Tengo que sacarme de la cabeza mi ridícula teoría sobre como el techno viaja desde Alemania a Estados Unidos y viceversa como consecuencia de crisis económicas o en anticipación de ellas, como heraldo de la sensación de un campo de posibilidades por explorar, de un cambio a otro modelo. Se supone que se inicia en Dusseldorf en una Alemania que ha pasado por la Segunda Guerra Mundial y cuyo pensamiento crítico, influenciado por Adorno, busca la ruptura continua con las formas del pasado manchadas por la sombra del nazismo. El salto desde Kraftwerk (y su postura crítica frente a la sociedad de consumo) a Detroit se produce en una ciudad que sufre una crisis tras el cierre de sus industrias tradicionales y que se avoca a la economía del periodo Reagan. El nuevo salto va desde Detroit a Berlín, donde el techno toma fuerza como símbolo de la reunificación y se torna fantasmal en Chain Reaction, a medida que comienzan a notarse los efectos económicos que producen. Y el último salto hasta el momento se produce desde Berlín hasta Detroit, donde el sonido del sello Ecochord, va dibujando una línea de escapismo y creciente abstracción, frente a una economía que va languideciendo debido al gasto producido por la guerra de Irak y otras lindezas económicas de la actual administración republicana y que termina con la actual recesión económica. Es una teoría divertida, pero la cantidad de información necesaria para darle cuerpo y poder ser tomada en seria es mareante… mientras tanto pueden leer estas entrevistas con Juan Atkins, Robert Hood y Theo Parrish en Resident Advisor. (Mientras se regocijan de que Wiley esté en el número 3 de las listas de singles británicas p. ej.).

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