Persistencia del deseo

Durante una conversación con un amigo, me planta un sobre en las manos para que descubra cual es su contenido. Tres entradas de concierto, una para Oporto, otra para Leipzig y la última para Berlín. Además añade que seguramente seguirá al grupo durante su gira española cuando se anuncien las fechas, y quizás alguna más, dependiendo de las circunstancias. Me llama la atención la diferencia de fechas entre las actuaciones en Alemania (dos días aunque avisa de que si hay lleno puede aparecer una segunda fecha). Ya saben, de repente, surge la idea de algún lugar oscuro de mi cabeza. Ya saben “ya que estás allí y si no tienes nada que hacer podrías conseguirme…”. Suena un poco ridícula. Era como cuando, sin internet uno necesitaba buscar en ciudades grandes la prensa y revistas extranjeras, o si alguien viajaba a Gibraltar pudiera encontrar alguna de las revistas británicas de más difícil circulación. En todo caso no se trata de comprar nada, simplemente es un proceso de documentación de un par de lugares, mitificados en mi cabeza, contemporáneos, de probada y amplia repercusión en círculos especializados, en los que es posible nunca ponga un pie. Hard Wax y Berghain. La construcción de una emoción a partir de la recreación de un espacio que no se ha habitado. La búsqueda de una sensación indescriptible, como la que se tiene viendo una película. Una sensación de plenitud e incertidumbre, de posibilidad dentro de un muro de desconocimiento sobre aquello que puede suceder, el presente suspendido. En realidad, no acaba en la búsqueda, el objetivo es la posesión, el decir que esa sensación prestada, esa salpicadura que llega desde la pantalla es algo que uno tiene dentro de sí, algo que puede lograr. En retrospectiva sobre todo el segundo destino resulta particularmente humorístico al imaginarlo como una visita breve. ¿Harían fotos a la gente teniendo sexo en las esquinas?

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