Siempre me sucede igual. Escucho demasiados discos de pop/rock y después, de una tacada, un montón de música experimental. No son bloques tan definidos en blanco y negro. Debo haber escuchado música experimental y haberla apreciado, es sólo que mediante descargas en otros sitios, es más fácil toparse con lo que sucede en la actualidad. En el otro bloque, uno debe buscar los discos, comprarlos o esperar que alguien haga lo propio y los decida compartir.

Un problema recurrente de este modo de organización es que emocionalmente no tiene ningún sentido. Escuchamos pop para dejarnos llevar, para que nos acompañe, para sobrellevar el día, para emocionarnos, para no tener otro tipo de cosas en la cabeza o cualquier excusa. Escucho música “experimental”, quizás la diferencia sería en el verbo “escuchar”/ “oír”, para detenerme en las texturas, las estructuras, los desarrollos, si quieren las ideas. Estos modos de escucha no son opuestos. Enfatizo unos aspectos mientras diluyo otros, por costumbre, por decisión propia, por pensar que es así como lo he hecho uno toda la vida y por ello mismo le gusta. El problema real es de continuidad. Si tengo un grupo nuevo de discos abandono los anteriores. Pero, bueno, los sentimientos parten de flujos de neurotransmisores en el cerebro. Si durante unos días he estado escuchando música de manera “emocional” (bailando, tatareando, moviendo el culillo, perdiéndome en los estribillos o repitiendo las canciones hasta hacer desaparecer el mundo), mi cuerpo se acostumbra a un estado y unos efectos determinados. Al cambiar de modo de escucha, no inmediatamente, pero al paso de los días, se siente inestable, frágil, insatisfecho, inquieto, dolido. “¿Qué ha sido de mi?”, “¿Estos discos son la música correcta para mi?”, “¿de verdad me comportaba así hace sólo unos días?”. De manera curiosa, tras días escuchando como quien mira una pared, los detalles comienzan a emerger y tienes que hacer cosas distintas, rebelarte contra tus excesos. Escuchar a ese pianista y tratar de ver las manos sobre el teclado, la ejecución material de esos sonidos, los motivos que se repiten, las ideas que está desarrollando con uno o varios aspectos del material sonoro (melodía o su ausencia, armonía, textura, ritmo, construcción de la pieza, etc.). Escuchar los pulsos de las frecuencias electrónicas, mirar las notas y ver cuando se hicieron los discos, imaginar lo trabajoso que puede haber resultado la consecución de estos sonidos (en el IRCAM, programaban los sonidos y en ocasiones tardaban un día en realizar todos los cálculos antes de escuchar nada, como para no estar seguro de lo que se quería). En el fondo no está mal. Es un detenerse, reflexionar y volver a lo anterior. A veces apreciando mucho más lo que se está escuchando como pop. Otras estropeándolo completamente, como una comida que se ha dejado enfriar.

Es mitad de octubre. Es hora de ponerse a terminar la lista de lo “mejor” del año. Tenía una con cerca de treinta discos. Habrá que tachar y escribir cosas nuevas.

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