Una pregunta: ¿dentro de la música pop (rock) existe el “fuera de campo”?

Prometemos que este blog no se ha convertido en un fansite del BBC Radiophonic Workshop:

Simon Reynolds hablando sobre el tema con la excusa del Doctor Who.

Unas fotos de Daphne Oram

Bob Stanley comentando los recopilatorios de John Baker

Calle 13 en El País.

César Estabiel con un artículo sobre Poch (Derribos Arias) con motivo de una exposición fotográfica.

Ahora que la música de Santogold sirve para cerrar un episodio de “Gossip Girl” (el de la semana pasada) aprovechamos para enlazar esta entrevista entre Santi White y Debbie Harry.

Un artículo sobre el 1520 de Sedgwick Avenue ahora que su futuro está en el aire.

Y continua el (sorprendente por tardío) fervor crítico por la bounce music y el sissy rap.


El nuevo fichaje de Daseca (Busy Signal, Serani)



(El propio Busy Signal)



Adiós Haromoni, adiós.



Y no se sabe cual noticia es más extraña: Philip Glass creando un musical sobre Walt Disney o Prefab Sprout anunciando la publicación de un nuevo disco.

Janelle Monae “Many Moons”



(¡Es la hora de las tortas!)

Pueden entretenerse con este especial sobre Jacques Rancière.



Tras dieciocho singles, cinco discos (4+1), seis años de carrera y ventas de más de cinco millones y medio de copias, Girls Aloud cantan por vez primera al amor. El single es fantástico, sorprendiendo de nuevo con otro giro sonoro, esta vez hacia el MOR, vientos souleros, cuerdas que parecen describir las impresiones emocionales de la travesía y vocales llenos de “emoción”. También es el single que rompe el único lazo de admiración que me quedaba con el grupo. La historia de ese “lapso de razón” tan prolongado, de esas canciones donde el amor es usado como metáfora para describir otros procesos de consumo y deseo de las autodenominadas “love machines”, máquinas deseantes, quizá sea una que necesite ser contada ahora que ya no es.




Este single de Ami Suzuki, que reconozco se me había pasado (se publicó físicamente hace dos días en Japón), producido por Yasutaka Nataka (capsule, Perfume), además de otras cosas es un ensayo sobre la exploración y creación de un “sonido”, llevándolo desde un rasgo distintivo de un estilo de composición o la “personalidad” de un estilo de producción hacia una fórmula que pueda ser habitada (y usada) por cualquiera. Las rupturas, los montajes, el uso del autotune, los paisajes emotivos surgiendo como prolongación de los alienados, etc.

El ¿polémico? videoclip de Flying Lotus



Contenido sexual. El código para publicarlo aquí.

Me fijo en aquello que me interesa


No haber visto este video en ningún blog llevando casi un mes colgado en YouTube es decir que el kuduro ya no mola.



Me acabo de enterar que han reeditado en CD “Nonaah” de Roscoe Mitchell, que es uno de esos discos que lleva años y años descatalogado (además de ser una de las referencias más populares del autor en su trabajo en solitario fuera del Art Ensemble of Chicago). ¿Alguna razón para esa popularidad? Todo el mundo les contará la misma historia: una grabación en directo que comienza cuando Mitchell tiene que sustituir ante un público enfervorecido que esperaba un concierto de Anthony Braxton. El fervor se convierte en gritos, silbidos y demás tipos de protestas para la ocasión. Lo realmente especial de la ocasión es la opción que toma el músico: en vez de decidir no tocar porque su arte es demasiado elevado para un público que no lo entenderá, cobrar su cheque y pasar el tramite, ser derrotado por el público o hacer la bravatilla rockera de tratar de agitarlo aún más, lo que hace es tocar una sola línea musical y repetirla continuamente. Así hasta que uno de los dos, el público o él, dejen de patalear y se decidan a escuchar lo que tiene que pasar esta noche. El enfrentamiento dura dieciséis minutos, donde la frase acaba hecha trizas entre improvisaciones cada vez más disonantes que acaban con los últimos murmullos y los convierten en comentarios de aprobación. Y entonces, su grupo y él continúan la pieza y comienza el concierto. Es un momento realmente memorable, y además el resto del disco es una maravilla.


Otro disco que he escuchado del que había leído grandes cosas es este de arriba. En la práctica un disco de drones, pero ejecutado con sutileza, matices, intencionalidad y atención por el trayecto que sigue la improvisación. La primera pieza está interpretada en un “sruti box”, que es



una caja que emite que funciona un poco como un acordeón y una serie de microsonidos que el otro chico va obteniendo al frotar objetos metálicos contra un estudio de cuatro pistas portátil, sin cinta alguna y con la única variación provocada por el uso de un filtro de frecuencias por parte de uno y de los controles de ecualización por parte del otro. El tipo de sonido que produce el instrumento musical seleccionado (próximo al sonido lleno de frecuencias, cálido y espiritual del harmonio) sirve como una base muy accesible para entrar en todo el tipo de juegos, añadidos y variaciones más disonantes que añaden sobre este. En el segundo tema también mantienen las notas y juegan con el silencio mientras tocan el saxofón tenor y el clarinete bajo. Es quizás más árido y concentrado en su sonido, inquietante pero no arisco, también mucho más breve que la otra pieza (siete minutos frente a media hora), pero igualmente se puede entender con la emotividad que forma parte de la idea original del disco: la “casa”, la vuelta a la de los padres por parte de uno después de mucho tiempo en el extranjero, la futura del otro que la estaba arreglando para mudarse a vivir allí.

En ese pequeño fragmento de programación cuya función es enlazar entre inmensos bloques de publicidad de “Las Mañanas de Cuatro” que sirve como “tertulia política”, “surgió” el tema de la última película de Jaime Rosales “Tiro en la cabeza”, esa que todas las notas de agencias de noticias hacen acompañar en el titular por la palabra “polémica”. Emiten un fragmento (el del “tiro en la cabeza”, ¿cuál podría ser si no?), hablan sobre las peculiaridades del rodaje (algo así como rodada con teleobjetivo, sin diálogos) y explicitan cual es la materia de la polémica: la recreación de la vida corriente y moliente de un etarra que termina matando a dos guardias civiles durante ese periodo. Incluyen un fragmento de la rueda de prensa del director donde en un lenguaje ampuloso y seguramente pedante, habla sobre la necesidad de entender al otro para terminar “el conflicto”, entre otras cosas.

Un periodista de izquierdas no ha visto la película. Dice que ha leído la crítica que hacen en El País donde la ponen a caer de un burro. Finiquitada, vuelve su atención de nuevo hacia los temas políticos, las cosas que considerará serias. Otro periodista de izquierdas que tampoco ha visto la película toma la palabra pero este se siente completamente ofendido. No se puede humanizar a los terroristas porque no son humanos. Pueden hacer cosas como nosotros, tomar vinos, salir, comprar, pero esa es la única coincidencia porque se han situado fuera de la sociedad, etc. Decido que apretar el botón de apagado del mando a distancia es algo que necesito hacer con urgencia. No he visto ninguna película de Jaime Rosales, sus palabras puestas sobre el papel (Cahiers publicó una entrevista con reflexiones suyas) realmente no me interesan, quizás no me interese ver o defender esta película, pero creo que ya está haciendo algo al haber sido rodada: mostrar las preconcepciones sobre lo que se puede y debe representar, cuál es la función del cine, cuál es el papel del arte en el mundo contemporáneo, la existencia de otros discursos fuera de los esquemáticos y establecidos como “aceptables”. Leo la crítica de El País y las cosas aún quedan más claras: el crítico espera que la película le cuente algo, la película (y su director) no quieren contarle algo, el crítico decide que la película es un horror porque no funciona según un tipo de narración pero no se plantea que se deba valorar de un modo distinto alguien que no se adhiera a ese tipo de discurso. El cine ha de ser entretenimiento. El cine ha de ser narrativo de una manera novelesca o no será. Querer mostrar según que cosas (“humanizar a los terroristas”) es obsceno y aberrante. Ya me conozco ese discurso sobre Nosotros (la sociedad) y el Otro (aquel que no pertenece a ella y no puede ser considerado como digno de ser comparado con los que hay dentro de ella). Todo criminal, sexual o no, pasa de ser ese que el día de su arresto era “una persona normal” según los vecinos y gente que trabaja en el sector servicios en la zona donde este vivía, para convertirse con el paso de los días en un “monstruo”, lleno de traumas mentales, complejos, ideas malignas, que van erosionando esa imagen de humanidad. Pero esta conclusión es una simple tautología, el proceso del sistema funcionando. Cuando uno se pregunta que se podía haber hecho o que se debería hacer para prever estos casos, sólo queda el recurso de alzar los hombros “nadie sabe lo que puede pasar por sus cabezas”. Son Otros, no pertenecen a la sociedad. En un artículo que Badiou escribió en la primera gran polémica que se desató en Francia sobre el uso del velo islámico, proponía una solución obviamente polémica (si la hija es la víctima de la opresión de la sociedad machista representa en la figura del padre o el hermano por qué es esta la que es castigada, expulsada, puesta en prisión en lugar de ser el hermano o el padre los encarcelados) e irrealizable pero de tal claridad sobre el despropósito de la solución, las posturas defendidas y el debate planteado, sobre como en el fondo estas polémicas son el sonido de “estamos haciendo algo para resolver los problemas” cuando en realidad no queremos tocarlos ni acercarnos a ellos ni siquiera planteárnoslos ya que no nos resultarían propicios, etc.

También mi postura me resulta un poco extraña. El número para este cuatrimestre de CinemaScope ya está disponible en su web, y estos días he estado viendo de manera seguida muchas de las películas de la lista de cine invisible de cierta franquicia de revista francesa prestigiosa publicó hace unos meses. Y de hecho estoy comenzando a leer la revista, los números atrasados de otra manera, activa en lugar de pasiva, consultando las crónicas de festivales como avances de películas que deberán ser tratadas con mayor atención o extensión en el futuro, etc. Cine arrasado, post-cine, heredero de Godard, que huye del clasicismo por su aberrante lentitud y notable falta de tacto e inteligencia en la representación del holocausto nazi, sus condiciones de fermentación, etc. Cine que no quiere narrar lo visible (incluso cine que no considera que el cine deba ser imagen en movimiento o imagen), que narra lo que “no importa”, o que directamente se orienta hacia la estética de la no narratividad. Viendo películas desde Naomi Kawase a Wang Bing pasando por Claire Denis, y teniendo pendientes todavía cosas de Lisandro Alonso, Albert Serra y Jia Zhang-Ke que debería estar viendo esta tarde, puedo mostrar admiración, interesarme por los temas tratados, quedarme tocado (sólo en el caso de Kawase tras ver de un tirón tres de sus diarios íntimos) o reflexionar sobre sus propuestas, pero algo que me apareció de fondo es esa necesidad de fijar la seriedad de la propuesta estética por la gravedad de los temas tratados. Si Pedro Costa filma a Vanda, en la cama, en una chavola cuyas paredes tienen los colores más irreales que puedan imaginarse, tratando de taparse de frío mientras hace otra cosa, le da un ataque de tos que dura minutos y acaba vomitando sobre los edredones, que tiene que apartar para que el olor no impida que pueda conciliar el sueño, o Wang Bing graba más de 300 horas de vidas diarias de la desaparición de un barrio obrero chino, con demolición y expolio de las ruinas, así como aquellos que se quedan en protesta sin agua ni electricidad y con un invierno que dura seis meses por no querer el Estado otorgarles una vivienda donde puedan vivir las en muchos casos numerosas familias, lo puedo entender dentro de contexto y sentir admiración por mostrar una(s) realidad(es) que el cine convencional, los documentales de “investigación” o los noticiarios nos escamotean, aquello que consideran “Otro”, aquello que no es representado como dentro de la sociedad y por tanto digno de importancia. Pero en conjunto, cuando muchas películas sólo tratan de este tipo de temas, cuando las formas deberían fomentar el pensamiento pero parecen una forma de presentación de un tipo de cultura, algo parece rechinar en esta “representación” de la protesta, esta “espectacularización”. ¿Hasta que punto sólo sirven para hacernos insensibles a estas imágenes (o a estos temas sociales) con su acumulación? Y sí, hay cine que juega con esas convenciones y que te hacen preguntarte si lo que has visto es un timo o no (como Raya Martin), si esto puede ser cine. Pero no se. Lo más árido que he visto estos días han sido de una tacada las veintisiete versiones distintas de “Baby, baby, baby” de AKB48. Esta respuesta es una tontería. Buscando alguna descarga de “Cosmic Pulses” de Karlheinz Stockhausen me encuentro con un tipo que escribe en su blog, como las últimas obras del compositor no le han parecido, “duras” o “complejas” o algo así. Que él es muy macho y necesita experiencias más fuertes. En realidad pensando en lo que consiste “Cosmic Pulses” más de veinticuatro capas de sonidos girando por un sistema de altavoces (cada uno con su propia trayectoria) a lo largo del espacio donde se encuentra el público, o ese tipo es muy inteligente o no se ha enterado de nada de lo que realmente está pasando durante el concierto (y si no prueben ustedes a tratar de identificar veinticuatro señales sonoras distintas a la vez). Pero, no se, todo parece tan encantado consigo mismo, todo parece encajar tan bien, todo el mundo parece entender lo que se intenta, lo que se hace, lo que se expone, que resulta como ponerse otro traje de trabajo para acercarse a ellas. A decir verdad, después de tanto miserabilismo, tanto énfasis, tanta toma larga y tanta reflexión sobre el ser y el tiempo, que por desgracia se quedaba en eso, en quedarse uno aplastado por ello y sin capacidad de reacción alguna más allá de la depresión, tuve que desengrasar con esto,



que mezcla gore, pantsu, doramas, gravure idols, shonen mangas, guro, yakuzas, ninjas, sociedades en soledad que necesitan expresarse mediante la violencia, humor post-moderno, Honoka como madre malísima de su retoño que se dedica a matar a sus compañeros de clase por diversión y gilipollez y mal gusto a raudales (la escena donde la protagonista atraviesa la cabeza de una madre de uno de sus rivales, lo que hace que esta vomite sobre la cabeza de su hijo que acaba de descubrir estaba dentro la cena de esa noche). Es decir, ponerme otro traje. (”Deseando ver “Tokyo Gore Police)

Mi vecina de arriba escucha “Los 40 Principales”. Eso, los niños y el diferente ritmo de sexualidad (no es sólo que se escuche todo por las paredes, es que el dormitorio lo tienen encima del mío, ni a favor o en contra de uno u otro), me indica que se han ido las chicas del año pasado. En cualquier caso, estaba escuchando música mainstream de hace unos cuantos años. Alguna me gustaba, otra no. Seguramente ella pensará que a mi me gustan sólo productos de Disney, porque la única música que he escuchado con cierta consistencia últimamente es el disco de Demi Lovato. A decir verdad, sea una reflexión objetiva o subjetiva, de un tiempo a esta parte no encuentro el hilo de por donde se mueve la música. Quizás antes me interesaba por cosas tan microscópicas que siempre parecía estar pasando algo, pero no se, parece como si ya no tuviera que prestar atención a la actualidad, porque dentro de un par de meses, las cosas interesantes (las que se quedan en la cabeza de uno), quizás se puedan contar con los dedos de una mano.

Por ejemplo, esta mañana me desayuno con una entrada de Blissblog con las portadas de aquellos discos que está escuchando y me topo con esta mixtape. Después busco uno de los nombres y me encuentro con una entrada en otro blog que se supone leo, sobre un disco que se supone es el más esperado de la escena del UK Rap. Creo que puedo entender la clase de resortes que le llaman la atención al sr. Reynolds. Pero vamos, que ni enterarme de que venían o ya se había publicado. También están los discos mejor o peor distribuidos de Data 70 o Moon Wiring Club, que conozco por la generosidad de tener sus respectivas páginas con clips sonoros en MySpace, no por los formatos elegidos. No he escuchado todavía el nuevo de T.I., tampoco he escuchado el disco de High Places. Estoy tratando de reconstruir mi escuálida apreciación del año dentro del pop más o menos mainstream escuchando discos de Leslie Roy, Anna Ternheim o el nuevo de (la cristiana y cercana a Disney) Krystal Meyers (y los dos últimos en apariencia están bastante bien). Tengo que escuchar esto o aquello, se que realmente no marcará una diferencia más allá del marco predeterminado. El disco de Jah Cure, es en la práctica un refrito de sus sesiones de grabación en la cárcel con algunos temas nuevos, Busy Signal publica un nuevo disco este año, pero ya lo han puesto a parir. Decidí mis temas favoritos de este año durante el verano, aunque creo que más allá de lo personal, de representar como me siento este año, de no poder sacármelos de la cabeza por esa razón, son decepcionantes. ¿Hace cuanto tiempo que no escucho un lanzamiento nuevo de dubstep? Tengo temas nuevos de Ramadanman, pero parecen meses desde que escuché con atención alguna referencia. Aunque en la práctica, esa es mi realidad. Pero también hay una visibilidad cada vez más evidente de un cambio de camisa en el gusto de la crítica que se está reorientando hacia la escena “funky”. Kode 9 por allí, primers en según que medios, la famosa sesión de Marcus Nasty. ¿Debería escuchar el nuevo de TV On The Radio? ¿Y profundizar, no habiendo escuchado ninguno de los anteriores?

Oh, ahora que lo pienso. Todo el tema de los primeros párrafos, ese ver la “escena desde dentro”, con todas sus taras y virtudes, ¿no es precisamente lo que estoy tratando de evitar dentro de mi consumo de música (eso que llaman un consumidor post-moderno, que mezcla clásica, industrial, soca, música étnica, indie y baladas marineras francesas sin pestañear, como una lista de reproducción cualquiera en un reproductor de MP3s con una memoria demasiado grande para llenar)? ¿Qué escuchan ahora la gente del rock underground (ya saben esa constelación de música rock improvisada, ruidismo, collages, etc. que se publica en tiradas limitadísimas con formaciones siempre nuevas e inestables). Estos tipos industrialesson recibidos con salvas de aplausos. ¿Por qué siempre se habla sobre el machismo, la violencia, la homofobia rampante en las músicas de emigrantes, de países del tercer mundo desde la posturita cómoda de un primer mundo “civilizado” y no se denuncia la “denuncia” que de estos temas se hacen en la música industrial? Uno de los tipos que publica Woofah, seguidor obsesivo de la escena industrial durante muchos años y que ahora está limpiando todos esos fanzines y ediciones raras en lotes que se venden por 10 libras en Ebay, escribió una entrada en la que comentaba la cantidad de veces que después de una fiesta, o en conversaciones largas con gente, estos habían terminado confesando que habían sido víctimas de una violación, algo que era el equivalente a la pasta y el arroz en las comidas de un estudiante universitario, algo que no te hacía ni pestañear y las aberraciones, la total falta de tacto, la complicidad que se hacía con la metáfora, para tratar de reflejar después algunas de las canciones de la gente que sí había sufrido esa experiencia dentro del mundo (mayoritariamente masculino) del industrial, que ofrecían esa realidad no como producto de la imaginación y visión del exceso, sino como testimonio. Whatever. Aburridos del demonio son estos tipos.



También ponen bien al grupo paralelo de estos. Esta es su versión digamos, que pace en los campos abiertos por gente como Animal Collective (visión primitivista, idealizada, mística de la relación del hombre con la naturaleza)(¿O son más Dodos?). Aburridos de la muerte. Siempre digo que todo es una mierda en la primera escucha. Quizá debería estar escuchando “Solar Bridge” de Emeralds. O Lucky Dragons. O algo así.

The Guardian tiene una sección dedicada a poner a parir lo que se dice en las revistas músicales. ¿Qué harán los blogs ahora? (Incluido el propio, por supuesto). El video de Silverlink con Jammer, donde la influencia del soca y el dancehall se hace estética en las propias imágenes, además de en lo sonoro.


Silverlink ft Jammer and Badness - The Message is Love
Cargado por DirtyCanvas

Creo que me apetece escuchar las cajas recopilatorias de The Blue Notes y Chris McGregor, ya saben esa gente, refugiados políticos del apartheid, casi todos negros menos McGregor, blanco y “líder” del grupo, en un doble gueto: el de la negritud en Reino Unido durante los sesenta y los setenta, y la escena de la música improvisada frente al rock y el pop (McGregor tenía que sobrevivir tocando el piano en discos de estrellas de segundo o tercer nivel como Nick Drake), ya que era una obsesión la que tenían esa de hacer música que fuera “free”. (Aunque también participaron en discos de esos festivos que después reeditan la gente de Honest Jons). Oh bueno, me apetece más que pensar que el single de adelanto de Krystal Meyers se parece a cierto single de Kate Perry (¿el sexo existía antes de ella, no?).



Perdón por haberles molestado, con estas tonterías y estas derivas. Debería estar viendo “Honor de Cavallería”. No se preocupen, yo también encuentro consuelo en las certidumbres de la vida. Como que Aly & Aj tenían que publicar un vblog como este sobre lo que hicieron para celebrar el cumpleaños de su padre.



Curiosamente, escuchando el disco de otra chica de estas, creyentes en Dios y que publican en sellos afines a Disney, Jordan Pruitt (disco que no me parece un buen disco pero del que sigo canturreando seis ocho canciones no habiéndolas escuchado en casi un mes), me preguntaba si esa atracción por esas canciones, de un perfil tan bajo, tan relajadas, tan fuera de tensión, de relaciones incondicionales (como las de la familia), me fascinaban por su domesticidad, por su aspiración a un mundo más tranquilo en el que uno puede ser feliz. No tanto por la intencionalidad de la chica, que son sus ideas y sus aspiraciones y hace bien en plasmarlas con tanto gusto, sino por la sensación de que sigo aspirando a esa fantasía de “domesticidad”, como un deseo que uno nunca pudiera extinguir.

Alguien comenta que los dos videoclips (1,2) que Stereolab han publicado para promocionar “Chemical Chords” están dirigidos por Julian House, uno de los personajes tras Ghost Box. Sabía que era diseñador gráfico y que profesionalmente trabajaba en ello, pero no había asociado su trabajo con las portadas o videoclips de otros artistas o grupos. Pero al ver dicho comentario, recordé este anuncio sobre la edición especial en vinilo del último disco de Primal Scream.



Así que tras una concienciada búsqueda en Google de aproximadamente media hora conozco lo siguiente. Gran parte del artwork que ha realizado lo pueden encontrar aquí. Se ve que ¿trabaja(ba)? profesionalmente dentro del estudio Intro, así que en su web podrán encontrar pistas sobre más trabajos suyos. Esta es una entrevista acerca de su trabajo para otra gente. Este videoclip es suyo.

También en colaboración, este de Doves, Prodigy, Primal Scream o el último de Oasis (grupo al que también hace la portada,



y según estos es “el diseñador más caro del Reino Unido”). En esta página de la BBC, el tipo comenta tres portadas suyas.

La grabadora parece que sigue viva, aunque ha terminado de grabar un DVD en hora y cuarenta minutos. Procuraremos ir limpiando el ordenador de contenidos. Seguimos con la suerte habitual.

Vivien Goldman entrevista a (esa fuerza de la naturaleza en forma de productor de dancehall conocido como) Stephen McGregor en el New York Times.



Estos días me llaman de nuevo la atención las revistas. En España está Plan B, que en su artículo “El retorno del boom bap” quieren repasar toda esa escena que gira alrededor de Flying Lotus, Samiyam, Dublab, etc. He mirado superficialmente en su MySpace algunos de los contenidos interiores y parecen interesantes (en el sentido de tratar músicas minoritarias con material de actualidad). El problema es que casi todos son potenciales nombres que pueden aparecer en webs tipo Discobelle y en la práctica no me interesa demasiado. Se supone que uno puede adquirir algún número en alguna tienda de Granada así que me acercaré y comentaré. ¿Me estoy perdiendo alguna otra revista musical española “interesante”?



Si hace unos meses señalábamos la desaparición de la revista No Depresión, ahora anunciamos lo que puede ser su continuidad. Están tratando de construir una web que contenga todo el material publicado por la revista además de incluir blogs actualizados diariamente, reseñas, listas de conciertos, etc. Ya saben convertirlo en una plataforma de referencia, aunque ahora mismo están buscando gente que les done dinero para poder hacer todo el trabajo. Mientras tanto, gracias a la Texas University Press (que ya había publicado el recopilatorio de la revista en forma de libro (que me acabo de enterar que existe, quizá me lo compre un día de estos)), la revista continua en el formato físico mediante un formato que han denominado “bookazine” (144 páginas, 20 $, bianual), consistente en nuevo material en el formato preferido de la revista, largos artículos sobre el tema tratado, sea este actualidad o pasado.

Si alguien quiere ver “Les Hautes Solitudes” o descargársela, puede hacerlo en Ubuweb.

Si les gusto la unión pornstar+ pop pueden probar con el primer single de Savanna Samson que pueden escuchar en su MySpace.

A decir verdad no muchas más cosas que decir, he pasado el fin de semana descubriendo que puedo escribir algo que no me deprima o que olvide a los cinco minutos de haberlo publicado en el blog.


En Pitchfork TV colgaron el nuevo videoclip de Jeremy Jay. Y durante esta semana se puede ver el documental sobre The Gits.

Aburrido toda la mañana y con dolor de cabeza termine viendo durante un rato “40 Latino” y al final me topé con el nuevo videoclip de Manu Carrasco. No se si realmente me gusta la canción pero sí como se trae el (pop)rock sureño desde el Mississippi al Guadalquivir. Vale, dejo las drogas.



Por terminar con reggae, el videoclip de Stephen y Damian Marley para su tema “The Mission”.




¿Tocado y hundido?

Muere Mauricio Kagel.

Cosas que necesito sacarme de la cabeza:

Ya quisiera que fueran penas del alma. Por orden de preferencia:




1. Ohori Megumi, la femme fatale de AKB48, saca un single en solitario bajo el nombre de Meshibe Ohori. Esta es la presentación en uno de los programas semanales del grupo y roza lo delirante: los bailarines (ropas, caras, pasos, posturas), la sección de vientos, ese caminar solitario entre hombres que pasan bajo el solo de guitarra eléctrica, el propio vestuario, el ritmo de cha cha cha, el abrirse de piernas o marcar el ritmo de las palmas con las nalgas, la cara de Yuko Oshima viéndola.


2. Julianne Hough es una de las bailarinas profesionales que participan en cada temporada de “Dancing With The Stars” y que este año ha sacado disco de country. Este es un anuncio que ha hecho para la campaña de Juicy Fruit (donde también participan Ne Yo y Chris Brown). Y es bastante adictivo:

3. Joanna Angel, a la que podríamos llamar reina del “alt-porn” si nos gustaran escribir esas tonterías o si ella misma no hubiera pasado de la etiqueta, publica su primera canción “Rock & Roll in my Butthole”, banda sonora de la película del mismo nombre publicada por su compañía Burning Angel. La pueden escuchar aquí (también es adictiva).




4. Viene en el título, así que no tecleo más.


5. Esta parodia sobre Disney Channel que han hecho la gente de The Onion, tendría más gracia si los chistes vinieran menos masticados. Y si uno lee esto, Y si uno lee esto, todavía incluso menos, al pensar donde pueden estar estos genios del humor dentro de unos años.

Ahora deberíamos poder escuchar los nuevos discos de Ladyhawke y Jah Cure (que ya se han filtrado). Debería escribir algo sobre el nuevo single de Girls Aloud (quizás cuando estrenen el videoclip).

Muere Norman Whitfield.




Quería escribir una entrada sobre el recopilatorio de Namie Amuro, que lleva seis semanas en el número uno de Japón (algo que una mujer no había hecho desde 1979 y cualquier otro artista desde el 93-94), o quería esperar a que estrenaran esta tarde el nuevo single de Girls Aloud “The Promise”, pero da igual, antes acabamos. Dejo de actualizar diariamente el blog y quizás no escriba nada hasta diciembre (ya saben la lista de lo mejor del año). Y después no tengo ni idea de si seguiré o no. En lo personal llevo un año bastante deprimente y quiero cambiar cosas en mi vida. Comprobar este verano como podía leer libros que llevaban meses apilados en dos días, me confirmaron algunas sospechas sobre hasta que grado pierdo el tiempo de manera corriente. Y simplemente no me desagradan los temas que trato por aquí, pero odio todas las rutinas y bloqueos que tengo alrededor de ello. Pues ya está.

Bye-bye.



U-oh. Parece que las películas de Lav Diaz están tan llenas de gente aburrida y desorientada como las de Raya Martín. (Lo cual cobra cierta lógica cuando uno comienza a leer sobre la historia actual de Filipinas, el idioma, la nacionalidad, etc.). Iría de cabeza pero la rip de la película que ha aparecido pesa más de 6 GB (dura más de 10 horas…)



“Love Story” es el sencillo de adelanto del segundo disco de Taylor Swift. Su primer disco lleva 98 semanas en Billboard (esta semana en el 25), ha vendido más de tres millones de copias, ha publicado cinco singles, ni siquiera está en una multinacional, el público country la adora, el público pop no encuentra problema alguno en escucharla. Y este single, según ella más de lo mismo (aunque en el futuro quiere hacer un disco “oscuro” de alt-country : D), aparte de fundir los plomos en pocas escuchas, es casi como una carta de presentación para ser la reina del género en pocos años.

El nuevo single de T.I. suena apoteósico (incluso en sus planos del videoclip con él montando en bicicleta), aunque las escuchas decidirán si lo es. Ya que estamos con hiphop, en el disco de Young Jeezy si no les gustan o convencen el corte de Dj Toomp, o el primer single junto a Kanye West, aún pueden escuchar esta “Circulate”, que es simplemente fantástica.

Un artículo sobre el “hipster rap”.

Un articulillo de Reuters sobre rock y virginidad.

Un artículo sobre Philip Glass con motivo de la publicación de “Glass Box” (su caja de 10 CDs).

Una ¿crítica? sobre dos de las series de televisión norteamericanas, a priori, más interesantes de esta nueva temporada: Fringe (creada por J.J. Adams (Lost, Alias, etc.)) y True Blood (creada por Alan Ball (Six Feet Under)). Un poco bluff (por ahora) ambas.

El número de septiembre de Blogs&Docs.





El nuevo videoclip de Morning Musume.


He leído un par de críticas que lo ponen por las nubes, he escuchado los samples en Amazon y meapetece horrores escucharlo.

Y este vídeo de Selena Gomez llamando por teléfono a sus fans.


Muere David Foster Wallace.

Profit motive and the whispering wind

Llevo queriendo hacer esta entrada desde hace tiempo, pero el principal problema es que no encuentro ningún buen argumento para convencerles de que deberían ver una película que en la mayoría de su metraje consiste en una serie de planos fijos de tumbas filmados con parte de su entorno verde que duran el tiempo justo para leer las inscripciones que los hombres hicieron en ellas. Podría apelar a que si aún siguen por aquí, tal vez se fíen de mi gusto, mi sensibilidad o lo que sea, pero eso es chantaje no un argumento. A decir verdad me bastó con leer este texto de Santos Zunzunegui:

El viento nos llevará

En el mes de mayo de 1977, Jean-Marie Straub y Danièle Huillet plantaron su cámara frente al Muro de los Federados en el ángulo sureste del cementerio parisino de Père Lachaise. Lo hicieron para rodar su singular adaptación del poema de Stéphane Mallarmé “Un coup de dès jamais n’abolira le Hasard”, significativamente titulada “Toute révolution est un coup de dès”. La elección del lugar de filmación no era inocente. De esta manera los Straub hacían resonar los versos del poeta sobre los lugares en los que fueron fusilados y enterrados en una fosa común los últimos resistentes de la Comuna de 1871. Daban cuerpo, así, a la idea de que “la historia es algo que se filma en presente” y ponían de manifiesto su convicción de que tanto la imagen como la realidad poseen una estructura formada por una serie de niveles de sentido que se organizan a modo de estratos geológicos.
Apenas ocho años después alcanzaba las pantallas la monumental “Shoah”, mediante la que Claude Lanzmann daba forma a un acontecimiento carente de imagen, haciendo que las palabras de los testigos supervivientes del Holocausto resonaran sobre los paisajes actuales, “haciéndolos revivir”, dando cuerpo a esa “palabra filmada”, a ese “registro de palabras” que alcanzaba un estatuto de paridad con la imagen para permitir encarnarse en lo que Derrida denominó el “ello-mismo-ahí”.
Ésta es, precisamente, la tradición en la que hay que inscribir el memorable trabajo de John Gianvito “Profit motive and the whispering wind” (2007), película que a su modo pone en imágenes el texto del historiador Howard Zinn, “La otra historia de los Estados Unidos” (Hiru, 1997). Lo que este film nos propone no es sino un viaje que nos lleva a una serie de lugares de Norteamérica en los que se desarrollaron una serie de acontecimientos que la historia oficial ha querido arrinconar cuando no olvidar. Por eso se nos propone visitar cementerios en los que se amontonan lápidas corroídas y desgastadas por el tiempo, lugares abandonados en los que a duras penas podemos reencontrar las huellas de los avatares que los habitaron en un momento del pasado, modestas marcas que tratan de preservar una memoria frágil que se levanta contra la indiferencia de aquellos que no quieren saber nada de que, como expresó con su lucidez habitual Walter Benjamín, “jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de barbarie”.



Estamos ante un cine radical. En todos los sentidos del término, porque a su decidida voluntad de hacer patente que “nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse perdido para la historia” (Benjamín) le acompaña su decidida negativa a inscribir el trabajo cinematográfico en el marco de lo que Peter Watkins denomina la “monoforma”. Como sucede en buena parte del cine más interesante de nuestros días, Gianvito desplaza el documento en dirección al monumento, en la medida en que lo que su película pone en juego es, justamente, dar imagen a esos “apilamientos silenciosos”, a esos “espesores estratigráficos” (Deleuze) que constituyen la materia misma de la historia. Un film materialista, por tanto que huye como de la peste de esas imágenes idealistas (baste recordar su denuncia a cualquier comentario verbal que fije las imágenes) llamadas a construir, a través de una identificación primaria, un sentido tranquilizador. A su manera este film discreto (en el que oímos el crepitar del viento en los árboles, el ruido al borde del silencio de una naturaleza a punto de ser sepultada por una civilización invasora) parece ilustrar la frase de Charles Peguy que los Straub colocaron al inicio de la edición del guión de su “Chronik der Anna Magdalena Bach”: “hacer la revolución es volver a colocar en su lugar cosas muy antiguas pero olvidadas”.

O también pueden consultar esta entrevista con el director, donde este no deja de explicar la unión entre la rigurosidad del planteamiento anteriormente descrito y cierto carácter “místico” que deja habitar dentro de las imágenes. Si ahora mismo esto puede parecer uno de esos horrores que se creen poéticos, es algo que se combate durante toda la duración del film que deja a uno, con sus emociones, interpretaciones y reflexiones otorgar sentido al caudal de información.
1+2

(Bosquejo de una entrada que no escribiré)

Implantada como canal televisivo a nivel nacional, quintuplicando en audiencia en un par de meses a cadenas que se dicen de sí que defienden la libertad mientras emiten documentales pro-vida sin rigor informativo alguno (cámara oculta con gente sin identificar) donde la opinión se transforma en verdad y se nos dice que no se debe reformar la ley del aborto citando casos bárbaros (se supone que vemos un aborto de un feto de cinco meses), deformaciones de ley, la defensa por un gobierno de izquierdas de los intereses millonarios de las clínicas abortistas y la necesidad de que las mujeres sean informadas (según ellos que van a cometer un asesinato contra una persona indefensa), que llevan años en funcionamiento e implantando sus mecanismos de funcionamiento convirtiendo su franquicia local “Cambio de clase” en una cantera para posibles estrellas del pop (1, 2), tratemos de ver que nos ofrece Disney a través de sus propuestas.




Al regresar de vacaciones y tratar de ponerme al día leyendo según que medios especializados en el tema, la campaña a favor de esta chica (Savannah Outen), como una lucha contra el sistema, siendo una artista sin contrato y llegar a lo alto de la lista de Radio Disney gracias al voto democrático del público me resultó tan avasalladora, tan descarnada e interesada comercialmente como para escribir sobre ella.

Dividamos esto en dos aspectos:

El poder democrático del voto. De acuerdo que los votantes de Radio Disney (como los de Los 40 Principales y otras emisoras por el estilo) son libres para votar lo que se les ofrece por parte de la emisora (y en segundo plano por las compañías de discos). Y también es cierto que cuando un producto no se adecua a aquello que anticipan encajan con los gustos que les han inculcado son muy capaces de hacer que artistas mainstream (adultos o no) se queden fuera de las listas de emisión de la cadena (a veces condenando al fracaso a artistas infantiles cuyo plan de marketing se resumía en entrar en las emisoras). Ahora bien, hay que analizar cual es el motivo de la lucha, cual es la diferencia que se propone que demuestre el valor de la acción: la idea de conseguir que alguien que está fuera de la industria consiga un número uno y su sueño de vivir de la música.

Carezco de información o no la he buscado, pero que alguien no tenga un “contrato” en la actualidad no significa gran cosa. Pongamos dos ejemplos de artistas que graban para Hollywood Records (la compañía que publica a los artistas made in Disney): Jordan Pruitt y Marie Digby.

Marie Digby se hizo muy popular como estrella en Youtube, donde sus interpretaciones “personales”, acústicas, rodadas en toma única de canciones populares en ese momento o no la convirtieron en el prototipo de artista de “verdad” frente a “los artistas que necesitan a los productores para sonar bien”. La polémica saltó cuando se descubrió que Digby, que en su perfil público admitía no tener contrato, en realidad lo tenía desde hace tiempo con Hollywood Records (de hecho había grabado algún tema en recopilatorios), y que el canal de YouTube era un ejercicio de marketing para generar atención a través de las nuevas redes sociales.

Jordan Pruitt no mintió sobre si tenía o no un contrato. Su caso es diferente. Jordan era miembro de un coro religioso que giraba con cierta frecuencia y donde le sacaban partido escénico. Un productor se fijó en ella y le ofreció un tipo de contrato distinto: ella graba, ensaya, compone y se prepara como estrella en la agencia o la compañía de este productor y después si se consigue un contrato, obviamente, un alto porcentaje del dinero irán a este “inversor” además de que su material posiblemente genere derechos de autor al ir dentro del disco.

El caso de Savannah bien puede ser una suma de ambos. Su videoclip no es precisamente barato (y resultaría raro que Disney se lo pagara sin razón alguna), sus maneras sonoras están destiladas en estudio así como sus rasgos de composición. Si uno visita su canal de Youtube, vemos que el material seleccionado en la mayoría de los casos son versiones de canciones que son populares dentro de la propia Radio Disney. Como suponemos que las compañías son torpes pero no estúpidas, el admitir que no tiene un contrato (tras el escándalo mediático de Marie Digby), significa eso: que no ha firmado todavía ningún contrato, no que no esté dentro de la industria. Claro que está dentro, la elección de material, la diferencia de que no hay ninguna diferencia, habla claro de que esta es la estrategia de marketing (ya sea para forjarse un público (y poder negociar a la alta su contrato), ya sea como lanzamiento público).

Así que en la práctica, el “éxito” sirve como refuerzo de que el sistema funciona, que es válido, que todos formamos parte de él y somos importantes, en cierto modo, gracias a ello. Es algo que está implícito en el segundo aspecto: la canción misma.

Este es el tipo de canción, de estribillo poderoso que destaca melancólico y emotivo sobre un desarrollo uniforme, era la típica que a uno durante la adolescencia le hacía sentir una alegría extasiada si se encontraba con amigos o gente querida o una tristeza brutal, la palpable sensación de ausencia de algo o alguien en tu vida, cuando estabas solo. Hace unos años alguien trató de explicar el éxito que tuvo una canción de Natasha Bedingfield en EE.UU. y lo encontraron en el hecho de que la canción fue la que se usó en casi todos los actos de graduación de final de curso, colegio, instituto, universidad. Este tipo de actos celebra la individualidad de uno, la potencialidad, el futuro por delante que uno se ha labrado con su educación y trabajo, mediante la puesta en escena de una comunidad que reconoce este hecho porque está presente por un familiar, conocido o amigo. Así que la individualidad, la emoción surge de estar uno dentro de la comunidad. Y es precisamente este tipo de composición en su función ¿teleológica?, lo que transmite. Es decir, justo lo mismo, pero a otro nivel de discurso, que el aspecto anterior.

Está bien, los dos siguientes son esquemáticos.

Demi Lovato quiere ser rockera. Fijense en las siguientes portadas.



La canción me gusta mucho, aunque han sustituido la mención de “kiss me” por “hold me”, supongo que para no inquietar a las radios cristianas. Este plegarse le quita casi toda la subversión que pudiera tener una artista que hace rock pero que no puede funcionar como rock (la sonrisa, la elección de vestuario como moda y no como gesto de poder (subversivo o no), etc.), pero en modo alguno es un proceso nuevo.




Charlie Guillett en su “The Sound of the City” documenta algunos casos de cómo las letras de las canciones cambiaban desde las grabaciones por parte de artistas negros (enfocados a un público adulto que acudía a clubs nocturnos) a las más populares (por mera inversión y por funcionar dentro de lo establecido en el circuito) de los artistas blancos (dirigidas a un público adolescente que en ese momento histórico no tenía acceso a ese tipo de clubs) por miedo a las acusaciones de obscenidad. El artículo siguiente está ubicado en un sitio patético de internet, lo que no significa que no sea un texto que sea parte de la bibliografía que algunas universidades norteamericanas piden en sus cursos sobre música popular, y en lo básico trata de explicar como la música afroamericana con su religiosidad y su carnalidad, resultan paradójicas desde una perspectiva religiosa eurocéntrica donde existe la división alma/cuerpo, donde el segundo es un subproducto al que no se debe obedecer y lo que uno debe hacer es centrarse en los aspectos del alma para lograr la salvación. Esa diferencia no existe en muchas de las culturas religiosas que tenían los esclavos africanos que llegaron a las colonias. De hecho, en las ceremonias de vudú (es más complejo ya que este nombre sólo representa algunos aspectos y ceremonias) lo que se hace es ser poseído por los espíritus, ya que hombres y espíritus conviven al mismo tiempo sobre la tierra, así que estas “posesiones” son la liturgia de celebración. Esto lo pensé un día después de que me diera mucho el sol en la cabeza, pero a veces uno cree que la historia del rock consiste en imponer en el rock’n roll la división alma/cuerpo. Así que Demi es simplemente producto de ese proceso como lo somos el resto, aunque Demi también lo es del entorno (un montón de amigos que llevan anillos de pureza), así como supongo de sus propias creencias. Lo que me fascina es lo asimilado que tiene el proceso de que uno puede ser diferente (y pregonarlo) pero que debe adaptarse a los moldes establecidos si quiere hacer algo en la vida. Por ejemplo, Demi es fan del metal y dice que le encantaría poder grabar un disco y tocar en una banda (si nadie la conociera). Pero resulta que no es mera estrategia. Aunque su banda favorita es Paramore (que también son cristianos),va y cita que le encantó ir a un concierto de Dimmu Borgir. Podría decir que los he escuchado, pero el nombre me suena de haberlos visto en la portada de Terrorizer, así que yo soy el fake no ella, yo soy el que aparento saber de metal cuando no estoy dentro de la escena como ella.

Uno de los microculebrones del verano pasado fue el supuesto desvelamiento de unas fotos eróticas de Miley Cyrus, hechas para un ex. La descripción de la más explícita era algo así como: frontal, camiseta mojada que se transparenta, pezones, vulva, sin pelo. La foto obviamente nunca apareció como uno se imaginaba cuando el supuesto revelador de la verdad quería convertirse en un héroe por las amenazas que estaba recibiendo por parte de la compañía. De todas maneras, todo tipo de comentarios sobre su relación con Joe Jonas, fotos con colgantes con su nombre, etc. llenaron los espacios. La misma Miley, que al regresar a su canal de YouTube tras el castigo por el escándalo de las fotos de una revista donde enseñaba la espalda, ese canal que tiene con su “mejor amiga” Mandy (una de las bailarinas de su show que le saca unos cuantos años) se dedica a parodiar el canal de YouTube de Demi Lovato y Selena Gomez.

Esa misma chica, es la que según informativos televisivos y revistas, representaba una ruptura con lo anterior y un paso hacia la madurez. La escucha del disco es una experiencia fascinante por el mero hecho de tratar de reconocer cuales son los rasgos sonoros y compositivos que funcionan como símbolos de madurez y que representan socialmente. En lo básico el disco es así: aburrido (todas las canciones son del mismo palo), monotemático (de las 12 canciones, 10 hablan sobre su ex), continuo/homogéneo (todas las canciones están envueltas en guitarras con apariciones de algunas cuerdas esteticistas frente a sus grabaciones anteriores donde podía saltar de un tema de baile a uno pseudo new wave o uno country), previsible (en todo momento sabes lo que dirán las canciones), centrado, productivo, austero, etc. Vamos, apenas diferente al proceso que nos presentan gente como Nick Cave u otros rockeros cuando dicen que “evolucionan”. “Córtate el pelo, sienta la cabeza, búscate un trabajo, ten una familia, pide una hipoteca, compra una casa, trabaja, educa a tus hijos, sal a entretenerte viendo una película o una obra de teatro, continua haciendo esto hasta que te mueras”. Y todo ello sin que la potencialidad de Miley como intérprete salga perjudicada, pero completamente un movimiento estético de la compañía para evitar comparaciones con gente que se apellida Hilton, Conrad, Lohan o Spears. Hemos mencionado que había dos cortes diferentes. Uno de ellos es el remix de una de sus mejores canciones “See You Again”, una canción que fue un éxito sin ningún apoyo por parte de la compañía ni lanzamiento físico como single. Se supone que es un remix bailable, pero es este tipo de remix que se supone enfatiza unos valores “bailables” que uno ante el resultado, pulido, profesional y completamente uniformizante, no encuentra por ningún lado. Es el single en el Reino Unido.




La otra es esta artefacto con ínfulas ecológicas donde se pone de victima porque cree que la gente creerá que es una charlatana por ser tan joven aunque el peligro es real. Inolvidable:



Algo que comencé y no terminé (mecánica de funcionamiento de este blog)

Lo primero que debemos hacer en esta entrada es tratar de definir a que nos referimos con electropop. Nos referimos a música mainstream, pop comercial cuyos melodías y arreglos son interpretados en instrumentos musicales electrónicos que sirven de base para una voz o un conjunto de ellas con letras vacuas sobre relaciones amorosas y coreografías más o menos elaboradas opcionales. Así que según Wikipedia, estoy hablando de europop. Si vamos a las entradas correspondientes a electropop (o tecnopop) y synthpop, verán que la repetición de una serie de lugares comunes diferenciadores (nuevos románticos, Yazoo, Pet Shop Boys, etc.) termina conduciendo de manera casi mágica en la única realidad posible del electroclash y la música gótica. Quizás deberíamos hablar de una separación en el tipo de presentación escénica, si un grupo de synthpop aparece en el escenario tocando los instrumentos, mientras uno de europop puede aparecer simplemente interpretando sobre un fondo pregrabado o con los ejecutantes sin interacción alguna con los intérpretes vocales, es decir, instaurar la vieja separación materialista rockista entre el rock como trabajo físico de generación de sonido frente al pop como forma de re-presentación. Como desechamos esta construcción ideológica, muy extendida y ventajosa en la cual se impone una separación en el trabajo entre blue y white collar, identificándose estos con el proletariado y de este modo buscando una aceptación e interpretación crítica distinta a la que recibirían como producto generado en una sociedad burguesa (capitalista), que en la práctica sirve para validar a millonarios como U2 frente a supuestos arribistas sociales con sueños de estrellato y adoración (además de ocultar las raíces burguesas), queremos usar el término electropop buscando incluir lo abyecto* según las rigurosas definiciones estilísticas que hemos visto antes.

Por ejemplo, tomemos el recién estrenado single de Christina Aguilera “Keeps Gettin’ Better”. Siendo obvias (y previas en el tiempo) las similitudes con el estilo sonoro que Richard X diseñó y Jewels & Stone reprodujeron para las respectivas decadentes y perversas odas al sexo oral y anal de Rachel Stevens (repeticiones guitarreras, el schaffel beat sacado del glam y diversos fondos atravesados por todo tipo de gorjeos y chisporroteos electrónicos), los media (y ahora todo el mundo genera sus “media”) han buscado la confrontación con la apropiación por parte de la “estrella” del estilo “underground” de Lady GaGa. Por no extendernos en lo que resulta obvio (que una se inspira en la estética de la dominatrix y la otra en el mundo de la moda, ser rubia, usar sintetizadores, usar accesorios faciales (un adhesivo asimétrico, un antifaz simétrico) o una asimilación del sexo como un lugar común de la vida cotidiana, no son señas que “pertenecen” a un artista), podemos comprobar como la misma estrategia se repite entre aquellos que se consideran connoiseurs, asimilándola esta vez a cierta etapa “disco” del grupo Goldfrapp. Curiosamente, el robo del sonido “Goldfrapp” por parte de Rachel Stevens (un producto de marketing “vacío” como mandan los cánones) dio alas al fracaso comercial de esta (acompañado por una malísima campaña de promoción de la compañía y las debilidades naturales de la artista).

Así que de este modo nos encontramos con un robo de la “originalidad” de un artista y su denuncia como adorno esteticista que desconoce y ahoga los verdaderos significantes de la obra “seminal”. Tratemos de desentrañar lo que aceptamos de manera implícita al aceptar este razonamiento concreto.

Establecer un principio de legitimidad en la forma de narrativa histórica. Al tratar de imponer una genealogía de artistas, no solamente no se crea un mundo nuevo, sino que se niega cualquier validez a aquellas que se establecen desde ese trasvase, cualquier tipo de tradición como tal, derivada en simple subproducto y ocasionalidad, una sucesión de contingencias discontinuadas, nunca una consideración de conjunto, más allá del tópico de la basura comercial. Si una de las cosas interesantes de Bowie fue su capacidad para el mito, escogiendo una serie de artistas completamente ignorados por la crítica en un nivel general (Stooges, Velvet Underground) y convertirlos en la esencia del rock (y de camino incluirse él en ella), lo que hacen sus epígonos (y con ellos no me refiero a los artistas de synthpop, post-punk y new pop que trataron de trabajar con los mismos principios) es justamente, vulgarizar la influencia, disolverla, dibujar cada detalle de ese universo hasta el punto de que al acercarse uno a los discos originales, estos parecen minúsculos, monocromáticos, apagados pero a la vez, no luchar por un “mundo diferente” sino por el mismo en el que habitan y donde esos nombres, una vez fracasos comerciales, representan las piedras fundacionales de todo el espectro musical. Y a la vez que establecen esta crítica y siguen ejecutando este procedimiento de “autenticidad” reducen cualquier otra posible narrativa, acertada o equivocada, extensa o breve, como puede ser el propio género que reivindico, a la equivocación y no al terreno de la posibilidad. Lo que en Bowie era una propuesta de (post)modernidad (la crítica a lo natural como ideología (el destino como biología) en forma de tintes de pelo, uso de la electricidad, metáforas de extrañamiento, androginia, homosexualidad, artificialidad, lo excesivo y lo decadente, etc.) se establecen como signos perennes de diferencia, ya te llames Miguel Bosé o salgas en The Fader.

Oh bien, eso era todo lo que estaba más o menos escrito. Obviamente la idea original era que el texto fuera más largo y expusiera todo tipo de contradicciones internas (el modelo de “divismo” que impuso Bowie funciona como enganche para la sección culta o la inculta, este estilo de música es una de las banderas del popismo). En estos momentos estoy tratando de leer los libros de política de Jacques Ranciere (“El Desacuerdo”, “En los bordes de lo político”) que aún siendo muy breves (apenas las 100 páginas) uno tiene que desmenuzar para llegar al fondo de los planteamientos. Ranciere al hablar de lo que se considera “política” en la situación actual, usa el término “police” en la que no se habla de cambios o medidas de fondo sino simplemente de gestión de los recursos y este tipo de “política” es algo que está revestido de algo que no puede dejarse en las manos del pueblo, sino en las de unos encargados instruidos en su funcionamiento. Por ejemplo, cita a Aristóteles cuando este explica las partes que forman la comunidad y lo que estas ganan y aportan a ella como democracia: están los ricos (los oligoi), los virtuosos y los excelentes (areté, que desembocan en aristoi) y la libertad (la eleutheia) que es el rasgo definitorio del pueblo llano (demos), los que no tienen otra cosa aparte de esta. Según Ranciere, estos tres devienen en dos, el conflicto entre los que tienen y los que no tienen, y justamente en ese conflicto es donde surge la política como el la entiende, en el desencuentro (dissensus en inglés, por eso bautizaron así al foro de internet). Ranciere es discípulo de Althusser y considera que el proletariado como clase social está poco definida, así que él (a grandes rasgos como todo aquí) considera que el pueblo llano es el proletariado que debe disolver las clases sociales. Así que uno de los motivos recurrentes de la obra de este filósofo/historiador/como quiera que se defina él mismo, es que todo el mundo puede ser dueño de su destino, tiene a su disposición la inteligencia para salir de su estado, es algo que no viene dado por la posición social, la educación, el capital (económico, subcultural, etc.). Así que esta entrada, más que para reclamar la idiotez, lo que buscaba (seamos sinceros, tratar de provocar alguna reflexión al respecto) era ese buscar la inteligencia en todo el mundo, ver lo que hay, mesurarla, hacer algo con ella si se puede. Algo que normalmente no hace la crítica ni el público “culto”, que se sitúan como una élite (lo llamen diferencia, gusto, inteligencia, etc.) frente a una masa informe representada por grandes rasgos deformadores (carentes de alma, llenos de prejuicios, consumistas, incapaces, etc.) reivindicando los valores de la democracia tal como ahora la entendemos. Ya saben esa que crea un cisma cuando un popular crítico musical dice “Me gusta Coldplay” y masas de indies aúllan de miedo por la blasfemia. Si les resulta más cómodo: todo esto para decir que el nuevo single de The Saturdays me comenzó a gustar una vez que abandoné la idea de que no me gustaba.



*Según la entrada en “The Edinburgh Dictionary of Continental Philosophy”:

ABJECTION A notion developed by Kristeva in Powers of Horror (1980), where she couples psychoanalysis with anthropological research, in particular Mary Douglas’s analysis of defilement in Purity and Danger (1969). Douglas maintains that defilement is defined and ritualised in order to protect the borders of the body and society. As Kristeva describes it, the abject is what is excluded in order to set up the clean and proper boundaries of the body, the subject, the society or nation. Above all, it is ambiguity that must be excluded or prohibited so that identity can be stabilised. Bringing together Freud’s analysis of the prohibition of incest with that of Levi-Strauss, Kristeva suggests that ultimately the threatening ambiguity of the abject always comes back to the maternal body, which must be excluded in order to constitute and shore up both individual and social identity. Like all repression, however, the abject maternal is bound to return, and its return can be transformative or even revolutionary.

Supongo que, siendo como soy el último en enterarme de todo, la noticia de que la última entrega en 12” de Shackleton es realmente eso, la última que publica el sello (todos los temas de esta segunda parte aparecerán a finales de año en un nuevo recopilatorio que incluirá remixes).



Leo el titular. Pincho el link. Busco en Youtube. ¿De verdad alguien tiene nostalgia por el tiempo que le hubiera llevado a alguien de “provincias” escuchar esta canción? Seguramente sí.

Hum #1:



Hum#2

Contador de youtube: más de cuatro millones y medio de visitas al último single de N-Dubz. O_o

Leo que Thelma Aoyama consigue el record Guinness en número de descargas de una canción (¿en Japón?). Consiguió un millón de descargas a móviles en cuarenta y dos días. En estos momentos va por más de ocho millones en distintos formatos. Otro record es el de los KinKi Kids que han conseguido 27 números uno consecutivos. Supongo que cuento esto porque esta mañana he mirado cuantos singles vendió el único single de Ayumi Hamasaki que llegó a gustarme. Un millón. De esto.

La prensa británica parece que va a perder los papeles ahora mismo con esta chica.

De los cuatro sets que Martin Clark recomienda, dos me provocaron un aburrimiento espantoso (bass generation y el showcase del sello Hyperdub, que me pareció eterno y donde estaba toda esa novedad, toda esa ruptura, para ser y funcionar de la misma manera que siempre dentro del dubstep, algo que en esto momentos y si nadie me convence de lo contrario, me parece más cercano a ciertos desordenes emocionales o mentales que a ser avanzado). Bueno, quedan dos.



El recopilatorio “NotWave” en DFA Records (que se supone gira sobre rarezas de le época No Wave, pero con un espectro sonoro más amplio). Un recopilatorio de rarezas de la Human League en el sello de Richard X. Los discos para conmemorar el BBC Radiophonic Workshop.

Del mismo modo que hace unos días comentaba como apenas si podía escuchar algo de música electrónica de baile que se había publicado durante la primera parte del año, ahora mismo hay un montón de lanzamientos más o menos recientes que escucho con sumo gusto (DJ Koze, Matías Aguayo, Portable, A Guy Called Gerald, Melchior Productions, Stimming, Dave Aju, Redshape, etc.). Además de que la música de este tipo me gusta bastante, entre lo que queda por venir, se supone que deberíamos escuchar el disco de Lee Jones y el nuevo EP de Donnacha Costello.



Mucha gente está reaccionando de manera parecida ante el nuevo disco de Juana Molina, opiniones que van desde lo intrascendente al desastre. A mi realmente me está costando horrores escucharlo. En lugar de la superposición de estratos de sonido en forma de canciones folk que usaba en el anterior, aquí se ha decantado por un sonido que está más a juego con su instrumental de concierto (pedaleras con capacidad para reproducir loops, giras con otras luminarias del free folk). Debería funcionar del mismo modo este acercamiento a lo rítmico, con distintas capaz de voz repitiendo sílabas o palabras con un efecto parecido al que hacía Mary Hansen en Stereolab, y todo tiene un sonido más de disco hippie lisérgico que la sensación de irrealidad que transmitían las canciones del anterior. El caso es que los temas se alargan hasta los siete minutos y hay cambios bruscos y transiciones y no resulta monótono en momento alguno y fluye con naturalidad y lo mismo que me entra por una oreja me sale por la otra. En fin, por deferencia seguiré escuchando para ver si me estoy perdiendo algo.

Afro(retro)futurismo





(Ya que parece que nadie pensaba decirlo)



Como dijimos en los comentarios seguimos con las películas de Raymond Pettibon (que han tenido una cálida acogida por nuestros lectores) en este caso con "Weatherman '69 - the whole world is watching", donde aparecen Mike Watt o el futuro matrimonio dentro de las filas de Sonic Youth, que va sobre terrorismo y como este está dentro de la contracultura incluye música deconstruida en directo o juicios sumarísimos sobre la colección de discos. Todo ello filmado en video casero y de la forma más cruda posible.

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Alguien en algún sitio decidió tras cumplir su suscripción a la revista, colgar todos los artículos (disponibles en PDF en la propia web de la revista) de The New Left Review. Más o menos, desde el comienzo de la revista hasta mayo de 2007. Más o menos unos cuarenta años. Me hubiera gustado añadir un archivo de word detallando los autores, los títulos de los artículos y el nombre de películas o libros reseñados en estos y su correlación con los códigos de los archivos, porque como podrán comprobar resulta bastante desbordante. Creo que puede resultar una lectura interesante, ya que se puede vivir en tiempo más o menos real, todas las derivas temáticas, políticas, teóricas, etc. de la izquierda de una manera más o menos global (hay cobertura de asuntos que suceden desde Sudamérica hasta el extremo oriente), tener una visión de los análisis que resultan caducos, los que estaban equivocados por confiar en la información que circulaba en ese momento, los que hacían un retrato certero, los que daban en el clavo. Ombliguismo (muchísimas reseñas de libros de autores que colaboran con la revista), lugar de polémicas (es habitual encontrar un artículo que genera una carta de respuesta y quizás una respuesta a la respuesta), foco de origen (se pueden encontrar algunos ensayos que después derivaron en tochos más o menos aclamados) o mero escaparate donde figuran algunos nombres (con muchas participaciones a lo largo del tiempo o una) como los siguientes (sin ser exhaustivo, citando aquellos que me llaman la atención): John Berger, Edward Said, Terry Eagleton, Ernesto Laclau, Fredric Jameson, Alain Badiou, Mike Davis, Jurgen Habermas, Etienne Balibar, Jon Savage, Slavoj Zizek, Jacques Derrida, Noam Chomsky, Pierre Bourdieu, Judith Butler, Naomi Klein, Jacques Ranciere o Jean Baudrillard. Y no necesariamente estos escribiendo los artículos más interesantes, que pueden ir desde el mero análisis político de un suceso de actualidad, a los mecanismos precapitalistas de la edad media, el cine de Wang Bing, urbanismo, Fela Kuti, el nuevo arte británico o en uno de los últimos, un artículo de 26 páginas sobre como Cahiers du Cinema se ha vendido al mercado.



El nuevo single de Monrose, que me parece disfrutable pero todo lo que he escuchado de su tercer y nuevo disco me parece inferior al segundo “Strictly Physical”. Será la ristra de nuevos productores y compositores, así que el mismo morro reciclador y el gusto por la recontextualización pero sin el mismo gozo y frescura donde brillaban antes:

"Nobody thought we could make it happen
One year later people still clappin’
Hands and jump and their heads are bumpin’,
hear the single in every club and

Joy is makin’ it hot to be us
In the studio with Remee and Thomas
Still no peace for the newcomers
Five degrees, it was still a hot summer"

"Monrose Theme"

Ladyhawke en una entrevista (muy detallada en lo personal) en The Guardian.



BoA, chica surcoreana que es el quinto artista internacional que más discos ha vendido en Japón (el comentario parece una tontería hasta que uno se pone a pensar en cuales pueden ser los otros cuatro), está planeando dar el salto a EE.UU. con su single “Eat You Up” producido por Bloodshy & Avant (que ya están acostumbrados a trabajar con gente del mercado japonés como Utada Hikaru o Cristal Kay), que lo mismo son populares con Britney Spears como sus cortes sirven de relleno para los discos de los artistas con los que trabajan. La verdad no se si tendrá éxito porque ahora mismo lo único que parece tener éxito allí es lo que todos ya conocen (hace poco T.I. hizo historia en Billboard saltando del puesto 71 al 1 con su single más flojo en años). De todas maneras prefiero el enfoque de ella bailando mucho (terreno donde es difícil ponerle pegas) al del rollo mesiánico que ya ni le funciona a Michael Jackson.




Q Tip publica su nuevo disco “The Renaissence” en octubre, y como ya comentamos por problemas con la “comercialidad” de sus propuestas, la compañía no le publicó no uno, dos discos y ha estado sin publicar nada oficialmente desde el 2002. Así que no arqueen la ceja cuando descubran que muchos de los temas están producidos por Jay Dilla.



Ludacris tiene nuevo single junto a Sean Garrett y Chris Brown titulado “What Them Girls Like” y que habla de eso, de lo que Luda cree que piensan y quieren las mujeres.

The Ting Tings tienen nuevo video.


Y estos no son rabiosa actualidad, pero supongo que los colgare de igual modo ya que aparentemente no tengo gran cosa que decir sobre ellos, salvo que funcionan muy bien en su terreno. Primero T-Pain con Lil’Wayne




Y después el retorno de Brandy, que suena como R&B pensado para el mercado europeo o algo así. Está producido por Darkchild, así que de todas maneras se puede escuchar a tientas para saber como puede sonar el nuevo disco de Britney.

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