Siempre mejores acompañadas de imágenes

Priming

Tras leer la lista de grabaciones favoritas de Chris Watson para Dusted Magazine me decido a escuchar “I Wah Dub” de Blackbeard por su descripción:

  Blackbeard (a.k.a. Dennis Bovell) - "I Wah Dub"

 I still don’t know how you get such powerful music onto a record. I was fascinated, delighted and overwhelmed by every track. Olympic-standard rhythm and sound. A drummer friend of mine at the time played this record on a big system and said it made him want to give up

¿Qué es lo primero que asimilo del disco? ¿Guitarras que se pierden en el eco? ¿Melódicas? ¿Pianos y bajos repitiendo el mismo riff entre bucles de sonido, panning y ecos? ¿Ejercicios de malabarismo sobre los “címbalos volantes”? ¿Enternecedoras líneas de bajo interpretadas en el vacío del estudio, arremolinando pinceladas de sonidos a su alrededor?

 No. Voces de aborígenes, percusiones que se transforman en pasos sobre tablas de madera, sonidos de animales ralentizados, el sonido que hacen los borbotones en un líquido al soplar en su interior, ronquidos, timbres que suenan, manivelas y cerraduras que se abren, puertas rechinando, el sonido del trueno, agua golpeando el tejado, las ventanas crujiendo al batir…

Hay una entrevista con la gente de Blackest Ever Black en Resident Advisor que encuentro fascinante, por motivos encontrados, no siempre positivos. Hay muchas cosas que me resultan curiosas. Por ejemplo, no sabía que Kiran Sande (un periodista musical que he leído en blogs y en FACT hablar sobre música electrónica desde hace años) estaba detrás del sello. En un principio me chocó. No recuerdo la verbosidad y exhibicionismo autobiográfico presentes aquí en sus textos. También hace tiempo que no leo ninguno, pero supongo la sorpresa viene de algún lado. En cualquier caso lo podríamos usar para señalar una tensión entre la interioridad y la presentación que se hace de uno al exterior. O al menos la que se produce entre las comunicaciones del sello a través de su blog y las que hace su responsable delante de un micrófono o una conversación escrita, o la búsqueda del éxtasis a través de la presentación y el diseño del producto y los aspectos más banales y crudos de las limitaciones de lo cotidiano en determinadas épocas de la vida y circunstancias. Creo que tensiones de pares como estas aparecen salpicando otras partes del texto. Por ejemplo está la confesión del momento donde sólo quería escuchar “Earth 2” frente a lo que le parecía la banalidad de la música de baile en la que estaba inmerso. Y que lo haga diciendo que necesita encontrar significado, connotaciones, algo que le hable sobre la vida vivida o posible. En particular me pareció gracioso cuando Morrissey aparecía citado un poco después.

   

 Otra de estas tensiones aparentes sería la que se plantea en un determinado momento y que hace resurgir la ya antigua distinción entre lo artístico y el diseño, desdeñando el segundo frente a la libertad que otorga lo primero frente a la homogeneidad actual.

 También curiosa para mi la necesidad de ser afectado, de no querer hacer amigos por lo que se tiene que decir, la necesidad de progreso sonoro y demás y la curiosa relación que parece tener o haber tenido en lo personal con las mujeres según se vislumbra al final de la entrevista o a través de la búsqueda de pornografía y demás.

 También hay bastante cháchara acerca de los modos de consumo y escucha de la música pop, como este fragmento de resonancias familiares pero que uno no valora mucho:

 “Much of what I got out of these magazines, though, was more a matter of me making inferences and using my imagination: I still remember poring over a page in Select advertising 10+ Gong reissues, staring at the titles and cover images, trying to imagine what Gong might sound like (and getting it horribly wrong). Not to be too hammy about it, but you couldn't just go online and check out what an artist sounded like, so of course the words meant so much more; sometimes everything. Are there any moments more exciting in life than those that exist between you learning of an interesting record and you actually hearing it?” 

 Pero lo que me intriga es que supongo compartimos unas determinadas estructuras de sentimiento (tiene unos cuatro años menos que yo), el haber crecido leyendo revistas, comprando CDs, usando tiendas o servicios de venta por correo, y el ver como toda esa manera de estructurar el negocio, la cultura o la identidad, cede paso con la llegada de Internet a otras formas, ni mejores ni peores, que ponen en cuestión todo el tiempo dedicado en aquellos años formativos a aquello que se hacía, aquello que uno esperaba obtener. También aquello de que uno no escapa de los debates de su tiempo, y aquí, moviéndose entre la fantología y la retromanía aparece esto, que quizá es lo más interesante del asunto para mí:

 “I continue to follow avidly every conceivable mutation—mutation is a more accurate word to use here than advancement—of club music that occurs, but as you grow older it does become increasingly depressing to see each successive flourish dulled, co-opted or subsumed into something larger and more boring. If you want to feel anything in this undistinguished age then you have to hunt, as the Raime ditty goes, under the wreckage of many systems—to search hard for the sounds and words and images and signifiers that still stimulate you, still intrigue you, still give you that strange feeling in your gut and bring you closer to the mesmerised suburban daydreams of your youth, and, if you're lucky, closer to your base human instincts”.

Es un motivo cuyos componentes se repiten a través de la entrevista:

 “I had the de rigeur subscription to Select, whose student-y editorial and hilariously hit-and-miss cover CDs and cassettes, like those of NME and Mojo, seemed awfully impressive to me then, and actually introduced me to all sorts. If you were hardy enough to endure, or canny enough to skip through, the inevitable Bentley Rhythm Ace and Cast tracks, then you might discover something genuinely remarkable”. 


 “At the risk of sounding trite, they reminded me that music—from the underground on up—is all about time travel, and that you can move both ways at the same time”. 


 “Goth, industrial, the hard-edged experimental fringe of post-punk: it's hard not to be continually amazed at the cavernous drum sounds, strafing synths and insane reverbs to be found on those sorts of records, if only on an occluded B-side instrumental or on one album track from an otherwise terrible album”. 

 Es decir, usar los discos como una máquina del tiempo, poder volver por ejemplo a aquello que parece inmanente en un determinado estilo, cuando siempre hay la posibilidad de encontrar nuevos caminos y vueltas de tuerca que dar a un sonido creando admiración, adicción, amor, tocar con los dedos de nuevo esas sensaciones, esas posibilidades intuidas de algo más vislumbrándose pero sin foco, en esos discos, esa escena o esas canciones y a través de ellas moverse hacia el futuro, cambiar la forma en que se vive, descubrir algo nuevo por no resuelto en tu vida (como el entender porque esas grabaciones te emocionaban de esa manera, qué parecías intuir sobre ti mismo en ellas, de qué forma la posibilidad de volver a ellos es un camino de, por ponerlo de algún modo, “redención”. (Algo no tan alejado de lo que se puede estar haciendo por ejemplo en Keysound o Not Not Fun))

 Esta praxis nos parece un tanto retórica: significado, referentes estéticos, asuntos personales, trascendencia en forma de innovación, experiencia (de consumo) singular en lugar de experiencia vulgarizada por saturación. Por ejemplo, esta es una de mis canciones favoritas de 2010 que he descubierto este año. La intro podría ser casi todo el contenido musical de una canción de Spaceman3, hay guitarras que no desentonarían en lo que uno imagina como una producción tópica de Steve Albini, hay cosas que pueden retrotraer al Britpop o Manchester, también esa combinación entre cutrez y entusiasmo de las primeras producciones de ciertos artistas o grupos pop que pretenden y usualmente no llegan a ser mainstream, que encandilan por su desfachatez o su desprotección.

   

 No se trata del resultado final, sino de la forma compuesta y el significado que puede alcanzar para mí la mixtura y elaboración de algunos de estos elementos que aprecié o aprecio como sucedía en mi adolescencia. Es decir, en mi poder de discriminación como fan, para convertir a través de la referencialidad una canción pop de grupo de provincias en algo más cargado, de, ejem, “significado”. Supongo que cada uno puede encontrar ejemplos parecidos en sus escuchas y gustos.

 Pero nos parece interesante poder ahondar un poquito en esta estructura desde el punto de vista afectivo del consumidor. Una de las cosas que me recordó todo esto fue una cita de Kaichiro Morikawa en una conversación sobre otakus:

 Before their Armageddon obsession, there was science fiction, which provided otaku with an alternative to the actual future. In the broadest terms, moe has replaced 'future.' 

 Moe se puede entender vagamente como una sensación de afecto despertada por una imagen (imaginen un personaje femenino muy cute de un anime que les parezca tan tierno, que les haga decir o exclamar: moe). Es decir, un afecto por lo impersonal, por el objeto de consumo, por la ficción. Y desde esta reflexión tratar de establecer puntos de conexión con otros fenómenos conocidos y menos locales.

 También me hizo recordar otra cita, esta de Paolo Virno (aunque no se entienda gran cosa fuera de la argumentación original):

 El “pasado” a preservar y venerar (una veneración que descansa sólo en el mimetismo y la imitación) no es otro más que el presente: o mejor dicho, el presente contrabandeado, que tramita un anacronismo real, por cualquier cosa ya sucedida. La historiografía anticuaria aplica sus procedimientos típicos a la actualidad: trata como hallazgo sugestivo a todo lo que sucede, mientras está sucediendo; se consume de nostalgia por el instante en curso. Cuando se concentra en el presente, a la inclinación anticuaria le corresponde, por lo tanto, un nombre más específico: Modernariato. En el uso común este término designa los intereses- sentimentales, estéticos, comerciales- por objetos y manufacturas pertenecientes al pasado próximo (tan próximo en algunos casos como para rozar los ojos): la música de los años sesenta, los posters políticos de la década siguiente y luego, poco a poco, el lavarropas apenas obsoleto o el sombrero de moda visto en el verano. En la acepción radical que aquí proponemos, “modernariato” significa el desarrollo sistemático de una sensibilidad anticuaria en las confrontaciones del hic et nunc que, de tanto en tanto, se están viviendo. Por un lado, el Modernariato es un síntoma del desdoblamiento del presente en un ilusorio “ya ha sido”; por otro lado, ello ayuda activamente a realizar siempre de nuevo dicho desdoblamiento.

 Nos gustaría poder hablar más de este asunto, que nos parece fascinante a la par que difícil a la hora de tratar de exponer. Por ejemplo, esto ha llevado cerca de una semana y no es particularmente interesante. De modo que en cierto modo nos disculpamos por el modo de tratar el sello y las deformaciones a las que hemos sometido sus declaraciones así como sus postulados, prácticas y preferencias estéticas.




  Ya ha empezado la campaña de promoción del nuevo single de AKB48 en medios de comunicación. Como en estos casos, el programa televisivo matinal se convierte en un ejercicio de spin que trata de establecer el marco en el que se desarrollará el discurso y la presentación del single durante su carrera comercial. La primera noticia fue ayer en Oricon, hablando sobre las recaudaciones que el grupo ha hecho por motivos benéficos para ayudar en la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto y desvelaba que la nueva canción (“El viento sopla”) sería una canción para tratar de apoyo y ánimo a aquella zona y gente. Aquí el presentador habla sobre “AKB48’s message song”, mientras se deslizan partes del PV incluyendo imágenes de algunas de las varias actuaciones que han hecho por sorpresa (para evitar que la gente que acudiera fueran fans de otras zonas) por allí. Supongo que también habla sobre como parte de los beneficios obtenidos con este single van para la misma causa benéfica (y eso se añade al single digital que sacaron exclusivamente para eso y la misma acción con sus dos últimos singles, por ahora número uno y dos en la lista de los más vendidos del año). Es una causa loable, un gran gesto, pero salvo la canción todo parece resentirse un poco de un espíritu muy ONG, de externalizar el gasto social, de convertir la acción política y social en campañas de imagen y palabras y frases tan resonantes como vacías que tienden hacia lo blando. Aunque quizá después el single (como texto audiovisual, como todo lo suyo) mejore. Lo que me recuerda que debería tratar de escribir esa entrada sobre música y política. Pero es tan desmoralizante…

 


Viejos sonados





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Chicas taiwanesas se deprimen de forma predecible por haberse divertido un poco

Pensando estos días en las listas de fin de año (ya estamos en septiembre, The Wire las confecciona a finales de octubre). En un documento de Word que actualizo de vez en cuando, tengo 26 canciones y 17 discos. En ambas parezco haber decidido ya el número uno, pero supongo como siempre, es lo menos interesante que se puede encontrar en ellas por ser un mero formalismo. Creo que sobran algunas de las referencias apuntadas y que faltan entradas en ambas categorías. Ninguna de las dos parece una lista, aunque supongo que la de canciones cuenta una historia más sincera: esto es básicamente lo que he estado escuchando este año. Quiero decir, no surge de una criba de cientos o miles de canciones, anota lo que más he escuchado o me ha interesado de lo poco que he escuchado. Y el problema no estriba en que sea una lista más o menos cómoda sino que no veo como podría confeccionarla de otro modo. Estoy suscrito a blogs de hip-hop pero nunca trato de estar al día. Tampoco escucho con frecuencia lo que surge de Jamaica. No atiendo a la mayoría de lanzamientos del estilo indie internacional. No presto demasiada atención a la electrónica de baile. El R&B mainstream está tan asustado con el mercado y lo que ha pasado estos últimos años, lanzamientos de discos que se retrasan por la triste acogida en listas de radio o el continuo apaleamiento en la sección de comentarios en esos blogs de cotilleos que dicen ser sobre música R&B (uno de los pocos RSS que quité del Reader fue uno de ellos, podría hacer lo mismo con otro ya que no recuerdo haber mirado los titulares en meses), lanzándose a cualquier otra cosa en su lugar (R&B indie, pop mainstream). Y ese pop electrónico de baile eufórico que llena las listas. No me desagrada, si pongo la radio y la escucho durante algunos días, me familiarizo con las canciones y comienzo a apreciarlas. Pero lo que no entiendo es porque me debería conformar con eso. Hay otras opciones, cosas que me interesan más, que me emocionan más, que no me hacen tener que ajustarme a ellas para tener que disfrutarlas. Y después hay toda una plétora de lanzamientos que pasan entre esas zonas que no parezco encontrar reseñadas por ningún lado. Y después está el hecho de encontrar buenas canciones que sabes no son para ti. Por ejemplo esta canción de country:

   

 Y entonces te preguntas cosas sobre tus criterios de selección y al habitual loop de duda y autocrítica. Y por volver a la lista de la comodidad, no me siento cómodo con mi lista actual. De modo que escuchando cosas, dos más:

   

 Si quieren usar los comentarios para darme una lección sobre donde está el zeitgeist del pop de nuestros tiempos, adelante.

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Steve Reich-Its Gonna Rain (Parts I+II) (Schwarz Club Remix)

Estúpidos 90s



La canción completa si necesitan escucharla.


Muere Christopher Small.


Leyendo a gente muerta. Para tener otro nivel de referencia, si se animan a leer un capítulo bastante corto y claro para lo que suele ser la literatura habitual sobre el tema, pueden recurrir a este artículo de Joshua Clover, que nosotros esperamos durante meses para poder leer (y después no enlazamos). Y ya que estamos con Clover, algunas cosas recientes suyas: un intercambio de cartas, una charla sobre poesía y política y lo que sea esto.


Furthermore, while Iceland may seem like a symbol of sticking it to the financial institutions that brought about the financial collapse, the people really haven’t escaped the burden. To quote respected political commentator Egill Helgason in an article that will print in The Grapevine on Friday: “According to an OECD report Iceland has put more money into its failed financial institutions than any other country except Ireland. So in this way Iceland is not a model—the people in Spain need not wave Icelandic flags.” To the contrary of the message put forth in this article, “Iceland’s On-going Revolution,” and the notion that Iceland was able to resist the shock doctrine, he says: “The political debate in Iceland has gotten horribly stale and repetitive. In some places Iceland is held up as being a model of how to survive an economic crisis and rebuild society. For most Icelanders this seems totally wrong. Some politicians, including our President, like to flaunt this view when they go abroad, but this is definitely not the feeling in Iceland.”

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