Algunas escuchas recientes:

Aunque lo esperaba del primer disco, parece ser que el segundo CD de “This is UK Funky House Vol.1” también está mezclado. Bueno, ya saben como son las mezclas habitualmente en el funky house: en este caso largas porciones de los temas con transiciones donde se van enlazando los temas o intercalados sonidos de rewinds. Tal vez hagan aquello de ir colando motivos de otros temas que aparecerán después en el mix, realmente no he prestado tanta atención. Parece que otra serie de estrategias formales como hacer sonar riffs de temas populares para interpelar al público, intercalar momentos de músicas ajenas a los combinaciones habituales del género (música cubana, cumbia, etc.) sobre la característica pulsación rítmica de las producciones habituales o los drops o shouts de los productores. Incluso los MCs que improvisan líneas por encima del flujo de la selección sonora. Supongo que es algo que me ha decepcionado aunque no llego a comprender cuales son las posibles razones de los artistas para ofrecer aquello de lo que ya hay sobreabundancia (y gratuidad). ¿Debería entenderlo como un signo de autenticidad, del mix como representación de la pluralidad de la escena frente al típico recopilatorio como ejercicio de caja por parte de la multinacional o el sello grande de turno? ¿Un síntoma de cobardía ante la muy razonable posibilidad de que los recopilatorios cambiaran el estilo desde el estadio de scenius (aunque no se si el termino es adecuado en el sentido que lo imagino para un movimiento con tal grado de conciencia de si mismo) al de productores que licencian sus temas, tienen que hacer giras para pinchar, sonar en las radios, hacer remixes para estrellas (o no) del pop-rock y en definitiva, tienen que ganarse la vida en lugar de sueños de cambio o creatividad? ¿Un signo de conservadurismo, en el sentido de que tendrán que consultar con nosotros para saber lo que suena ahora, aquello que tendrán que buscar en las tiendas especializadas, aquello que no vamos a regalar a aquellos que no están dentro? ¿Una manifestación (más) de una postura intelectual sobre el desarrollo que ha de tener la escena en la cual todo el mundo parece tener una idea de hacia donde debe ir? En realidad puedo entender y compartir, al menos en cierto grado, muchas de estas estrategias, pero también es una manera de no hacer que los temas destaquen por su propio pie, que la prensa musical preste atención acercando la propuesta a sus parámetros de consumo (un recopilatorio siempre más valioso que un mix). En su lugar, ceder el puesto al disco de Donae’o para que el discurso gire sobre su voz o su autoría en un océano de temas desconocidos y efímeros.

Pero en cierto ese sentimiento de incertidumbre e incertidumbre es algo que uno encuentra impregnado en la música misma. Si uno no recuerda mal, el género tomo forma como una fórmula de huida hacia delante de una serie de productores que se encontraban ahogados con el momento actual del dubstep o el grime, tratando de crear un territorio de posibilidades con los que poder experimentar con la música (sin alejarse demasiado de sus raíces o del público) sin tener que sucumbir a la expectación o el juicio de una corriente de opinión mayoritaria. Y por tanto uno se puede encontrar en la actualidad con algunos de aquellos productores llamando a su música dubbage separándose de los clichés que ya arrastra el funky, virando hacia un sonido techno house, la defensa de unos mayor calidad en los valores de producción como barrera frente a los productores oportunistas que se suben al carro (aunque este mismo gesto después se leerá como un gesto de tratar de establecer una aristocracia o un estilo “inteligente” frente a uno que no lo es, además de ser una oportunidad para todos aquellos productores que prefieren ser supertécnicos para separarse del bochorno de una música demasiado boba (con acento en lo femenino)) y el rechazo frontal a la presencia de MCs establecido como un elemento que irrevocablemente conduce a la osificación de la música y una cesión de las riendas de los productores a estos (más mediáticos y carismáticos), aunque nunca queda demasiado claro a que MCs se están refiriendo (aquellos que nunca triunfaron en el grime, aquellos que hacen pinitos soltando rimas absurdas como en las sesiones de Marcus Nasty o la figura y lo que representa en general), un rechazo hacia las producciones más duras y oscuras que parecen representar un posible campo de expansión del grime en su búsqueda de la comercialidad alegando, seguramente de modo preventivo, que la abundancia de estas producciones terminará acabando con las (buenas) vibraciones aunque todo el mundo parece admitir que algunos de los temas favoritos de “las chicas” son precisamente estos, la abundancia de interpretaciones vocales con “alma” y letras completamente olvidables sobre emociones y sensaciones en la pista de baile que no pueden expresarse de otro modo, las famosas progresiones de acordes del house cambiando de función a mitad del tema y aproximándose a aquellas repeticiones formularias del dubstep de hace unos años, el gusto por una supuesta sofisticación en forma de arreglos que recuerdan al jazz u otros clubs para gente con clase y dinero, música que parece completamente conservadora en sus planteamientos pero que admite la innovación dentro de sus estructuras sin pestañear, la creación de un imaginario, tal vez asociado a determinados estados químicos y jornadas de vacaciones en zonas de turismo, que gira alrededor de una determinada sensibilidad en la percepción del tiempo (como algo que no parece acabarse nunca mientras uno piensa que tiene que acabarse) y en lo emocional (la celebración de la precariedad de este estado de felicidad) que en ocasiones aparece con una claridad pasmosa o degenera en un pastiche de riffs obvios y voces que supuestamente transmite en bucles que se prolongan insípidos durante minutos, para de nuevo florecer exótica, intoxicante, exuberante y frondosa, como una fiebre que te asalta y te impide comportarte de modo habitual, música demasiado obvia y pensada en la pista de baile que resulta demasiado repensada para ser actualmente bailable, es decir, música que se presenta como accesible, casi popular en un sentido folk, pero indescriptiblemente artificial y artificiosa en la construcción de esto, como una denodada pureza que toma forma en los conflictos entre tendencias, a la vez que dicha accesibilidad en muchas ocasiones resulta demasiado esquelética, el cierto rechazo a las raíces jamaicanas tratando de buscar otros sonidos que “imaginar”, etc. etc.

Y obviamente, un mix que pone nombre o (según su grado de conocimiento) compuesto por algunos de los himnos actuales que iluminan las sesiones de radio, es muy disfrutable. Pero te sigue dejando lleno de dudas sobre que opinión tienes realmente sobre el funky.

La otra escucha es el recopilatorio de temas de Mordant Music y Shackleton. En un principio las sensaciones no eran demasiado positivas. Algunos de los temas de Shackleton tienen bastante tiempo y tal vez hay demasiada diferencia entre los grados de detalle que hay de un tema a otro. Es decir, que temía que una referencia que me parecía esencial hace no demasiados años, me sonara ya anticuada. Lo que tomo cierto cuerpo cuando aquello que más me gustó del disco eran los temas de los propios Mordant Music, con su fluctuación entre la música de baile y la de librería. Aunque tal vez pueda deberse al mayor grado de sorpresa que me generan unos temas desconocidos respecto a algunos que uno asocia a demasiadas sesiones de dubstep. Y sin embargo todos los temas terminan funcionando y terminan sobreponiéndose a esta clase de prejuicios de uno. No es gran cosa pero tampoco lo he escuchado con tanto detenimiento.

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