Se supone que este DVD ha sido descatalogado. En la revista Factory, hace tantos años que da un poco de cosa pensarlo, Quim Casas dedicó un artículo al director, Amos Poe. Aunque citaba decenas de directores como influencia, resultaba bastante indisimulable que una de las fuentes de donde procedía su estilo era el cine de Godard, con elementos tomados de distintas etapas de su obra en distinto grado de concentración.

Uno de los elementos más comentados del “documental” es la divergencia entre la banda sonora y las imágenes proyectadas. Las imágenes, al menos la gran mayoría proceden de actuaciones en directo de grupos como los Ramones, Television, Blondie, Patti Smith Group, Talking Heads, Heartbreakers, etc. seguramente filmadas por una sola cámara. Resulta curioso como tras décadas de videoclips, con sus cortes fortuitos, sus montajes “excitantes” y su movimiento conseguido por la cinematografía no por los contenidos, uno se acerque a esta película y la contemple como un todo, como algo que fluye más o menos de manera cronológica, como diversos materiales que se unen en un todo en forma de canciones, a pesar de las continuas estrategias de ruptura, con saltos de eje, imágenes tomadas de distintos conciertos, gente que durante la misma imaginaria actuación cambia de ropa de un plano a otro, etc. etc. La banda sonora sigue una estrategia parecida, con canciones de los artistas que no tienen porque ser las mismas que se interpretan, jugando con los desfases entre imagen y sonido o simplemente cortando la canción que está sonando para poner otra. Esto se ha querido y se puede leer de maneras muy distintas. Si uno no recuerda mal, Poe comentaba en aquella máxima de “Si tienes un dólar haz películas de un dólar”. También que su intención era más vitalista que intelectual, más poética que otra cosa: captar la magia de aquel grupo en aquel momento en aquella ciudad. Otra gente quiere ver esto como algo cutre con lo que hay que resignarse. Otra como un artilugio DIY, de estética punk (aunque suponemos que se refieren al punk que no había sucedido todavía) que dinamita las normas vigentes. También aquellos que creen que su estética deshilachada comunica de modo muy expresivo la urgencia de la juventud, el desorden de los tiempos y en fin, todo aquello que tenga que ver con la espontaneidad y la bobería habitual de un montón de gente joven que se piensa artista y cree que están cambiando el mundo a cada momento.

Michael Chion comenta lo siguiente sobre el uso del sonido en las películas de Godard en “La Audio-Visión”:

In current practice the mixing of soundtracks consists essentially in the art of smoothing rough edges by degrees of intensity. This fact in itself already makes it impossible to adopt any unit of sound editing as a unit of perception or as a unit of film language.

However, some people view current practices no as “natural” but as the embodiment of a particular ideological and aesthetic position characteristic of the dominant cinema, conforming to the desire to bury the traces of work in order to give the film an appearance of continuity and transparency. Many analyses of this sort appeared in the sixties and seventies, invariably concluding with the call for a cinema of demystification based on discontinuity. Very few directors actually answered the call except Godard. Godard was one of the rare filmmakers to cut sounds as well as images, thereby accentuating jumps and discontinuities, in greatly restricting inaudible editing with is gradations of intensity and all the fades, dissolves and other transitions always employed in editing sound in film.

Oh ahora es cuando debo cortar el texto de Chion y engarzar todos los elementos expuestos hasta ahora, no se algo así como tratar de mostrar que el lenguaje del videoclip y los anuncios es un asalto al lenguaje revolucionario de una serie de creadores experimentales o autores arriesgados vulgarizados en un uso obviamente clientelista y mercenario, es decir tomar un ángulo de expolio de la cultura por parte de las masas y el capitalismo, aunque uno está más en la línea de la respuesta que Yasunao Tone le da a Christian Marclay en aquel diálogo entre ellos que publicó una revista:

Tone: It’s recycled. Reappropriation of artists’ appropriations.

Marclay: Again an example of the absurdity of wanting to disassociate high and low culture. Another good example is how experimental films from the 70s –Stan Brakhage’s fast editing and stuff which had no commercial value– are now being used in every MTV video and every TV ad. And really, who invented this stuff but crazy artists! Somehow the media has reappropriated it and turned it into a commercial. It goes back and forth.

Tone: It’s a delusion. It’s a deluded form. The manufacturers don’t care about the concept.

Marclay: It has lost its original meaning. It has become something else.

Tone: Actually, it’s totally different. It just looks the same.

Y ya se que Tone cambia de opinión tres veces en tres intervenciones, pero me interesa especialmente la última. De modo que continuamos con el texto de Chion:

Godard unmasks conventional sound editing all the more in the way he avoids the usual practice of mixing many tracks at once such that our attention is not grabbed by breaks and cuts in the sonic flow –in some of his films he limits the tracks to two. The result is that our attention can follow the thread of the sonic discourse, and it can hear unadorned all the ruptures, since the latter are made audible. Godard’s films set up the most frank and radical conditions to apprehend what could be called a sound shot.

For example, in the beginning of Hail Mary (Je vous salue Marie) we can plainly hear the cuts that demarcate the slices of sound: a fragment of a Bach prelude played on a piano, shouts of a women’s basketball team playing in a gym, offscreen voices, and so forth. For the listener, however, these perfectly demarcated sound slices do not add up to create a sense of units. Sound perception, which always occurs in time, merely jumps across the obstacle of the cut and then moves on to something else, forgetting the form of what it heard just before. The sound segment, especially if it lasts any time at all, does not synthesize into any particular bloc or totality in our perception.

Note that the same holds true for visual shots when they involve constantly mobile framing. Vision under these conditions occurs more along the flow of time, since it has no stable spatial referent. In the case of a sequence composed of static (or less constantly moving) shots, we can identify each shot by a certain composition, mise-en-scene, and perspective, and so we find it easy to represent this spatial arrangement in our memory.

On the other hand –even in the case of a stable sonic background cut up into little fragments as by Godard– it is inevitably sequential, temporal perception that still dominates for sound, at least for sounds of some duration.

And, above all, you cannot create an abstract and structural relationship between two successive sound segments (e.g., a fragment of bird calls or of music) the way you can between shots (a character looks offscreen –cut to what he is looking at; or an establishing shot –cut to a detail in the scene). If you try something like this with the soundtrack, the abstract relation you wish to establish gets drowned in the temporal flow. What strikes the listener instead is the dynamics of the break itself between the two fragments. The explanation of this mystery is that when we talk about a shot we are lumping together the shot’s space and its duration, its spatial surface and its temporal dimension. While for sound pieces the temporal dimension seems to predominate, and the spatial dimension not to exist at all.

So that when the audiovisual contract is in force, governing the copresence of visual and auditory channels, visual cuts continue to provide the reference point for perception. If Godard’s sound cuts “fracture” the shot’s continuity, as some scholars poetically put it, they’re hardly creating more than a hairline crack in a glass pane that remains essentially intact.

Y sigue un rato más, pero supongo que ahora mismo prefieren los enlaces:

1, 2, 3, 4 y resto

Aunque claro, también se puede ver la película como el libro de estilo de los Strokes. Lo cual supongo que no es bueno.

2 comentarios:

Little Turtle dijo...

The foreigner me gusta mucho. Se pudo ver en madrid con motivo del ciclo dentro y fuera de hollywood en el libro que se publico, habia un articulo muy potente sobre vanguardia de miguel fernandez labayen.

en el de no wave de marc masters tambien aparece un capitulo sobre el no wave cinema, donde se mencionan cosas rarisimas, men in orbit de lurie entre ellas. tambien se habla de tv party, ¿no tendras tu algun programa? me parece que eso circula en dvd.

saludos

anhh dijo...

En Amazon salen 5 o 6 DVDs (zona 1). Uno creo que corresponde a un documental retrospectivo sobre el programa mientras el resto contienen un programa por DVD. Los contenidos supongo se pueden consultar en la web dedicada al programa. De modo que supongo que de ellos proceden estos vídeos y los que aparecen como relacionados. Puedo encontrar el documental y el primer programa, aunque no parezca el más interesante. El primero es un rip y pesa unos 700 MB., el otro es el DVD y pesa más de 3 GB (y queda un poco fuera de mi alcance ahora mismo). Una fuente. Lo único que he encontrado. También hace poco leí este artículo sobre un documental reciente sobre el cine de la no wave.

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