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Veamos. En el artículo que dedicaron a Joker en el número pasado de The Wire (1), hablan sobre como de niño mientras jugaba a los videojuegos, la banda sonora de estos se mezclaba con la música R&B que escuchaba su madre. La obsesión con los videojuegos y el futuro que estos parecían prometer no es nueva, seguramente es una experiencia contemporánea desde el inicio, con la música electro. Pero al menos resulta curioso como de repente parece estar en el imaginario de una serie de artistas dentro de escenas más o menos conectadas. Flying Lotus tiene su propio videojuego en su web. El tema que Martyn aporta al recopilatorio de Hyperdub se llama “Mega Drive Generation”. Brackles tiene un tema que es la pronunciación en japonés de “Street Fighter” (por cierto si alguien necesita un nombre para un grupo musical la pronunciación en japonés de Usain Bolt es perfecta: Usarin Borto, seguramente un grupo de noise). Rustie en su último lanzamiento samplea sonidos de Super Mario y alguno de esos bucles sonoros que comparte con el disco de Zomby, recuerdan bastantes a los que uno puede encontrar como efectos sonoros en juegos tipo Pac Man. Y los estados sintéticos en los que parece habitar Zomby en su último single, reflejan bastante bien lo que es estar absorto en un juego, siguiendo una serie de reglas más o menos caprichosas, con sonidos repetitivos y eventos que se han de superar, entrando dentro y fuera de la fase consciente.
En el artículo mencionan los juegos de Sonic. Este enlace en YouTube es el de un tipo pasándose un juego completo en 22 minutos. Las referencias futuristas y los sonidos, digamos, urbanos, están ahí. Además de la mera nostalgia, hay un elemento que creo que se adecua bastante bien a músicas como el dubstep o el grime: los juegos, el desarrollo de estos como juegos de plataformas, son lineales pero llenos de eventos y no difiere tanto del modo en que se programa una base, tantos compases de este loop, una pequeña variación cada situada aquí y allá, aquí entran los teclados, etc. Por ejemplo, uno puede recordar cual era la fórmula del dubstep hace unos años: el step, la poderosa propulsión de los ritmos y el elemento dub, la presencia de otros elementos que buscaban la repetición, el eco, el efecto de expansión y disolución que puedes encontrar en Basic Channel. La fórmula no funcionaba demasiado bien, pero yo al menos creo, las sensaciones que puedes encontrar en estos juegos se adecuan a esto: el juego siempre tiene que ir hacia delante pero tu imaginación se queda flotando en los ambientes, en los fondos, imaginando que puedes explorar estas ciudades, que puedes perderte en sus recovecos, tener nuevas aventuras, encontrar otros mundos, como se encuentran fases “ocultas”.
Mi primera reacción al escuchar “Purple Wow Sound” fue relacionarlo con mis sensaciones jugando “Grand Theft Auto”, no necesariamente los momentos de acción, pero si el circular por las ciudades, descubriendo sus lugares, la gente paseando, la noche y el día sucediéndose, los cambios en la meteorología. Es decir, de nuevo la sensación de potencial, de un mundo y nuevas cosas que parecen estar a punto de llegar. Y evidentemente, el vehículo y las carreteras esa sensación de linealidad, de continuidad y avance. En “The Rest is Noise”, cuando Alex Ross trata de explicar la música minimalista, usa la metáfora de los grandes espacios abiertos y la experiencia de viajar en ellos por carretera. Ver como el paisaje se abre a ti, y este se modifica, aquello que parecía pequeño o lejano, se acerca a ti, siempre lo mismo, siempre diferente, hasta que lo pasas y desaparece.
Este es el elemento sencillo. El que es un poco más complejo es el sonido urbano. Uno porque realmente aunque tenga afecto por sus sonidos, no tengo una concepción de su historia. No conozco las modas ni los one hit wonders, ni aquellos temas que son clásicos sin ser obvios y en muchos casos, ni siquiera la historia tras los productores y artistas más famosos. Puedes sacar el tópico del estilo, la necesidad de inventarse pequeñas modificaciones, nuevos movimientos, cambios de peinado, nuevos sonidos que sorprendan para diferenciarse del resto, y sí, eso es una presencia continua, aunque no necesariamente la corriente principal, en el R&B desde hace unas décadas. El problema es que el significado de esos cambios, que son costumbres, tradiciones, cosas que hacemos habitualmente en nuestra vida, tiene una relación directa con los acontecimientos históricos. Más allá de la tecnología o las texturas, un tema de la era Clinton, difiere en intencionalidad de un tema que busca sólo diversión, baile o ser una slowjam de la era de Bush padre o hijo. Pero en un sentido emocional, y como supongo demostró el mix de Kode 9 hace unas semanas, los espacios sintéticos funcionan de modo similar a nuestra descripción de las sensaciones de los videojuegos. Es un querer llegar a ser, a tener, a estar en, una aspiración (social). Obviamente, la lectura será diferente a lo que puede significar en origen, pero bueno, de lecturas equivocadas está hecha la historia del pop. Claro, si las sensaciones, son las de algo que esta por llegar, que puedes sentir en las yemas de los dedos, en los poros de tu piel, pero que parece desvanecerse a cada momento, surge una pregunta funcional, si quieren ontológica: ¿puede esta música alcanzar ese estado o simplemente se conformará (en múltiples sentidos) como evocación?
Puede parecer una pregunta tonta, pero en cierto modo entronca con ciertos temas que voy encontrando en la escena funky o en el wonky. Un querer distanciarse de la crueldad de los tiempos y una búsqueda de algo utópico: todo el tema lírico de emociones que no se pueden describir y momentos en los que parece que algo sucederá en uno, toda la liberación formal y el juego con los (rígidos) modelos aprendidos con la experiencia del dubstep en los otros casos. Incluso si uno lee los títulos de los temas en el disco de Silkie, todos suenan como evocaciones de momentos futuribles, de situaciones imposibles pero realizables (un quasar, un planeta desconocido). Incluso el título del disco (City Limits Vol.1) habla de la frontera entre lo conocido y lo desconocido. La intención me parece buena y desde luego están haciendo el año más llevadero, pero la sensación que uno tiene es si esto será un giro hacia lo retro (y el funky tiene innovaciones sonoras y estilísticas propias pero se mira y remira en el 2step) o quiere formular nuevas propuestas con un lenguaje que en estos momentos sólo puede hablar en conceptos desarrollados con anterioridad en otros géneros musicales, en otros momentos del continuo hardcore. Y sobre todo, que el lenguaje del deseo, en lugar de la necesidad, lleva desde el siglo pasado siendo el modo en que se expresa el consumismo.
1 comentarios:
Que buen blog el tuyo. Saludos desde México! Tal vez no venga al tema pero también está Axon con su canción Duck hunt. :)
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