The Quietus tiene un repaso corte a corte del nuevo disco de Dizzee Rascal. Si quieren aumentar la excitación ante el inminente lanzamiento pueden probar a leer la entrevista que The Observer publicó este fin de semana pasado. Yo todavía tengo que superar el “¿En serio quieres eso?” que solté cuando leí el titular. Que singles como “Bonkers” (con Armand Van Helden) o “Holiday” (con Goldie en bañador soñando con Ibiza en lugar de Ayia Napa) suenen a techno o trance (parece que revival a la vista, el productor es Red One, el de Lady Gaga) de hace no tantos años lo leo como un síntoma del momento cultural. Más o menos eran las músicas (comerciales) que sonaban en otros clubs que no pincharan 2-step en el Reino Unido. Es decir, que convivían en espacio y tiempo en canales no especializados, en distintos programas de radio que se solapan, en coches pasando y a través de las paredes, en las listas de éxitos. Una evocación de un momento de celebración en concreto, la electrónica iba a sustituir al rock, del ¿último? disponible o el más próximo (aunque a la vez, distante en otro sentido) al momento actual. Supongo que alrededor del 98-99. Es decir, con el “futurismo” llevado a la realidad y el “optimismo” del gobierno de Tony Blair como telón de fondo. Antes del 11-S. Cuando la historia se había acabado, y siguiendo la experiencia de la campaña de Bill Clinton, la manera de reformular la izquierda era apelando a todos estos ciudadanos “libres” para cambiar aquello que hacía el mundo un lugar peor. El uso de los sondeos como modo de tomar el pulso de la opinión pública y mediante las entrevistas de estos, legislar de acuerdo a los deseos e intenciones de estos individuos “libres” tanto en lo local como lo internacional. Antes de los problemas de la puesta en práctica de dicha concepción de la sociedad y los medios para optimizarla. Pensar, pensar, leer, leer, darle vueltas, darle vueltas,… A ver si sale algo decente de esto.

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