Creo que otra entrada que fastidio. Tenía pensado hacer un par de entradas largas antes de dejar un poco abandonado el blog, pero la de AKB48 (que pasaba desde las diferencias entre la ontología entre Deleuze y Badiou, lo raros que eran los discípulos de Althusser (Badiou y su libro sobre Sarkozy, Balibar (cuya hija parece es la protagonista de la próxima película de Pedro Costa) o Ranciere (que ni siquiera sabe muy bien lo que es)), la larga historia de manipulación de las agencias de management en Japón, la carrera musical como un ganar tiempo mientras se llega a la vida adulta (a cualquier vida adulta) frente a la repetición de narrativa dramática de la actuación de fin de curso (“cuando la gente me vea en el escenario sabrá quien soy realmente”), fotos subidas de tono, la fórmula “materialista” de negocio del grupo (que gira alrededor de un teatro donde las chicas actúan todas las semanas, donde se pueden comprar ediciones no disponibles en ningún sitio, con servicio de pago para poder descargar los conciertos por internet, etc.), reflexiones sobre la contingencia y la inmanencia como modo de llegar a la inmortalidad (o al menos de marcar un instante a fuego en la vida de quienes están presentes) frente a las estrategias de “trascendencia” habituales en la música popular y las virtudes de hacer un hogar de una casa o un piso cuando uno muere o ya no está) ya se me ha pasado y la otra (que comenzaba desde tres producciones/composiciones/ediciones recientes de Max Martin (1, 2, 3) tratando de buscar que tipo de público debería ser su consumidor, ya que uno encuentra a los personajes e intérpretes que las atraviesan (en el caso de que puedan tolerar a las intérpretes (creo que Michelangelo Matos dio completamente en el clavo cuando consideró la “trasgresión” de “I Kissed a Girl” como la banda sonora perfecta para la llegada de Sarah Palin)) en sus historias o en las ficciones que las promocionan histriónicos, bordeando la locura, hiperactivos e inconsecuentes, sofisticados y brutales, enterados de todo e incapaces de reflexión alguna sobre sus problemas, adictos al multitasking y a vociferar sus opiniones en las formas más locuaces y venenosas pero completamente inanes más allá de ello, definiéndose como individuales a toda costa y siendo completamente dependientes del contexto, absolutamente irónicos sobre la vida (la cantidad de elementos de estilo “evidentes” y “ridículos” en su uso, gruesos en su disposición, empalagosos, redundantes hasta lo tóxico, eficaces y adictivos que atraviesan las composiciones) acaban “rendidos” a la “verdad” de sus emociones en su ejecución (el caso más evidente el segundo), como toda la capacidad crítica se basa en uso “troll” de la asimetría del pensamiento moderno (que siempre atacará algo por lo impuro de sus mezclas mediante todo tipo de montajes “impuros” de razonamientos, informaciones, conceptos, datos científicos, etc.) y su uso habitual en internet para no ser molestado y ser lo más conservador posible (aunque no necesariamente inmovilistas, no divergentes de las normas dominantes del mercado, p.ej. en el aspecto visual la brevedad de los planos, el salto continuo de estos para no perder el ritmo y llegar a los momentos flojos de la interpretación aunque sea a costa de la claridad de exposición, la distancia en la que se enmarcan los cuerpos dentro del plano, la saturación del diseño de producción, etc. mientras en lo sonoro nos encontramos con la parquedad de fuentes sonoros para garantizar una mezclar clara, el uso de la fórmula narrativa en la letra, el uso del multipistas y la ecualización para subrayar la emoción en la voz, etc.), el franco aburrimiento que genera el binomio denuncia/alabanza (y como todos aceptamos estas reglas del juego sin objeción alguna), las conexiones de esto con la condición postmoderna/neoliberal con su manifiestos de libre mercado y capitalismo salvaje y su espacio de movimiento social que hace de protesta y trata de curar las heridas de los que quedan aplastados por el camino y como es el desdén o la emoción distanciada de aquellos que deben mantener la pose en los lugares musicales que se mueven en dichas coordenadas (Jenesaispop, Popjustice, The Lipster, ONTD, etc.)) creo que necesita demasiado trabajo todavía. Así que aquí lo dejamos y cambiamos de ritmo. Aunque si lo prefieren pueden quedarse leyendo esta historia alternativa o paralela de la carrera como crítico de Simon Reynolds.

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