Estoy leyendo “Love Saves The Day” de Tim Lawrence, un libro sobre los primeros años de la cultura de club norteamericana que va desde finales de los sesenta hasta el final de la era disco. Supongo que será por la selección de material o por la propia personalidad de la cultura, siempre me ha resultado difícil ver las conexiones con la cultura rock, o si lo prefieren con la historia o el recuento de los hechos emblemáticos de esta y lo que sucedía en la sociedad. ¿Qué se bailaba cuando Dylan publicó “Blood On The Tracks”? Viendo incluso algunas de las listas de los temas favoritos pinchados por los DJs importantes de cada época, puedes encontrar algunos, pero realmente no los ves como una reacción a los sonidos dominantes. En el segundo capítulo Francis Grasso que pinchaba en Sanctuary (uno de los primeros clubs de baile mayoritariamente gays de Nueva York), menciona algunos: King Crimson “In the Court of the Crimson King”, Jimi Hendrix “Band of Gypsys” o Mitch Ryder & the Detroit Wheels “The Detroit-Memphis Experiment”, aparte de selecciones más evidentes con todo tipo de R&B o discos pensados para bailar como los de Babatunde Olatunji o Osibisa. Incluso mencionaba una de sus mezclas favoritas en la pista, pinchar “I’m a Man” de Chicago mientras sucedía el interludio erótico de “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin. Quizás el problema es que no sepa ver las conexiones porque la “historia” del rock está tan mitificada que se pierde la sensación de continuidad y linealidad que otorgan las listas de éxitos o las modas. Quizás sea demasiado consciente del hecho de que se pinchaba aquello que se encontraba dentro de los formatos pertenecientes a otros mercados. De todos modos, fue muy instructivo al respecto descubrir que el eslogan de The Loft, la fiesta que lleva organizando David Mancuso desde hace décadas, ese “Love Saves the Day”, tiene una connotación histórica contracultural bastante evidente cuando se logra ver.

0 comentarios:

Archivo del blog