Oh bueno, sólo pensamos hablar de ídolos. Si se han acercado por aquí por cualquier motivo, hecho clic o cualquier otra cosa esperando algo decente, por no perder el tiempo, pueden tratar de buscar y escuchar “Wound Response” de Rhodri Davies (es tan bueno como otra gente dice y no creo que sea capaz de escribir algo tan exacto sobre el disco como esto).
Sunmyu
En realidad la presentación en imágenes del grupo. Los contenidos son los convencionales en estos casos (comida, trabajo, concierto, intimidad, momentos de intersubjetividad, figuras en relación con el entorno). El vídeo que enlazamos funciona como una suerte de resumen de las actividades del grupo durante su breve periodo de existencia, recopilando y reciclando multitud de imágenes de otros vídeos promocionales (no musicales) suyos, también añadiendo imágenes descartadas o momentos que no se habían visto. Visto en contexto (a las pocas semanas anunciaron que fichaban por una compañía de discos grande), sirve como carta de presentación.
Aunque en clara interrelación, nos gustaría separar por un momento digamos el diseño de la textura emocional de las imágenes, el contexto y la forma en las que estos funcionan, y la función que cumple el montaje en este ejemplo concreto, algo que por llamarlo de alguna manera, es una visualización de información, una suerte de timeline visual.
En el primer caso, es una forma de presentación de los ídolos que en su configuración actual podemos retrotraer al trabajo del director Shunji Iwaii para el PV de AKB48 “Sakura no Shiori”. El hiperrealismo de la definición de las imágenes y los colores, la tensión entre las figuras y el desenfoque de los espacios, convertidos en cálidas masas de color y forma, la textura temblorosa de la cámara en mano y el continuo movimiento para tratar de captar lo cotidiano, los momentos de obtusa espontaneidad de las personas filmadas (preservados antes de que estos se desvanezcan en el olvido), creando una suerte de lirismo emocional. También, la presencia de planos con la cámara fija, igualmente líricos pero “construidos”.
La estética visual queda definitivamente delineada en lo que aconteció después. Supongo que parte del mismo equipo (Iwaii creo que es el productor ejecutivo y uno de sus asistentes es el director) continua filmando al grupo a petición de la compañía y lo terminan transformando en una serie de documentales que trata de contar su historia desde dentro. De este modo, la parte temblorosa del asunto sirve para filmar las entrañas del grupo, el backstage, los viajes, las charlas y discursos a las integrantes de los equipos, las actuaciones, mientras las partes “construidas” articulan las presentaciones individuales (líricas imágenes sitúan a los miembros en algún lugar específico, después comienza una conversación o monólogo). Ya se anuncia la tercera parte del mismo y el grupo por ejemplo ha utilizado este tipo de presentación para una campaña publicitaria que presentaba a los componentes del grupo como algo “real”, mostrando su quehacer, entorno, cotidianidad. Esto, claro es una forma de mitificarse por parte del grupo, crear su propia leyenda. Pero lo es también para la audiencia. La creación de lo creíble, lo envolvente, lo íntimo, su construcción es una forma de poner en imágenes el proceso y la actividad de los fans, su continuo consumo de imágenes, textos y productos, el continuo proceso de reescritura de su percepción sobre el grupo, la forma emocional que permite incluirse a uno mismo en una línea de consumo sin final.
Un ejemplo, de cómo esta configuración ha calado, podemos buscarla por ejemplo, en el trailer de la película para el grupo idol local Seishun Joshi Gakuen. Suponemos que una de los motivos de la adopción de esta fórmula es que es versátil y suponemos, barata. Por ejemplo, el propio Shunji Iwaii, tras los desastres ocurridos en el gran terremoto que más o menos todo el mundo recuerda, usó la misma fórmula para dirigir un documental que mostraba la escala del desastre y las reacciones de algunas personas ante la actitud de la prensa, la política y demás: “friends after 3.11”
En el propio documental hay incluída una idol: Cocoro Fujinami.
Queremos detenernos un momento en ella, porque consideramos que su posición, como persona, como figura pública, como trabajadora, ofrece algo que nos puede servir como reflexión sobre como está configurada la sociedad en el mundo contemporáneo. La idea es que una idol teniendo ideas políticas es una cosa ridícula, un motivo para la risa. Fujinami no es cantante y era o es más conocida por ser modelo gravure (comenzó antes de los quince años de edad).
La idea subyacente es que lo racional no puede estar relacionado con lo sensorial (o lo sensual si prefieren). Pero aunque los ídolos son máquinas de generar afectos (ese es su trabajo), lo que viene a representar esto es como la mayoría de la gente puede ser ridiculizada y ser considerada como no cualificada o competente para aportar nada a las conversaciones sobre cómo funciona nuestro mundo. Cómo, convertido en objeto de conversaciones y opiniones, los individuos son aplastados por no contar con una red lo suficientemente tupida que pueda soportar la presión que aguantan (sea por ejemplo, una formación académica, una red de activistas, amigos, personas interesadas en empujar en tu misma dirección, condiciones económico-personales y demás). Y como las condiciones que generan esta asimetría, para nada son el resultado de la casualidad. Y como la gente pasa, pero quedan las políticas, las campañas de imagen, los tópicos de conversación que sustituyen la complejidad del asunto.
Sunmyu es el primer grupo idol de la compañía Sun Music, más conocido por su trabajo con solistas durante los años 80. La canción que canta el grupo, por ejemplo es una versión.
Sunmyu, también se ayudó durante la formación del grupo de la idea de participación del público. Durante semanas y meses se ofrecieron vídeos en el mismo canal antes enlazado (ahora creo que están todos borrados) para que poder familiarizarse con las candidatas. Llegado el momento de decidir la alineación definitiva, se realizó un programa especial. Lo primero fue la decisión de la agencia que selecciono a una serie de miembros como no negociables pero dejó abierta la inclusión de algunos miembros más a elección de la gente conectada a Nico Nico Douga en esos momentos. No recuerdo un proceso más traumático. Esta compañía de streaming permite a la gente votar interaccionando con la pantalla. Un pequeño menú se superpone sobre la imagen y se puede hacer clic en la opción preferida, generando una serie de resultados en más o menos tiempo real. Lo que sucedió entonces fue: colocar sucesivamente la cámara delante de cada una de las candidatas, poner el cuadrito durante algo así como un minuto, recontar los votos, y comunicar cual era el porcentaje de aprobación. Y así seguir con cada una. Los porcentajes de aprobación, por cierto fueron bastante crueles (casi nadie superó el 50%, alguien casi no llegó al 20). Y de ese modo, ya conociendo cada una el número más alto, conocer quién era “apto” y quién era “redundante”. Para añadir más gloria al asunto, la gente descartada, no podía largarse hasta terminar el programa y tenían que seguir por allí, fingiendo el gran momento de felicidad del nacimiento del grupo.
Mencionamos esto con detalle para apuntar que nada de esto está incluido en la “historia” que el propio grupo cuenta de si mismo en el PV. Y en cierto modo, esta idea de la precariedad, del vivir una vida que te quema mientras intentas hacerla posible, es algo que se edita fuera tanto de las narrativas que establece el grupo como las de los fans (el trabajo crítico de esto consiste más en comparar a los miembros con un ideal y mostrar todo aquello que distancia a esas personas de aquello que creen, sienten, intuyen o simplemente cuentan). Los ídolos, claro, son una forma rápida de ganar dinero. No has de tener talento o currículo, simplemente ser una presencia que agrade al público. Y la idea, claro es que haciendo esto puedes terminar ganándote la vida haciendo algo que te gusta (siendo actriz, presentadora, coreógrafa, etc.). Una imagen de la vida soñada que permite sobrellevar los horarios imposibles (no es sorprendente de que algunos o algunas duerman entre tres o cuatro horas por las noches y después se queden dormidos en cualquier lado), la multitud de mini-trabajos (conciertos, entrega de flyers, pequeñas presentaciones de espectáculos, programas de radio, gravure y demás) mal remunerados (el sueldo base por actuación en el teatro de AKB es algo así como 30 o 50 €, en el caso más bajo 1080 € al mes). Mucha otra gente, en grupos menos “exitosos” obviamente no llega ni a esas cantidades con todos sus “trabajos”. Claro, esto no es algo exclusivo de los ídolos, cualquier músico o grupo más o menos pequeño se encuentra en condiciones parecidas o peores durante el tiempo que tratan de vivir de la música. Pero en el caso de aquellos todavía se puede añadir una especie de idea romántica, (sobre)vivir para el Arte, situarse fuera de la sociedad para hacer algo “único” o “profundo”. Con los ídolos no tenemos ese problema. Si se rompen los tiramos y buscamos otros nuevos, como hacemos con los discos y las canciones, o nos buscamos a alguien más joven y barato que tenga menos pretensiones, que tenga mayor flexibilidad, potencial para adaptarse, plasticidad.
En fin, lo que me “obsesiona” de este ejemplo particular es la forma-timeline. El tratar de escoger una serie de imágenes del archivo, que por alguna u otra razón “trasciendan” lo cotidiano, que sirvan como un ejemplo de trabajo y constancia, que sean divertidas, que parezcan sacadas de un anuncio, que sean bellas plásticamente, que capturen un momento de vida que te envuelva, capture tu imaginación, te haga vivir con el grupo. No es tanto la idea, este tipo de resúmenes son un recurso que se puede usar para cualquier tipo de “memoria” sobre algo o alguien, como la interpretación del mismo como una representación visual de flujos de información. Como esta captura del momento, evoca la misma actividad de los fans, ese continuo consultar, buscar y consumir para encontrar momentos que permitan y/o justifiquen la propia continuidad de este estilo de vida. La propia construcción de esta narrativa a partir de materiales dispersos de consumo (después amplificado con formas de vida asociadas: desde la posibilidad material de asistir a los conciertos y eventos del grupo o artista, a las conversaciones, las reflexiones, los homenajes, los intercambios, etc.). Y la propia construcción de la imagen del fan a través de este proceso de selección, como hilo conductor, o como presencia que sirve para interpretar la multitud de referencias y ventanas a las que se abre, el material condensado aquí.
Yumemiru Adolescence
Es un grupo de modelos asociadas con la revista Pichi Lemon. Por ahora, sus actividades como grupo se reducen a una serie de conciertos eventos (van por el cuarto o quinto), donde se intercalan canciones originales, versiones y viñetas teatrales, además de las interacciones habituales de este tipo de cosas. Han publicado un single (se puede comprar en alguna página web de forma casi exclusiva y normalmente en sus eventos) y suelen tener un mini-programa de unos diez minutos en el programa de radio o streaming Shimokita FM (algunas de las imágenes del video de Sunmyu proceden de presentaciones en dicho programa).
Mi obsesión en este caso es más mundana: la necesidad de imitar uno de los movimientos de la coreografía. Golpes rítmicos con el interior del antebrazo, la muñeca contactando con la cadera, la mano extendida hacia el exterior, inclinada noventa grados respecto al eje del brazo. Bueno eso, en interacción con la música. En particular con un elemento de estilo que funciona como otra convención actual de los ídolos: ese tipo de arreglos en las que una melodía, normalmente ejecutada en algún instrumento que suena de manera artificiosa, suena ensoñadora pero es ejecutada de forma precisa y concreta, sin divagaciones ni prolongaciones. Un momento de ida y vuelta, como un fogonazo de emoción.
De modo que es la combinación entre el empuje de los cuerpos, su movimiento y expresividad (por ejemplo, cuando fingen que corren, no corren como lo harían en la realidad, sus cuerpos acentúan las figuras/posturas/posiciones, se adelantan e inclinan para hacernos conscientes de su peso, de la separación entre el equilibrio y la caída, de la fragilidad y lo efímero tras este momento de vitalidad) con el empuje de la música, esa combinación de noñería, ingenuidad y teleología. Encontrar un motivo tras lo que se hace.
Este elemento, este tipo de composición, si se quiere también se puede trazar con origen en AKB48, en concreto con el periodo ilustrado en el recopilatorio “Kamikyoku Tachi” con su combinación de canciones que avanzan disparadas, todas con arreglos similares, donde de repente estallan estribillos o momentos pegadizos, cerca de 80 minutos a piñón casi fijo. Una lectura casi fenomenológica del impacto de dicho disco lo podemos encontrar, por ejemplo, en este PV del grupo idol local Raise Chou Chou:
Algo que nos gusta especialmente es el volumen atronador en el que está masterizado, la cantidad de distorsión generada al aplastar frecuencias más allá de los límites de registro del CD, y como esa distorsión evoca la emoción de sus conciertos (donde la música todavía está más alta), la emoción del momento, más allá de cualquier detalle concreto, como canciones o interpretaciones. Como las capas de sonido para dejan de tener rango en el espacio y parecen acumularse como superposiciones de capas. Y claro, el PV está lleno de situaciones y gente que actúa como idiotas. La crítica habitual de la idiotez del asunto, implica que en cierto modo otras músicas que se consumen se hacen de una forma racional. O al menos, como si este fuera el modo más habitual de escuchar música, o el más adecuado, o bueno, el "más mejor".
En su artículo “Formulating a Revised Taxonomy for Modes of Listening”, Kai Tuuri y Tuomas Eerola, al menos proponen nueve modos distintos de escucha. De modo, que no nos importa mucho sugerir, que la escucha crítica, no es necesariamente la más importante jerárquicamente. Pero la idea es que esta coincide con una definición de lo que significa ser humano, ya saben, aquel animal que piensa. Y aquí está lo curioso de la definición, que pensar simplemente consiste en aquello que se hace de forma consciente. Si hiciéramos la abstracción de considerar que nuestro cuerpo funcionara sin la ayuda de automatismos y procesos inconscientes, llegaríamos rápidamente a la conclusión de que moriríamos. Sin sentido del equilibrio y posicionamiento de los miembros en el espacio, sin tener que dejar de pensar en parpadear, analizar las imágenes desenfocadas de nuestros ojos en movimiento (el que parezca que no lo hacen es uno de esos procesos), respirar, bombear sangre y demás. Por lo tanto, si prefieren mantenerse unidos a su querida imagen de la racionalidad y lo consciente no se preocupen pueden seguir con ello, todo el mundo desde hace tiempo está explotando la idea de los procesos no-concientes en distintos modos (desde la generación de afectos de todo tipo al registro de cómo alguien mira un centro comercial y en que se fija para delinear y aproximar la “puesta en escena” del mismo del modo que optimice las ventas o el espacio en uso pasando por el data mining de sus búsquedas web para delimitar aquello que realmente le interesa a usted más allá de lo que considera apropiado contar o de las propias justificaciones e historias que se cuenta a si mismo).
En el caso que nos ocupa, supongo, podemos asimilar lo que me “obsesiona” con la idea del mindreading: como el cerebro emula los procesos que hace otra persona para conocer como siente, que nos trata de transmitir, si esto es cierto o falso, si debemos hacer caso a nuestras emociones o salir corriendo. Y también, supongo, asociado, la imagen de transubjetividad, no ser exactamente uno sólo, ni ser dos, proyectarse en el cuerpo del otro, emocionarse con sus emociones, vivir a través del otro. Y hacerlo de forma compartida. Sí, de forma boba y divertida. No muy seguro de si uno quisiera experimentar emociones menos efímeras (como la depresión, la rabia y demás) sin saber si puede salir de ellas después de haber entrado.
También supongo que hay algo más. En un artículo reciente de Kathleen Stewart titulado “Precarity’s Forms” escribe lo siguiente:
Writing Culture (Clifford and Marcus 1986) cleared a field for an attention to emergent forms. A new object of analysis became legible, took on qualities, trajectories, aesthetics. Writing followed it, pulled into alignment with it, becoming tactile and compositional. Culture was reconceived as an assemblage of disparate and incommensurate things throwing themselves together in scenes, acts, encounters, performances, and situations. Writing became an attunement, a response, a vigilant protection of a worlding. Both writing and culture became potentially generative and capacious. A writing might skid over the surface of something throwing itself together or it might pause on a strand as itmoved with other strands or fell out of sync, becoming an anomaly or a problem. Writing could be a way of thinking.
En cierto modo, mi repetir el paso al ritmo de la música, o de forma más ortodoxa, el MIX y el otagei (o wotagei), las acciones que hacen los fans para participar de lo que está aconteciendo en el escenario, también puede entenderse de este modo. Y aunque claro, no toda consista en dar golpecitos en la cadera al ritmo de la música, si puede hacernos reflexionar sobre actividades, prácticas, modos de hacer cotidianos, no necesariamente queridos o buscados, pero adoptados y lo que hacen emerger cuando se unen las actividades de múltiples sujetos.
Esto debería ser más largo, pero hablamos de un proceso análogo en mi siguiente y última obsesión reciente.
i☆Ris
Otro grupo más o menos reciente que se presenta como “anisong idol unit” (es decir ídolos que cantan canciones en el estilo de las que se usan en las series o películas de animación). Como en cierto sentido, esto evoca a las voces que interpretan o actúan como los personajes para “darles vida”, pueden notar que la vocalización (no necesariamente lo bien que cantan o el rango que tienen) es un factor importante en la presentación del grupo. Bien, la “obsesión” es de nuevo mundana y podría entrar en la categoría de “cannot unsee”:
Todos cantamos al unísono en el estribillo y nuestras voces (nosotros) empastamos en variadas y nuevas combinaciones y parecemos desplazarnos en la misma dirección hacia un lugar que merece la pena vivirse. El sueño es tan universal, tan igualitario en sus intenciones y objetivos, que hasta parecemos más altos.
En teoría las neuronas espejo son una serie de neuronas que se encargan de detectar y reaccionar al movimiento (en particular el de otros cuerpos). Lo extraño del asunto es que los científicos mientras preparaban otro experimento descubrieron que la observación del movimiento, la activación de esta serie de neuronas provoca otra serie de reacciones más inesperadas. Una es que genera simulaciones de los movimientos para tratar de conocer cuál es la intencionalidad de aquel que los provoca. Es decir, que si alguien nos sonríe nosotros “sonreímos” (activamos el mismo tipo de músculos aunque normalmente no imitamos de cara al exterior) y al hacer esta simulación podemos interiorizar si hay una posible amenaza o no (es decir, si la sonrisa significa que alguien sonríe o está fingiendo). Después, con mayores elaboraciones, surge la teoría de si las neuronas espejo, al menos en parte, ayudan a generar empatía (en teoría hay un experimento que consiste en observar el rostro de alguien colocándose por ejemplo, un lápiz entre los dientes (lo que impide activar ciertos músculos que utilizaríamos para “gesticular” e imitar y simular las emociones que aquel rostro, de distinto modo nos quiere comunicar) y ver la diferencia cuándo no lo tienes).
Supongo que una de las razones por la que los grupos funcionan ahora mejor que los solistas, es en parte es el efecto de saturación que generan. Por ejemplo, este grupo tiene seis componentes y mientras cantan dos, que hacen todo tipo de enfatizan todo tipo de gestos y usan el lenguaje corporal, el resto del grupo más o menos también hace ese trabajo, y todo eso podríamos entenderlo como impacto (quizá en el sentido publicitario), aunque pueden llamarlo como quieran, ganchos para capturar su atención, gestos de ternura para ablandarles la coraza y demás. A mi en este sentido me interesan mucho Tokyo Cheer2 Party, donde no suele haber más de cuatro o cinco micros sobre el escenario, con la gente que canta en mayor o menor medida, estática, mientras el resto del grupo se desvive bailando o adornando la canción con todo el material a su disposición (tienen que saltar a 4:48 para ver la actuación en vivo, la parte previa, la abordamos de algún modo más tarde):
Es quizá un sentido muy específico por el cuál los ídolos no son solamente música, pero de un modo u otro, al menos en la esfera de lo popular, este “añadido” visual forma gran parte de cómo interiorizamos, experimentamos o razonamos acerca de ciertas músicas.
Hay un artículo, más o menos reciente, escrito por Gray, Knobe, Sheskin, Bloom y Barrett titulado “More Than a Body: Mind Perception and the Nature of Objetification”, que en cierto modo trata de salirse de los paradigmas más o menos aceptados sobre la objetificación (por ejemplo, que convertir en objeto a alguien es deshumanizarlo, es decir arrancarle su capacidad para ser sujeto). La idea es que la percepción mental se puede establecer en dos dimensiones, o polaridades, o categorías o lo que prefieran, que denominan agencia y experiencia. Agencia lo podríamos resumir como la capacidad de ejercer sus propias acciones, mientras que experiencia es la capacidad de transmitir emoción (en un sentido amplio: la fragilidad de un hijo incita a la protección, la carnalidad de un cuerpo puede generar excitación). La idea del experimento es usar una serie de fotos en los que la gente valora que grado de agencia o experiencia tiene cada sujeto (que características creen son más evidentes en cada caso), vestido y centrándose en la cara, con menos ropa o desnudo. Los resultados los pueden leer y resultan bastante interesantes. Yo creo que los ídolos al ser generadores de afecto deben situarse un poco más hacia la experiencia. El problema surge, claro si el único criterio para relacionarse con ellas (o ellos) reside en ello, si es el único tratamiento que merecen estén dentro o fuera del trabajo, o en una actitud u otra. Por llamarlo de algún modo, si nuestra actitud se corresponde con interpretaciones, creaciones, estereotipos culturales. También, si se toman en serio el estudio anterior, hay que plantearse ciertos elementos de duda sobre paradigmas críticos, sobre si las buenas intenciones (y en ocasiones muy importantes resultados y logros) deben permanecer estáticos y herméticos o adaptarse a los cambios que pueden ayudar a matizarlos.
Lauren Berlant tiene una frase (no la encuentro ahora mismo) que dice algo así como que reconocerse a uno mismo es la parodia de uno que se puede aceptar o con la que se puede vivir. Los tres ejemplos presentados, descansan sobre el elemento común de la pura potencialidad, sea descubierta en un momento de belleza de una imagen, a través de estereotipos y convenciones que permiten acceder a ella o a través del trabajo y la disposición para alcanzar determinados lugares. También hemos visto como esta pura potencialidad es explotada desde un punto de vista económico y supongo pueden intuir de donde provienen problemas de adicción, obsesión, deshumanización, cerrarse sobre si mismo, atacar aquello que uno cree le pertenece y demás actividades más o menos insalubres desde un punto de vista emocional. Y en cierto modo me obligan a preguntarme sobre mis propias intenciones o si toda esta larga exposición no viene a significar una especie de pataleta para vivir en mundos de colores intensos y estrellitas. O en cierto modo si mis intenciones, ese querer deshacerse de los aspectos más negativos de lo que no deja de ser un negocio, no pecan en cierto sentido de “buenismo”. De creer que en cierto modo, puede cumplirse la idea de todos tener la misma estatura, y si esto no es otra versión, mucho más elaborada conceptualmente, de los colores intensos, las estrellitas y las sonrisas. Una pregunta para la que no tengo por ahora ningún tipo de respuesta que pueda considerarse como válida.