Escuchas recientes acompañadas de algunos comentarios tópicos ilustrativos de la falta de rigor de dichas “escuchas"


Electropop japonés. Un disco bastante corto (siete canciones, un mini-LP en realidad) que evita el problema de las distancias largas tradicionales y la repetición de una fórmula que abusa de ciertos efectos expresivos para conseguir su particular sonido. Por contradecirnos, el disco busca diversificar su propuesta jugando a distintas bandas, acercándose más al hip-hop o al J-Pop tradicional, lo que está bien, quizá cohesione mejor con más escuchas, pero tal vez hubiéramos preferido una serie de variaciones sobre las múltiples capas de sonidos cruzándose en el primer tema.



Piezas para ser ejecutadas por varios percusionistas (aquí uno multiplicándose mediante el multitracking) y grabaciones de campo. Por lo poco que recuerdo, una escucha, una serie de células de sonido que se prolongan en el tiempo, generalmente mediante la repetición, buscando el estatismo de los sonidos. En una notas de un disco de Wandelweiser alguien mencionó algo que me hizo pensar en cierta filosofía post-Heidegger (uno siempre está en algo, el dasein es lo que se habita siendo, etc.). Sería mucho mejor si entendiera lo que significa eso. Resaltar que ese no es el juego de referencias filosóficas con el que juegan (Badiou, Deleuze).


Tan de pasada que no recuerdo demasiado salvo el reconocer un par de temas de otras sesiones (y que me gustaron bastante entonces).


Según creo recordar el último disco jamaicano de Vybz Kartel vendió como nueve copias en su primera semana. Cierto que desde el año pasado, Kartel ha publicado decenas o cientos de canciones y gracias a distintas polémicas (como la de una marca de condones licenciando su nombre, o sus historias con los jabones que aclaran la piel, entre otras cosas), y la mayor o menor coincidencia en el tiempo con la publicación de su libro, hace que este disco, realizado con un productor del mundo civilizado e indie, genere mucho mayor grado de atención en los medios, incluso sin tener presupuesto para pagarse esa campaña. Generalmente potable y no monótono, no recuerdo demasiada cosa en una escucha, bastante dispersa.


Antiguo colabordor de Ariel Pink, este disco es como el del año pasado de aquél, pero en synth-pop. Dos escuchas.


Este disco en principio genera un poco de desconcierto: esto es Soul Jazz y hay clásicos jamaicanos mezclados con productores actuales que podrían estar en la órbita de digamos el dubstep, de modo que uno espera una serie determinada de cosas y clichés. Como se afirma por ahí, la idea, el virus sonoro si se quiere que se persigue, no es el del dub, sino el del dancehall. Y lo que se tiene aquí es el esqueleto rítmico que adornado aquí y allá, y con alguien cantando por encima, encontrarían al final de cualquier riddim album. Y la extrañeza de aquellos, su fugacidad, su funcionalidad intuida pero no materializada (el instrumental sin la voz que debería soportar), sus desarrollos intrigantes (pellizcos de guitarra, voces entrecortadas en loop, salpicaduras de electrónica, reverberaciones irrumpiendo sin previo aviso) escuchándose como pop, es la idea, literalmente la base, con la cual trabajan cada uno de los productores aquí. Muy interesante si se escucha de ese modo, o si conoce ese contexto, seguramente electrónica aburrida que no va a ningún lado para mucha otra gente. Yo pienso escuchar esto unas docenas más de veces.


Post-dubstep sensible y no aburrido. Todavía necesito más escuchas, porque las que ha tenido hasta ahora, unas cuantas, normalmente no se producen cuando estoy en nivel consciente (vamos que se quedó el disco sonando toda la noche mientras dormía o mientras estoy cocinando o haciendo otras cosas).


Esto es como siempre: los discos de música idol siempre suenan horriblemente genéricos, porque eso es exactamente lo que queremos al escucharlos. Lo que pasa es que uno ha de contextualizarlos, encontrar algo que los haga interesantes (ser fan del género ayuda…) y convertirlos en algo distinto, siendo lo mismo. Um, que ridículo suena eso. El otro día pensé que la reacción del público en los conciertos, perfectamente planificada y conocida, es un tanto similar a lo que sucede en una discoteca. Si hay una o dos personas bailando, la cosa es bastante ridícula, pero si es toda la pista, las sensaciones son completamente distintas. Esto gira en torno a la empatía, o yo al menos siempre lo he pensado de ese modo, de modo que el favorecer la participación mediante la no-exclusión (nadie baila raro o mal en esa discoteca, todos igual) hacen que te dejes llevar, reaccionando de forma ridícula a píldoras de ficción en cinco minutos. Tampoco muy convincente. En fin, tras una escucha, mis canciones favoritas son las que ya conocía.



Mucho mejor por altavoces. Pero el disco en si lo escuchó la gata.


Puedo decir “Moonbathon” y esas cosas, pero no mucho más…


No, no recuerdo nada más allá de alguna vaguedad que pudiera estar escrita en la hoja de prensa “Ricardo Villalobos remezclándo el catálogo del sello ECM”


Tampoco recuerdo nada. Una escucha, no demasiado buena.


Muy entretenido, no recuerdo nada salvo las cosas que reconozco como toques de “autor”. Varias escuchas.


Dubstep sin “drums”. Tras escucharlo varias veces y ver como el ordenador (que está en las últimas) se caía en el mismo momento del mismo tema, uno se sintió levemente frustrado. Creo que es interesante, no se cómo de entretenido será realmente cuando ese “interés” decaiga o desaparezca durante la cohabitación.


Un triple CD, realmente no lo he escuchado completo o en más de un par de ocasiones alguno de ellos. El segundo “Divertimenti”, con un espíritu efectivamente más juguetón, logró ponerme una sonrisa de esas que se tiene cuando uno parece reconocer los motivos de alguien cuando está tratando de experimentar con algún sonido. Es la primera vez que me pasa este año.


Otro disco escuchado mientras arreglaba la casa. Intenso y precioso escuchado por altavoces. Realmente no recuerdo gran cosa.


Más allá de lo cabezón y agradable por ello de la repetición de las percusiones de uno de los temas (repitiéndose en bucle mientras hacía otras cosas), tampoco recuerdo nada.


Disco improvisado con un violín y un sintetizador. Bastante interesante, todavía no ha hecho clic de un modo que me haga volver a escucharlo una y otra vez.


Sí, uno de los temas es una grabación-montaje de sonidos desérticos, el otro una grabación de un coro cantando los sonidos de las abejas, superpuestos sobre grabaciones de ellas.

Y un par más, salvo que no me dijeron ni la anterior, así que lo dejamos aquí…

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