El PV del primer mini-álbum (cuatro canciones) de Kahi de After School. A mi, las tres primeras canciones (la presente y dos baladas que giran en torno al piano, la primera montada sobre cajas de ritmos que suenan solitarias y mínimos riffs de sintetizadores eufóricos que funcionan como elementos melancólicos, la segunda aderezada con las texturas de los pellizcos de la guitarra acústica y los arreglos de cuerda esbozando un mundo de emociones interiores en mutación que desemboca en un largo estribillo que hace de anclaje de la reflexión personal) me entran bastante bien esta mañana. Aunque claro, hoy no es que tenga demasiada fe en el mundo. En un visionado, la chica cuyo chico ideal debe medir más de un metro ochenta (yo entro en la muestra…) se desenvuelve entre distintos escenarios y vestuarios mientras baila, aunque la línea narrativa sólo quiere destacar un par, una versión más cándida y otra más agresiva, ambas enfrentándose de un modo concentrado a su imagen reflejada, hasta que su “opuesto” atraviesa el fondo desarbolando la composición que hacían de si mismas, algo que termina en un encuentro en un pasillo, un pasillo es un camino para llegar a algún sitio, donde ambas se observan y tocan, una con un colgante que toma la forma de la sílaba “Ka”, la otra “Hi”, es decir que la interioridad de uno, lo que uno considera su conjunto está compuesto por todas estas escisiones, todas estas distintas imaginaciones sobre las que uno o una se imagina ser. De modo, que este hilo hilvana todas las presentaciones que hace de si misma y son las corrientes interiores que la llevan del ascenso a la caída. Nice.

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