Debería estar escuchando este disco de Hecker.
Y estar pensando en las referencias y relaciones culturales que establece. Por ejemplo, sí creo que el título está inspirado en los retratos de Lenin o George Bush al estilo de Jackson Pollock. El libro de donde saqué una de las imágenes que aparecen a continuación trata de establecer una comunicación entre los paradigmas culturales apoyados por las democracias liberales (el arte abstracto como acto último de libertad de expresión) o el bloque comunista (con el realismo socialista) y donde los artistas de la última se encuentran “invisibles” en la historia del arte. Suponemos que también puede verse como una crítica directa a los valores políticos del artista en cuestión.
Y suponemos, el “pastiche” de Hecker, en este caso relaciona la electrónica “seria”, “culta”, “avant-garde” con la música popular, el acid house, esa música que horripilaba a los rockeros (y otra gente con gusto de la época). El acid es poco menos que anecdótico, aunque según parece, la referencia a David Tudor no es anecdótica y si está basada en la textura de alguna de sus grabaciones. Y después están los sonidos producidos. Y la apreciación del feedback. Como uno se va quedando atrapado en cada bucle de feedback que se produce en cada partícula de sonido, de manera más o menos perceptible. Además porque es un buen, gran disco. No sólo porque necesito dejar de escuchar esta canción…
Y así no querer escuchar de nuevo esta canción… O “Idol No Yoake” (la primera canción que suena tras la intro, aunque para escucharla da igual su conexión a internet necesiten algo más de media hora…)
O descubrir a locos que se dedican a subir decenas de canciones, seguramente un ciento, a YouTube (aunque corten el primer acorde…)
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