Electric) sea falso porque igualmente sería suponer mucho de la amplitud de miras de cierta gente y aún se hablaría menos del género, pero no creo que existiese tal revolución sonora. Como sonido, admitan que la base seca y con eco y los ambientes nebulosos, podía ser novedoso, pero no provocó precisamente ningún cisma ni derramamiento de sangre. La revolución se produjo en otros niveles: uno, en la forma en la que el gran público interiorizó la música de baile considerando que podía ser digna de admiración (calidez, belleza, humanidad, etc.) al menos en algunos casos y que no todo era “frío”, “insensible” y “maquinal” y en segundo lugar, gracias a lo anterior, como un método de cambiar de forma radical el patrón de producción (en el mainstream y el underground) y la instrumentación disponible/ “aceptable” para un directo.

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