Muere John Barry.

Muere Milton Babbitt.


El PV del nuevo single de Momoiro Clover “Mirai Bowl” permanece fiel a algunas de las constantes formales a través de las cuales han definido su personalidad como grupo: la virtualidad de los mundos presentados, la inscripción a través de la narrativa, el juego y el rol, los guiños a la cultura popular que las rodea, etc. El problema está en otra de sus constantes, esta vez en la composición musical, el aglutinar partes que parecen pertenecer a tres, cuatro canciones en un todo coherente. En la primera escucha, hasta 2:30 más o menos hay dos partes diferenciadas que se alternan, una especie de adaptación de la música swing como la podría imaginar un personaje de la serie “Pocoyo” y un estribillo puramente idol. Ambas en principio bastante aburridas. Entonces llega el rap de Akari y las progresiones electrónicas, un momento de identidad y la vuelta al estribillo, esta vez extendido. Esta parte es más interesante, pero es un minuto y poco más de la canción. Si no las conociera no hubiera llegado ni al primer estribillo. Es una curiosa (suicida) elección para un single. Pero ya le daremos más vueltas a esto otro día.

Necesito rehacer por completo las seis páginas que escribí sobre esto el sábado…


1 y 2


Balam Acab



¿Ein?



Versión 6 minutos...



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All is full of love...

Entonces, ¿debería estar escuchando esto?

El fin del mundo, probablemente...



Tal vez no debería encontrar esto tan divertido, pero después de meses y meses leyendo y finalmente esquivando cualquier hoja promocional disfrazada de artículo periodístico sobre la invasión de las bandas de chicas surcoreanas en Japón (algo que curiosamente mutó en el último momento a la nueva invasión del K-Pop, cuando 4Minute, la tercera banda siempre mencionada, demostró que daba igual lo que hiciera, vendía en la misma horquilla entre 5.000 y 9.000 copias, cantaran en coreano o japonés, single o disco, PV original o reciclado) y la superioridad de la industria musical coreana y sus métodos de trabajo, que cuatro de las cinco componentes de KARA presenten una demanda contra su compañía por sentirse explotadas, la compañía maniobre para patentar el nombre del grupo (y en lo básico, finiquitarlo), se puedan leer mentiras que saltan de una noticia a otra (como la de que la componente que se queda (cuya madre está en la misma compañía y cuyo padre, parece ser accionista de la misma…) no sabía nada sobre el asunto, cuando llevaban meses tratando de renegociar los contratos…) y otras bellas estrategias de desprestigio público (son las madres las que están detrás de esto, sólo están interesadas en el dinero, etc.).

Sakura, cada año...


O_o

Adiós

Muere Augusto Algueró.

Muere Trish Keenan.



FACS


Supongo que nadie se daría cuenta, pero el año pasado, tratamos de reducir al mínimo las apariciones de AKB48 y relativos al mínimo en el blog. No es que dejara de gustarme el grupo, que lo relegara ante cosas más interesantes o que tratara de ser ecuánime en mis filias y fobias para liberar a mis lectores del engorro de tener que encontrarse con esas entradas. El motivo de esa “invisibilidad” era casi el contrario: si decidí por marzo volver a escribir en el blog era porque sentía que cuando escribí aquellos textos tan largos y aburridos para la lista de fin de año del 2009, seguramente los que dediqué al grupo eran los peores de todos. Lo que resulta un tanto paradójico, porque en parte era uno de los motivos para hacer aquellos textos. No tanto por ser fan o no. Por el hecho de la indiferencia que generan todas estas entradas, que uno supone escribe siendo la misma persona, teniendo el mismo bagaje y siguiendo el mismo criterio con los que hace el resto de entradas. Supongo que es por motivos distintos (por alguna razón el J-Pop no le entra a la gente si no tiene una cierta predisposición a que le guste), pero justamente gran parte del proyecto del año pasado era tratar de exponer y explicar las razones de mi fascinación por y con el grupo. Si esto les parece una banalidad lo podemos explicar de otro modo: en cierto modo la crítica musical está siempre empeñada en condensar todo lo que significa un grupo en una serie de documentos que registran su esencia para la historia. Puede ser una canción emblemática, un enorme disco o un recopilatorio. AKB48 no puede reducirse a una canción cuando tiene cientos de ellas, ni tiene discos en ese sentido (lo único que tiene una distribución “real” son los singles que funcionan como EPs), pero el año pasado publicó dos recopilatorios, uno sonoro, de su etapa actual y el otro visual, agrupando los PVs de su primera etapa. Curiosamente ninguno parece funcionar como uno de esos documentos cuya función es la de cápsula del tiempo que preserve o capture la vitalidad de su propuesta para la eternidad. El primero queda un tanto cojo cuando uno ha visto innumerables veces los PVs que acompañan a casi todas las canciones incluidas, el segundo resulta demasiado “pequeño” e incapaz de expresar las dimensiones que el grupo alcanzará posteriormente (lo que resulta también curioso, porque representa su etapa “clásica”, la que consiguió atrapar a un montón de gente, incluido yo). De modo que en lugar de culpabilizar la selección y/o secuencia de los recopilatorios o pensar en lo poco concreta que es la propuesta musical del grupo (su necesidad de incluir suplementos extramusicales para sostener su interés) nos preguntamos sobre las incapacidades de los dispositivos de registro usados, en particular para captar todo ese rango de matices que no parece ser contenido en los modos habituales, lo que resulta elusivo cuando trata de ser condensado en los objetos de estudio habituales.

Podríamos intentar suplementar lo habitual ilustrando que además de ser un grupo pop es teatro musical, de modo que debería registrarse adecuadamente esas otras dimensiones en el comentario. Pero el grupo también es un producto para ser licenciado, una cascada continua de manifestaciones en distintos medios de masas (prensa, radio, televisión, etc.) cuyo consumo y experiencia resulta integral en como es conformado y apreciado el grupo, la forma en la que es presentado y asimilado por sus seguidores. Es decir que habría que hablar de ideología, en la forma en la que se presenta el mundo o se acepta el mundo es representado, un intento de documentar la dinámica de factores sociales (estrategias de promoción, canales de comunicación, contratos legales, formas específicas de funcionar de los medios de comunicación, la convivencia con otras lecturas sociales presentadas sobre los mismos fenómenos, etc.) e incluso una poética del grupo, en el sentido de tratar de explicar cuales son los mecanismos, los procesos y el modo retórico mediante el cual el grupo genera empatía y/o afecto, y porque esto resulta así en un determinado contexto histórico (por ejemplo, la excusa habitual en estos casos es tratar de explicar el comportamiento habitual de los otakus, de forma positiva o negativa, acentuando su soledad y su inmersión en mundos más o menos virtuales (tanto audiovisuales como aquellos de comunidad) como suplemento o incapacidad para tratar con la “realidad”, lo que si retiramos lo específico de cierta reducida subcultura, no deja de ser una experiencia corriente en el modo en que mucha gente vive sus vidas habitualmente: horas de escucha, visionado, lectura o demás, más o menos solitaria junto con libros, películas, imágenes, comics, música, ensayos, etc., la valoración de los afectos y reflexiones generados en ello así como el mismo proceso de inscripción e inmersión, el proceso de generación de conocimiento y su necesidad de ser expresado a otras personas, el modo de conformar el mundo y el modo de ser de cada uno al tratar de asimilar esta experiencia a las rutinas de cada día, las formas en las que este tipo de experiencias son “aceptables” e inaceptables y como se llega a un determinado modo de presentación, las formas y los modos en los que se interioriza concepciones del mundo mediante representaciones o formas de sentimiento que parecen representar a uno, pero que con el paso del tiempo resultan un tanto estridentes e imperfectas (el caso más claro podría ser el de las películas o series de televisión que con el paso de los años nos hacen encontrarnos con un mundo que experimentamos como cada vez más extraño, desconocido y falto del contexto en el que surgió, etc. Vamos, un ratito de trabajo. Y como esto en gran parte es la razón que me obliga a escribir, y como de un modo más o menos consciente o casual sólo puedo realizar o estoy realizando con el grupo, supone o supondrá mucha mayor presencia del grupo.



Las imágenes que ilustran esta entrada son un conjunto tanto de imágenes promocionales como capturas de pantalla de los documentales que ya se han emitido o están pendientes de estreno cinematográfico sobre el grupo, el primero de ellos, un adelanto de una hora emitido en uno de los canales más o menos accesibles de la televisión pública japonesa del segundo de unas dos horas, aunque suponemos que la edición en DVD será mucho más extensa. Son documentales que proceden del grupo, de modo que son un intento de reificar su imagen y discurso en formas estéticas más o menos concretas (el hacer visibles los entresijos del grupo, las relaciones interpersonales, el compartir los momentos de interioridad, las personas tras los personajes, es decir, presentar al gran público, aquello en que los fans consumen (literalmente ya que hay horas y horas de este material a su disposición) su tiempo y pasión (en parte) de una muy determinada manera. Una de las cosas que más llama la atención del trailer, es por ejemplo el modo en el que están rodadas las entrevistas personales o los momentos de intimidad del grupo, su carácter cálido, etéreo, frágil, afectivo en el modo en que están filmados el espacio, la luz, los exteriores e interiores, el tipo de lentes, la distancia focal que mantiene nítida la figura de la persona enfocada mientras difumina sus alrededores en una masa de colores brillantes y esponjosos, el modo en el cual codifica las estructuras de sentimiento.


(si es posible, visionar con la mayor resolución posible)

Por tratar de ilustrar esto en algún modo, en una lectura reciente de “Akira” de Katsuhiro Otomo, que es un manga de los ochenta que trataba de imaginar el mundo en el 2030 tras el estallido de una Tercera Guerra Mundial (y atómica) en 1992, es decir un proceso de extrañamiento para reflexionar sobre las formas actuales en las que se organiza la experiencia social y como esta se interioriza, tratando de encontrar (a medio camino en el tiempo) cuales de sus motivos siguen teniendo vigencia y cuales fallan calamitosamente. Las reflexiones sobre las esferas de la política y la educación, siguen más o menos actuales (tampoco son particularmente novedosas y reflejan algunas de las particularidades de su lugar de origen, es decir la pesadilla que resulta de una tortuosa burocracia (para que se hagan una idea de lo ramificado que está todo un ejemplo, para informar sobre temas políticos, los periodistas (normalmente de grandes medios de comunicación) deben pertenecer a un club determinado, deben pagar por ello, el cual les da acceso a todo tipo de reuniones más o menos informales a través de las cuales los políticos de distintos partidos tratan de filtrar información más o menos positiva sobre ellos, más o menos comprometedora sobre sus rivales, sin que esto suponga su publicación inmediata, sino algo con los que los periódicos y medios de comunicación pueden preparar sus ciclos de noticias y el enfoque que darán al asunto (en algunos casos “destapados” meses después de haber sido filtrados)) e infinitas luchas de poder o una experiencia alienante en el segundo caso (un sistema educativo bastante criticado por generar individuos acríticos e irreflexivos, que orienta y prepara a los individuos hacia un sistema de trabajo que ya no existe (el de la empresa y el puesto para toda la vida) y que además genera toda una serie de efectos secundarios más o menos curiosos (por mencionar uno de los más evidentes, se supone que el sistema recompensa a los mejores estudiantes dándoles acceso a las mejores universidades según sus resultados en los exámenes de acceso, es decir eliminando las diferencias de clase por ingresos de la familia, pero son tan intensivos que han generado toda una serie de centros de estudio (tras las clases) en los cuales ayudar a fijar y optimizar los conocimientos y la preparación para estos tests que sólo pueden permitirse las rentas más acomodadas, por tanto devolviendo el sistema a sus legítimos dueños (en Corea del Sur sucede exactamente lo mismo, pero casi desde primaria), aunque hay otros igualmente llamativos pero más difíciles de concretar (no se, supongo que en gran parte es un estereotipo, pero muchos de los casos de suicidio y acoso escolar que se destapan acaban salpicando a la realpolitik de los padres por tratar de mantener el “decoro” y las formas de ser y hacer)). Es decir, la propuesta en la que se imagina como será el futuro desarrollo de las instituciones en las que nos movemos y vivimos con nuestras reacciones, cambios de humor y demás, la acentuación de los procesos de adaptación a estas o sus aceleraciones y deceleraciones de intensidad en su funcionamiento, sigue siendo más o menos constante y accesible en nuestro tiempo.

En el segundo caso, quizá lo más llamativo sería mencionar la incapacidad para imaginar la disolución del bloque soviético o el ascenso de China, aunque teniendo en cuenta que la mayoría de los analistas igualmente fallaron estrepitosamente en estos asuntos lo deja más en una cuestión de adivinación y casualidad que otra cosa. Lo que por otra parte sí nos llamó poderosamente la atención fueron los aspectos tecnológicos. Es decir, como las tecnologías que usamos para comunicarnos con el mundo y que como medios codifican nuestras interacciones con éste, nos parecen tan estables e imperecederas en su estar en el tiempo como la actividad y el modo de funcionamiento de las esferas de la política o la educación. Más allá de señalar que tecnologías todavía no se han desarrollado, como armas láser y vehículos voladores de combate o en el campo de la robótica, como fallos en el sentido de interpretar cuales eran las posibles direcciones de desarrollo de éstas (aunque quizá sería también provechoso como la vigilancia sobre la población o la adaptación de los procedimientos de los ejércitos ha cambiado durante el tiempo transcurrido), nos interesa encontrar los puntos muertos, lo que no podía ser imaginado, lo que creíamos que era una constante en nuestras vidas, lo que sería de “larga duración” en la historia. A mí en concreto me vienen tres a la mente: los personajes hablan por teléfonos fijos, no se comunican por Internet y revelan carretes de fotos.



Por trasladar toda esta cháchara a nuestro ejemplo de inicio, lo que tratamos de entender es aquellas estructuras de sentimiento en funcionamiento en nuestro tiempo, que resultan tan inaprensibles y difíciles de catalogar en el momento actual como sencillas de resumir con el paso del tiempo (no se, traten de ver un blockbuster de los noventa y su modo de representar el mundo y aquello que es universal en la sociedad y resulta pasmoso) y difíciles de erradicar de la memoria (nostalgia, gente que se queda en sus veinte años y demás), como sus condiciones de funcionamiento (por qué respondemos a ellas, por qué creemos que representan nuestra interioridad y nuestro modo de ver el mundo, por qué nos resulta tan difícil desprendernos de ellas) o que conclusiones podemos extraer de este conocimiento (el de realizar un proyecto que no se vea reducido a la caricatura en sus epígonos, que supongo tiene tanto que ver con los proyectos políticos como las escenas musicales). Vamos, un trabajito de cuidado, sobre el cuál no tenemos todavía ninguna respuesta definitiva o en el que en muchos casos no conocemos nada y en el cuál el único modo de avanzar es escribiendo sobre ello. Muy divertido para mí, agua y ajo para ustedes.

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