“Majisuka Gakuen” (ahora en su segunda temporada) siempre se complica cuando entramos en el terreno de lo metafórico. La casi total ausencia de los padres, los profesores atrincherados, unas clases donde se acumulan todas las estudiantes fracasadas del sistema del cual parecen incapacitadas para escapar (nadie se dirige al mundo laboral o a los bajos fondos) aún cuando no hay futuro para ellas en este (no estar cualificadas para adaptarse a las tensiones y presiones del mundo “real”), y que manifiestan sus emociones de forma visceral, en combates imposibles donde su cuerpo parece que pudiera hacer cosas para los que no están diseñados físicamente que se derrumban y se quiebran con una fragilidad inmensa (como las subidas y bajadas de la adolescencia), las alusiones a las drogas de la segunda temporada en forma de drogas, la ley de la causalidad provocada por las “condiciones ambientales”, además de todos los aspectos más o menos documentales que presentan de ellas como idols, el momento actual del grupo o la “realpolitik” de los ascensos y pérdidas de fans mediante las selecciones de casting o situaciones dentro de las tramas (como el “asesinato” de una componente de SKE por LA nueva chica de SKE). En cualquier caso, por esas cosas de la búsqueda de significado, esta escena se me quedó en la cabeza. Son dos chicas que públicamente han admitido haber sido víctimas de abuso en la escuela (no necesariamente físico) interpretando algunos de los luchadores de más alto nivel de la escuela encerradas en un cuarto del cambiante mundo exterior. Que supongo significará algo.

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