YUI (siempre en mayúsculas) casi siempre me suele traer sensaciones de mi adolescencia que tenía olvidadas. No las muy mitificadas y supongo, sobrevaloradas de uno definiendo su propio gusto, probando la libertad, viviendo las cosas por primera vez, las otras, las tontas, las de esperar con todas las ganas algo, o las acumulaciones y multiplicaciones de pensamientos y emociones basados en personas y situaciones, la ¿bondad? lo ¿gentil? en la forma de mirar y aproximarse al mundo, la ensoñación continua en la que uno no distingue que queda debajo de la piel o sale fuera, la vibración en general.
En el plano estético también la forma de crear una personalidad a partir de múltiples variaciones sobre una fórmula básica o unos recursos limitados que puede recordar a aquellos complicadísimos códigos de honor que uno se creaba para ser fiel a si mismo y le traían más problemas que otra cosa. Por ejemplo este último single:
Me recuerda en la pulsación del bajo y también en la forma de puntear las guitarras a esta, que fue la primera canción suya que escuché:
O el anterior single, Namidairo, con su vídeo nocturno donde las calles vacías siempre reflejan en el exterior la desolación de nuestro interior, con su interpretación compungida, sus arreglos de cuerda y la sensación de que toda canción que empieza con el rasgueo de una guitarra acústica y una melodía de chelo te tiene que recordar a Oasis
Trae a la cabeza su propia y enfáticamente triste “Tokyo”, salvo que allí lloraba y en esta ya no, llorar por chorradas pero que lagrimas tan sentidas, ese encontrarnos una y otra vez con los mismos problemas pero que ya no nos afecten igual que a veces llamamos madurar. YUI tiene también su faceta más eléctrica, pero igualmente es otra presentación de los mismos rasgos, la voz menuda, tan frágil y poca cosa, que saca toda su expresividad al llegar al estribillo para hacerse oír, las emociones y todo lo que uno arrastre detrás para hacer lo que uno cree en tromba y de frente, aunque le partan la cara a pesar o precisamente por ello. O sí, también es una visión romántica de aquello.
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