Ayer viendo un canal musical francés, me encontré con esto*:


En realidad no estoy en la franja demográfica correcta (+35), como para sentirme incluido, aunque sí recuerdo perfectamente la canción. Curioso porque era el segundo aviso. El sábado recordé que tenía que ver el decimoséptimo capitulo de “Gossip Girl” (que ha entrado en caída libre en los últimos capítulos, incluso saltándose las leyes espacio-tiempo), y uno de los lugares donde se desarrollaba el episodio era el plató de televisión donde grababan un concierto de “Recordando los 90”. Si llegaron a ver el vídeo que subí el otro día, el señor que aparecía al principio es en la ficción el padre del chico que aparecía a continuación y se supone que tras ser estrella del rock, montó una galería de arte, incluyendo bastantes de su ex esposa. Una de las tramas menos dibujadas de la serie es la idea del padre de volver a tocar con el grupo tras la aparición de un artículo que los nombraba una de las 10 bandas olvidadas de esa década. Volviendo al punto de partida, para dar credibilidad a esto, Lisa Loeb aparecía en el episodio. Y además el grupo del padre interpretaba una canción que trataba de emular las características formales de la época. Tampoco debería sentirme incluido (sí escuché la canción en su época, pero casi siendo un crío todavía) pero es una forma curiosa en la que la sociedad me va diciendo que ya soy pasado, que debería tener una vida, que debería añorar mi infancia y en el fondo, que gaste mi dinero en ello o me muera para dejar sitio.
*Ojalá hagan versiones de Dr. Albarn, Technotronic y Haddaway.

9 comentarios:

anhh dijo...

Más pruebas:

http://www.youtube.com/watch?v=3i-D55ioIQM

Ana Saturno dijo...

Está claro que soy mayor que tú, porque esos años, y esa música fueron exactamente mi tiempo. O igual aquí empezábamos a salir antes (aunque al principio sólo eran verbenas en el colegio a ritmo de Technotronic y demás), porque hablas de más de 35 años y yo tengo 30.

Durante muchos años me he hartado de leer que la mayoría de las canciones de esa época eran una mierda. Yo, sin embargo, nunca he podido juzgarlas. Nada más oírlas me entra una punzada dolorosa compuesta por una suma de emociones y recuerdos. Justo lo que no debe pasar cuando quieres hablar objetivamente de una canción, claro.

La versión del vídeo que pones me ha parecido una aberración terrorífica. Supongo que si alguien hace una versión de canciones a las que has llegado en tu época adulta y eres una persona con sentido del humor puedes llegar a apreciarlas o al menos a reírte un poco. Pero ahora acabo de descubrir que no estoy preparada para una perversión como ésta de la banda sonora de mi adolescencia.

Es un lastre que debería aprender a soltar, supongo.

De todas formas, también es posible que ahora empiecen a decir que esas canciones eran estupendas, porque la moda de los revival ya debe andar por los 90, con eso de que cada vez vuelve todo más pronto. Supongo que habrá pasado el suficiente tiempo en la escala colectiva como para que todo el mundo empiece a hablar de lo buena que era esa música.

Saludos

anhh dijo...

Me sacas un año. Creo que por las mismas razones que expones sobre la confusión de sentimientos pienso que esta música está dirigida a una franja de edad mayor. Yo también recuerdo haber escuchado y bailado esta música, pero de manera muy inocente, pensando que si te gustaba pues ya está, si aparecía, pues era tu canción, era un guiño hacia ti. Y es una música, a la que, con perspectiva supongo tengo que agradecerle muchas cosas, tener una conexión más o menos directa con lo que fue el movimiento del acid house y la música rave, o poder escuchar electrónica o pop mainstream sin demasiados aspavientos, pero no tengo una distancia crítica con ellos, como por ejemplo, tampoco puedo tenerla con Nirvana o con los Lemonheads de “It’s a Shame About Ray” y no creo que tenerla o escucharlos con detenimiento me aporte gran cosa. Pero sin embargo, la música que decidí escuchar años después, sean los Planetas, Yo La Tengo o Sonic Youth los afronto de otra manera completamente distinta, porque fueron una decisión consciente, una elección estética y una música que representaba lo que yo era o quería ser. Y sobre algo que estaba bajo mi decisión, al menos puedo admitir que estaba o no equivocado en mis planteamientos.

Hace poco Ewan Pearson, en una columna hablaba como había disfrutado mucho más con música supuestamente aborrecible que con las referencias más exquisitas de las que hablaban en la prensa especializada. Y no creo que fuera por una defensa de la “tontura”, el tipo trabajo en la universidad y ha publicado en coautoría un libro académico sobre música electrónica. Pero admite que el hecho de poder recordar quince o veinte años después la letra de una canción, significa algo y es algo muy poderoso. Y yo creo lo mismo. Cuando salió Britney Spears, yo era un indie recalcitrante, pero en este mismo instante si trato de recordar la música que escuchaba en aquella época no recuerdo ninguna, y el single de la Spears puedo recordar bastante parte de la letra. Pero no es tampoco un adoremos el mainstream. Recuerdo perfectamente el tiempo en el que escuche varías veces al día, día tras día durante meses, el segundo de Slint, My Bloody Valentine o Red House Painters. Pero lo englobo todo en la misma categoría: pop. Quizás estas canciones sean horteras, quizás sean algo simplonas, quizás sean puro chicle, quizás estaban ocurriendo cosas más interesantes en otras escenas pero el espacio en la radio y la televisión lo ocupaba esto (que siempre es un argumento más ideológico que una situación real) pero son fantásticas y el tiempo no las ha borrado todavía (mirando los comentarios en Youtube, había bastantes de gente que había nacido cuando esa canción se había publicado y les parecía una gran canción). Y sí, lo primero que hice al reconocer la canción fue acordarme de sus familiares,…

Ana Saturno dijo...

Suscribo tu primer párrafo palabra por palabra (excepto la primera frase :-D), a mí me pasa igual.

En cuanto al segundo, yo creo que hay un componente en todo esto que tampoco se puede despreciar, y es el hecho de que la mayoría de la música más "difícil" uno aprende a entenderla y apreciarla en solitario o comentándola con unas pocas personas escogidas. Sin embargo, la música más accesible por un motivo u otro permite un disfrute más colectivo. Te permite tener empatía con la gente en general, algo que supongo que ayuda a la gente a situarse en unas coordenadas sociales, o como mínimo, espacio-temporales.

Saludos

anhh dijo...

No soy precisamente la mejor persona para hablar de memoria o de recuerdos. Hace algunos años, por una tontería personal, fue como si apretara el botón reset y me librara de la mayoría de cosas. Mientras escribía algo como respuesta, me he dado cuenta de que quizás habría que diferenciar entre recuerdos, memorias o acontecimientos. Yo puedo recordar con nitidez como fue la primera vez que escuché “Pithecanthropus Erectus” de Charlie Mingus sonando por la radio, recuerdo también el lugar, pero no exactamente el lugar en la secuencia de mi vida, puedo creer que fue en tal año y quizás fuera dos antes o dos después. Digamos que eso es un acontecimiento. Por seguir con estas definiciones informales digamos que un recuerdo es algo que puedes relatar y situar en el tiempo en relación a otros acontecimientos. Recuerdo que el “Spiderland” de Slint fue la banda sonora de mi último año de instituto, en el que creí que iba a repetir el curso, que iba a decepcionar a mi familia, que perdería el contacto con mis amigos, que me quedaría sólo en mi ciudad (casi todos mis amigos eran compañeros de curso), etc. Puedo recordar el año siguiente escuchar repetidamente por motivos de igual inestabilidad emocional y personal “Her Handwriting” de Trembling Blue Stars. Puedo recordar el año de “Ladies and Gentlemen, We’re Floating in Space” por los programas que escuchaba en Radio3, y la secuencia de las grabaciones que hacía en casetes de los directos del grupo, etc. Por algún lugar leí que la memoria del ser humano está pensada para contar historias, y así es más fácil recordar una demostración de un teorema matemático como pasos para llegar a una conclusión que de cualquier otra manera, o estructurar tu vida de manera lineal, etc. El recuerdo encajaría ahí. Y supongo, las memorias, son cuando te encuentras con CDs viejos de mp3s, y al escuchar las canciones te recuerdan los blogs que leías, o que estas canciones no te gustaban pero le hacían gracia a un conocido o alguna otra persona, o asocias una canción que no has escuchado en mucho tiempo con recuerdos que creías olvidados. No se, ahora me viene a la cabeza una canción de Los Caños (oh, respira) que está asociada con una entrevista divertida en aquel momento en la MTV, los presentadores y supongo cuales eran mis sensaciones y una impresión muy general de cuales eran mis sensaciones en aquel momento de mi vida. O escuchando un disco de Ornette Coleman, me encontré una canción que había olvidado ya había escuchado en un programa de radio y lo uno con las sensaciones de sintonizar la radio, las escuchas en la oscuridad, etc. Pero supongo que hay puntos en los que las definiciones se superponen. Tener un recuerdo importante en un momento en relación con otras personas gracias a la música, no sabría muy bien donde encajarlo. Recuerdo perfectamente encontrarme con una chica con la que compartía intereses (mangas) y de la que había estado más o menos enamorado durante algún curso del instituto, no muchos años después de haber terminado en un centro comercial, ella empujando un carrito con bebé, por la forma de reaccionar, seguramente no su hermano ni el de ningún conocido, y la canción que sonaba era “Can’t Get You Out of my Head” de Kylie Minogue. Y más bien lo recuerdo por la sensación de culpabilidad de estar disfrutando todavía de una vida de estudiante mientras otra gente, con mayores posibilidades ya estaban “viviendo”. O una noche de madrugada, en coche con unos amigos, sonó una canción que todos conocíamos y que casi todos cantaron como si fuera un momento que fuéramos a recordar toda la vida. Recuerdo no haberla cantado, recuerdo que era de Tam Tam Go (“Espaldas Mojadas”) y también que un par de años después aquello había sobrevivido a nuestra relación. Y cosas así. Supongo que te doy la razón en que las canciones más sencillas son las que intervienen en esos momentos, porque si recuerdo música más “difícil” (ya sea Conlon Nancarrow o los ya mencionados Trembling Blue Stars) están en un contexto diferente, pero no se si debe a que la música es la que te encuentras en esos momentos sonando en radios comerciales, bares, etc. Supongo que puede ser también de otra manera. En mi segundo año de facultad, un compañero de clase, sufrió el descubrimiento de Silvio Rodríguez y estuvo escuchando ininterrumpidamente durante meses sus discos, motivo de bromas siempre por sus compañeros de piso. Y ahora asoció esa música con ese tiempo: las tardes, las vistas desde ese piso, la luz, los acontecimientos, etc. como si se condensaran alrededor de ello. En fin.

Por hacer una digresión sobre el tema de la “complejidad” o “dificultad” de la música, leí un artículo que trataba sobre la mitología y como sus temas e historias se referían a algo primordial, la conversación de los órganos corporales y trataba de explicar como los diferentes motivos recurrentes se referían a experiencias o sensaciones que todos experimentamos, como la sensación de muerte, el conflicto, el amor, etc. También el mismo autor quería diferenciar y defender la mitología frente a la novela, ya que mientras la última es más compleja y habla con mayor extensión de nuestras experiencias como seres vivos no consiguen alcanzar la misma carga simbólica que aquellos, como no se, el mito fundacional de muchas religiones como la tierra aparece desde el océano (una metáfora del feto en su periodo de desarrollo), el mito de Edipo, etc. Supongo que eso se puede trasladar al mundo de la música y tratar de explicarlo con el símil de las relaciones humanas. Uno se puede encontrar con un desconocido en una cola de algún sitio y establecer una conversación amena, interesante y que se acaba en si misma. Digamos que esto es algo que siempre podemos hacer, así que es un bloque simple, una unidad. Las relaciones pueden aumentar en complejidad, llegando a los extremos de las que uno tiene con un amigo de muchos años, una pareja, su madre, etc. que requieren otra predisposición y que si uno es ajeno a ellas, no puede entender en un primer contacto. Si quieres ver esto como una casa, pues puedes verlo así. A mi lo que me mata de la crítica en el mundo del rock es la idea de que toda la música que es “buena” debe aspirar a ser como la relación con mi padre, “profunda”, estableciendo un orden jerárquico donde la conversación con un desconocido es una “banalidad”. Yo no me guío así por la vida, ni quiero ni necesito ese grado de profundidad en todas mis relaciones, porque todos sabemos que el mundo no funciona así y que hay algunas que siendo superficiales te hacen mucho más feliz que si estuvieran llenos de confesiones y reflexiones vitales. Valoro las cosa por lo que son en si mismas. En un libro de literatura, decían que había que leer a Proust, pero que no se podía pretender leerlo a todas horas del día. Resulta fácil conectar con el significado de una canción de R&B o con un tema de rock urgente, son sensaciones sencillas y uno puede tender hacia estadios más complejos. Supongo que cuando era un talibán indie vivía en un plano diferente, más sofisticado pero tampoco excesivamente complejo y eso estaba asociado a una imagen de mi mismo y lo que me rodeaba muy concreta, y supongo también, al perder la confianza en esas expectativas, la música no me decía nada, y tuve que volver a construir con bloques más pequeñitos un edificio nuevo y distinto. Puaj, cuanto modo confesional. Y ni siquiera se si te he contestado.

anhh dijo...

Por hacer honor a la “sinceridad” de la respuesta anterior, la canción de Los Caños (la única que me gustó de ellos pero fantástica) era esta:
http://youtube.com/watch?v=54cFNRr8qwk
Y esos cortes de pelo estaban de moda en según que zonas y barrios aquí en Andalucía.

Ana Saturno dijo...

Bueno, si consigo abstraerme del vídeo la canción de Los Caños no está mal.

Negaré haber dicho esto ante cualquier jurado. :-D

Lo que yo creo es que la historia de cada uno va asociada a la banda sonora del momento durante determinados años (véase la adolescencia). Después, cuando uno empieza a elegir conscientemente su camino musical, es decir, lo que quiere escuchar, las emociones empiezan a pasar a un segundo plano. Incluso se manipulan dichas emociones adrede, cuando uno cree que esa música "tiene" que hacerlo sentir de una determinada manera y no se permite a sí mismo ninguna otra cosa. Me refiero, por ejemplo, al aburrimiento, que a mí me ha asaltado muchas veces escuchando cosas que "me tenían que gustar", y trataba de camuflarlo bajo cualquier otra opinión, casi siempre más intelectuales.

En el fondo a veces pienso que el problema es que ahora no vivo las cosas con la misma intensidad que antes. El hecho de hacerse adulto le quita muchísima diversión a todo, aunque en su día la mayoría de las sensaciones no fueran buenas y ahora sí, pero desde luego lo vivía todo como si se fuera a acabar el mundo. Ahora ya no. Igual es por eso por lo que recuerdo con más claridad los momentos de hace muchos años en los que sonaron determinadas canciones (como la primera vez que escuché el Cannonball de las Breeders), aunque fueran momentos normales y corrientes en aquel entonces (estaba merendando en casa de mi abuela y el vídeo apareció en la tele). Hoy día sería incapaz de decir cuándo escuché por primera vez canciones que hayan llegado a mí de forma más reciente.

Cuando estaba en primero de carrera empecé a escuchar a Pulp obsesivamente. Sigue siendo mi grupo preferido, y tengo una relación especial con esos discos, pero la viví de forma completamente individual. El Different class me lo cogían prestado unas amigas en el Colegio Mayor en la época en que les dio por hacerse indies, y lo ponían para bailar como era la moda en la sala Maravillas por aquel entonces. A mí me reconcomía las entrañas verlas, porque sentía que estaban banalizando lo que para mí significaban aquellos discos. Nunca les dije nada, porque al mismo tiempo yo ya tenía aquella filosofía de "deja que cada uno escuche lo que quiera y no te creas mejor que ellos por escuchar otras cosas ni por hacerlo de otra manera", como reacción a un comportamiento que era habitual en esa época y que hoy todavía veo a menudo. Con el tiempo mi relación con ese disco sigue intacta, pero no mi amistad con ellas, aunque no por esa razón, claro.

Todavía hoy me pasa algo parecido. Hace tres semanas pinché el Disco 2000 enmedio de una sesión y muchas de las personas que estaban en el bar (todos conocidos y amigos) se la sabían de memoria. Yo los miré un poco alucinada, la verdad, eso no me pasa habitualmente, más bien nadie la conoce, pero sé que durante un par de segundos, antes de alegrarme, por mi cabeza pasó la idea "pero para ellos no significa lo mismo que para mí". Qué le vamos a hacer si pertenece a mi registro sentimental, sin más motivo concreto que haberme acompañado en mi despedida de la adolescencia.

Es igual que poder identificar a la perfección la canción que sonaba cuando me encontré al chico que me gustaba en el instituto en una discoteca, cuando yo tenía 16, y ser capaz casi de recitar de memoria los temas que sonaron aquella noche, todos del estilo del Rythm of the night original y similares, incluso cuando nunca llegó a pasar nada (y con eso me refiero a que ni me miró ni supo nunca de mi existencia). Sin embargo, en momentos posteriores, de tres o cuatro años después, que fueron más importantes en mi vida sentimental, no tengo ni idea de lo que sonaba, o sólo un vago recuerdo.

No me molesta el tono confesional, como tú dices, que ya ves que yo también uso a menudo. Lo importante es poder encontrar ideas detrás de los ejemplos.

Una anécdota bastante tonta que ha marcado un poco mi relación con la música fue lo que me pasó en un viaje de Madrid a Las Palmas en mi primer año de carrera (yo era muy indie en aquel entonces y estaba muy orgullosa de la música que escuchaba). Había unos chicos, dos hermanos japoneses, intentando convencer a la chica que se había sentado a su lado de que El País de las Tentaciones era una mierda. Yo llevaba todo el viaje intentando trabar conversación con ellos, así que cuando nos levantamos para salir del avión y quedé cerca de ellos en el pasillo les dije que estaba de acuerdo. La chica nos miró como si fuéramos perros verdes, y yo me sentí orgullosísima de poder identificarme con ellos, de tener un sentimiento de pertenencia a algo que no he vivido casi nunca en mi vida. Entonces nos pusimos a hablar de conciertos y les dije que el mejor para mí ese año había sido el de Sonic Youth. Ellos me dijeron que si había ido al de Tortoise y les dije que no. Tortoise para mí era como una tortura china, algo imposible de escuchar. Entonces me dijeron que me había perdido el mejor concierto del año y al poco salimos del aeropuerto y nunca me los he vuelto a encontrar. Yo, en aquel momento, comprendí que, por mucho que me esforzara, nunca llegaría a apreciar la música de la misma manera que la gente de la que intentaba rodearme.

Me he pasado años intentando librarme de esa sensación y aprendiendo a establecer una relación particular con la música. Más o menos creo que lo he conseguido. Creo.

Y me callo ya.
Saludos

anhh dijo...

En fin lo malo del modo confesional, es que aunque uno esté encantado de haber leído tu respuesta y haberse sentido identificado con muchas de las opiniones, ideas y experiencias, resulta difícil responder. Supongo que me saldré por la tangente.

Cuando mencionas lo de la intensidad de las emociones, supongo que es una cuestión de interpretación. Tú crees que has perdido algo por el camino y yo creo que he dejado de añadir cosas. Cuando escuchaba discos durante la adolescencia, lo hacía con tanta frecuencia que se convertían en mapas de un terreno que uno conocía y exploraba. La diferencia es que ahora me dejo llevar por el viaje, mientras que antes este era una serie de estaciones que debía coronar, una serie de acontecimientos (un solo de guitarra que entra, un cambio instrumental inesperado, un órgano que comienza a sonar en la distancia…) que exigían una respuesta por parte de mis emociones. Como si estas fueran infalibles, como si el disco sólo pudiera funcionar de un modo, como si no tener dichas emociones fuera una falta de respeto al arte. Quizás sea un modo de escucha muy masculino, no se, no tengo idea, el problema del indie es que todo el día se jacta de sus emociones pero casi nunca habla sobre ellas o trata de desentrañarlas: se dan por supuestas y sobrentendidas.

Y no creo que se trate de deformación, creo que es algo intrínseco a lo indie. Los indies tienen una idea económica, una idea de la sociedad pero no tienen ideas políticas propias, solo las de sustitución de los valores actuales por unos mejores o más acordes con los suyos. Pero sobre todo ser indie es una cuestión estética, una idea de lo que es el arte. Eso está muy presente en el discurso en la prensa especializada. Yo siempre me acuerdo de un comentario de Juan Manuel Freire sobre “alcanzar la emoción pura”, y uno que cree tener algo de experiencia al respecto se pregunta cual o la necesidad de usar el singular. Una de las virtudes del arte es que un mismo objeto es inagotable en su capacidad de significar cosas distintas a cada persona que se enfrenta a él. Por tanto hay interpretaciones válidas, pero difícilmente serán únicas.

Supongo que no es cuestión de proyección. Recuerdo que hace algunos años los grupos tristones hacían discos tan parcos, con tal grado de matiz, que uno podía proyectar dentro de la música lo que quisiera, siendo a veces más importante los añadidos que el valor de la propia música en sí, reducida al papel de acompañamiento (siempre el análisis de las letras como receptoras del contenido), en fin, estoy dormido, no tengo ganas de soltar otra vez el sermón sobre los indies. Digamos que ese modo de escucha lo puedo entender de forma puntual, pero cuando se convierte en el único y donde lo que uno aporta en ocasiones es más que lo que la música propone… pero digamos que ese proceso existe, con las diferencias de materiales (en forma de vivencias) de cada uno, pero que desembocan en un tipo particular de apreciación y es uno de los rasgos que como mencionas hace que uno se sienta dentro de un grupo.

Ana Saturno dijo...

Sí, supongo que lo malo de explicarse a través de experiencias propias es que no se trata de aceptar o rebatir una teoría, sino de evocaciones que a uno le van produciendo ideas sueltas. Al menos ése ha sido mi proceso mental en estos comentarios, porque si lo pienso un momento, no he dicho nada demasiado coherente ni que se pueda generalizar.

Pero me ha gustado la charla, eso sí. :-)

Saludos

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