La semana pasada escuché en streaming el nuevo recopilatorio de Soul Jazz Records “Future Bass”. Fue una experiencia bastante anodina. Tras acabar de escuchar todos los temas, pensé que no sería necesario volver a pasar por esta experiencia nunca más. Algo que, supongo, bien pensado, no debería resultar sorprendente. Casi todos los recopilatorios de este sello dedicados al tema me provocan una serie de reacciones parecidas. De modo que sería justificado criticar la idea de que esta selección de temas representa el futuro de una música, o de un estilo musical, argumentando la incapacidad de cumplir las expectativas creadas, los presupuestos planteados (de acuerdo con los atributos que uno otorga a lo que debe ser una música “futura”). Dejando aparte de que esto último es algo bastante caprichoso, mi definición≠la definición de otros, con el paso de los días creo que el título es bastante acertado, aunque sea leyéndolo de un cierto modo.

Si uno interpreta bien el texto promocional en la web del sello, este recopilatorio quiere reflejar algo que está sucediendo de un tiempo a una parte, aquello que alguna gente denomina post-dubstep y que otra gente prefiere llamar de otros modos más difusos (tanto que ni recuerdo el término) haciendo hincapié en el “bass” y abandonando el dubstep como elemento de partida de toda esta miríada de músicas y propuestas. Es decir, los bajos, los graves, su uso, abuso, su retórica y poder, como elemento unificador, la idea del trabajo que se puede hacer con estos para vehicular las ideas propias y las intenciones estéticas. En este sentido, lo que se propone mediante esta serie de producciones sonoras que buscan aglutinar distintos estilos sonoros en producciones llenas de detalles y construidas con tanta minuciosidad como transparencia y aparente frescura y desparpajo es simplemente catalogar el futuro, los futuros, de esta idea de los graves, los sonidos bajos en frecuencia, la “bass music” como elemento mediante el cual vehicular aquello que se quiera, es decir es lo que acontecerá a una tradición sonora. Que esto se traduzca en algo incapaz de generar pasión en mi, resulta lógico, ya que esta fascinación/obsesión/mitificación de este rango de frecuencias del espectro sonoro y su impacto sobre el cuerpo, nunca ha sido la principal razón por la que he escuchado este tipo de música. De modo que escuchar todo un recopilatorio, donde en cada corte se debe hacer un guiño, de un modo u otro, variedad en la presentación no se puede negar, a esta idea, donde cada uno tiene que mostrar sus “bajos” para sentirse parte del grupo, enseñar la potencia de sus atributos para ser aceptado me parezca cansino y aburrido. Uso metáforas sexuales, porque precisamente, esa sensación de desfile de masculinidades, un “lyrical gang-bang”, de potencias y aceptación de los rituales, es lo que provocó mi hastío. Igualmente se podría argumentar que la diferencia de interpretación reside en la definición que cada uno hace de aquello que le resulta interesante, pero mientras mi definición aprendida de música futura (la sensación de que seguimos con la misma baraja pero que no conozco las reglas de juego y que no se que es lo que puede acontecer desde este momento) es algo de lo que puedo prescindir, aquello que representa la base de mis intereses y apreciaciones, aquello que es capaz de cautivarme, arrebatarme, deslumbrarme, no resulta algo viable.

De todos modos, esta doble definición de futuro como algo utópico o como sinónimo de aquello que es nuevo, que está todavía por consumir, es otro de esos temas que se me ha atragantado mucho este año. Diferentes concepciones de lo que representa la novedad, el eterno retorno, el relleno del vacío existencial o simplemente la constatación de que cada momento de tu vida es nuevo porque de un modo retrospectivo es aquello en lo que todo lo anterior se materializa y mucha idea de que hacer o pensar al respecto. De todos modos, y dejando constatación de que este año he escuchado más funky que dubstep (y ni siquiera demasiado del primero), no deja de resultar curioso (pero no sorprendente o novedoso) como un proyecto como LHF, se presente como un episodio de “What If…?”, donde los productores se plantean lo que hubiera sucedido con el continuo hardcore si en lugar de moverse a partir de un determinado momento en el tiempo en una dirección (dubstep) sus estilemas temáticos y sonoros hubieran tomado otro rumbo. Desde el sampleo de sonidos de películas al buceo en las texturas de micro-generos dentro del garage o el drum’n’bass como posibilidades de un pasado que no llego a concretarse. El sueño de las posibles hibridaciones sonoras que podrían haber surgido si una cultura musical se hubiera abierto a la influencia de las distintas culturas, comunidades y sonidos que habitan en una misma ciudad. El palimpsesto y la necesidad de una gran narrativa en la que incluir las modificaciones formales. La necesidad de intentar creer en un mundo diferente desde la misma sensibilidad colectiva que puede constituirse en un mirar hacia las esencias del pasado como un rasgo de purismo. Pero, vamos, para ser un disco que no me ha gustado ya he escrito un rato largo…

En la rediseñada página web de Verso, que ahora permite crear una identidad y participar en discusiones basadas en sus libros asi como comentar en las entradas de su blog, apuntaron hace unos días el interés de una reciente charla dada por Jacques Ranciere reflexionando sobre los últimos avances producidos en Francia en la lucha por “la defensa de las libertades democráticas”. Es un texto bastante corto y simplemente une ciertos puntos en una estética muy propia de su autor: aquellos que están definidos dentro de la democracia y aquellos que no, el argumento de “izquierdas” que opone la capacidad de discernir del Estado frente a las pasiones irracionales de las masas brotando en forma de expresiones racistas, algo que en realidad es un mecanismo de justificación de unas políticas de estado que continuamente van excluyendo a sus ciudadanos redefiniendo sus identidades (los hijos de inmigrantes son “franceses de origen extranjero”, etc.) y su visibilidad,… Uno personalmente cuando saca algo de Ranciere es cuando va desgranando y exponiendo sus argumentos y no tanto por sus conclusiones (usualmente tan específicas que resultan mínimas)o los temas tratados (él mismo decide rescatar un término que comenzó a usar hace quince años para hablar sobre acontecimientos actuales, en general la sensación es la de volver a los temas de la democracia, el disenso y demás). Pero, prueben ustedes mismos a leerlo, en francés o inglés.

DJ Stingray en Dommune ahora mismo.



Si vamos a incluir alguna reseña o enlazar un video del único torneo de piedra-papel-tijeras que he seguido en mi vida (tres horas completamente delirantes buscando actualizaciones y reaccionando en tiempo real al desarrollo de los acontecimientos vividas el pasado martes), quizá debería hacerlo ya.

Kode9 - asia promo mix by Sub-Culture

Llego tarde. También aquí (#124).



\(^o^)/

While revising Planet Hong Kong for its web edition, I’ve been revisiting classic Hong Kong action scenes. In 1997-98, when the book was written, I had to rely on laserdiscs, but since then I’ve been able to look at more 35mm prints. (DVDs usually don’t help answer the sort of questions I’m asking, for reasons reviewed here.) Now I have a chance to put some thoughts about these movies online, in this blog and in the upcoming digital update of the book.

[...]

I’ll talk about the decline of crisp fight staging in the new edition of PHK, due online in early December.



Deseando leer una sesuda interpretación psicoanalítica de la escena con Morita Suzuka (Idoling!!!), es decir, la chica con tentáculos. Saltando de nicho a nicho (de estrato a estrato) ansiado por la audiencia con frenesí, como en una canción de Momoiro Clover (fijense que llevan los bikinis encima de los uniformes…).





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