Finalmente, este fin de semana decidimos leer el artículo cuya captura dejamos este pasado viernes como una de las últimas entradas en el blog. Aunque no había ningún ejemplo concreto de este tipo de crítica, en general no estuve demasiado en desacuerdo con la propuesta de una crítica que tuviera en cuenta las tensiones e intensidades de y entre elementos, los efectos en el cuerpo y su variación en el espacio y el tiempo, etc. Aunque admitimos que todavía estamos dándole vueltas a una cosa. El autor propone una teoría que rompa con determinadas dualidades conceptuales:
El problema, si es que existe, se presenta un par de párrafos después cuando se menciona otra dualidad de las que uno no puede parecer librarse: sujeto/objeto.
En realidad no hay contradicción alguna. No se aboga por una separación entre ambos mediante una distancia física o interpretativa, sino por la inmersión, es decir, que aquel que percibe se encuentra relacionado con el mundo y no atiende simplemente, desde su torre de marfil a un desfile de apariencias. Pero, me llamó la atención como esa en particular se escamotea del listado anterior.
Por cierto, el disco de uno de sus estudiantes no me resulta muy apasionante en las primeras escuchas, es interesante por momentos (y quizá sean momentos que puedan crecer y demás) y tal vez te hace preguntarte aquello de donde pones el límite sobre qué estilos musicales aceptas o no escuchar, pero... ¿Les sucede algo parecido?
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