Tras el éxito más o menos relativo de la BSO compuesta por Otomo Yoshihide, los productos musicales (o no) relacionados con el serial “Amachan” continúan multiplicándose. Además de un posible disco de la música instrumental interpretada por la orquesta de la NHK, hay una serie de lanzamientos cuyos contenidos están profundamente imbricados en el desarrollo de la serie: dos canciones originales, un recopilatorio (en realidad dos) de canciones del pasado y el anunciado casi ayer, con todo el resto de canciones y músicas incluidas en la serie (hasta el himno de la escuela de buzos).
“Amachan” es una serie que gusta de las figuras paralelas,
los cambios de polaridad y los desdoblamientos. En su primer minuto la serie
nos sitúa en 1984, durante la inauguración de la línea ferroviaria local que
queda marcada por la caótica partida de Amano Haruko hacia Tokio para seguir su
sueño. En su segundo minuto, nos encontramos en la misma estación, en 2008,
cuando a través de la misma línea, Haruko regresa junto a su hija Aki, protagonista de una serie que se
divide en dos arcos narrativos, el del retorno a la ciudad natal y el de Tokio,
que como pueden comprobar son el movimiento inverso de lo anteriormente
descrito.
Si la relación de su
madre con su abuela (y su forma de vida) es parte de las razones de la huida de
la primera hacia Tokio, Aki se descubre a si misma mediante su relación con su
abuela y su modo de vida. Aki acaba viviendo en el cuarto de su madre, que se
conserva en el punto donde lo abandonó, rodeada de revistas, imágenes, discos y
casetes de ídolos al mismo tiempo que se encuentra con una chica que termina
siendo su mejor amiga cuyo sueño es, claro, ser una ídolo (fantástica escena
cuando esa chica se encuentra dentro de ese cuarto de forma accidental). Y ese
encuentro con ese sueño, hace repetirse la historia, los ídolos, el futuro en
Tokio. Pero curiosamente, también el pasado.
Si uno de los mecanismos narrativos favoritos de la serie es
la de retornar a una escena que ya habíamos visto, para añadir elementos que
desconocíamos, o situarla en un contexto que la muestre con una luz distinta, la
primera escena, aquella con que arranca la serie y que a lo largo de las
semanas ha ido creciendo, se resuelve tras setenta episodios en una repetición
de los acontecimientos y de aquello que la protagonista ignoraba sobre la
misma. Y desbloqueada, se nos muestra la historia de la madre en Tokio sobre la
cuál ignorábamos prácticamente todo. Otro desdoblamiento posible de la serie: si el pasado
(punzante, frágil, en continuo proceso de cambio) informa ese presente en el
que el paso del tiempo parece suspendido en la presencia estable de lugares
donde se desarrolla la vida igual a si misma cada día (la casa, los sitios de
trabajo, el bar, el tren, el instituto), el futuro se presenta inexorable (el
ir y venir de la gente, los cambios en las relaciones) avanzando hacia el once
de marzo de 2011.
Un añadido más a ese ejercicio de síntesis que es el arranque de la serie. Cuando Haruko sube al tren, su peinado es una referencia a
Matsuda Seiko, denotando no sólo el ideal idol del momento sino también toda
una serie de valores, experiencias, creencias e historias compartidas (su madre
la persigue por todo el puerto para castigarla por llevar un peinado de mujer
mayor, entiéndase con “experiencia”). Pero el físico de la actriz, el
temperamento, su forma de desenvolverse y el lenguaje corporal retrotraen a
Maeda Atsuko (AKB48), a nivel popular, seguramente el equivalente en su
capacidad para encapsular en una imagen y unos gestos el sabor del momento
presente. De modo que se propone un ejercicio de reflexión sobre las
posibilidades y los potenciales de la canción popular como objeto cultural, su
capacidad para amalgamar los afectos de personas con distintas trayectorias
personales, creencias, procedencias y lugares, hacerlos partícipes de un
entramado de referencias y significados que reconocen como común pero también
su capacidad para imaginar trayectos alternativos, otras formas posibles de
estar y ser en el mundo.
Un añadido más a ese ejercicio de síntesis que es el arranque de la serie.
Las dos canciones dentro de la serie son “Shiosai No Memory”
y “Koyomi No Ue Deha December”. Imitando a la serie, la primera en ser
publicada (de manera digital) fue la segunda, interpretada en la ficción por Ameyoko
Jogakuen. En la realidad por Babyraids, que la publican como single el mes que
viene. La música está compuesta (hay otro compositor y la letra está escrita
por el guionista de la serie) por Otomo Yoshihide y Sachiko M.
“Shiosai No Memory” sin embargo es la primera en aparecer. Primero interpretada a regañadientes por Haruko en una noche de
karaoke, después la única canción que interpretan Aki y Yui como grupo y
finalmente, tras ser grabada en la ficción (explicar esa grabación es un
spoiler de los que hacen época), esta canción que atraviesa décadas y conecta
(o desconecta) personas y/o generaciones, que se llena de poso o brilla en la inexperiencia, se anuncia la publicación como single (en CD
pero también hay versión de vinilo) interpretada por Haruko Amano. O en
realidad por Kyoko Koizumi (la cantante y actriz que interpreta a la madre de
Aki en 2008). La canción igualmente está compuesta por Otomo Yoshihide y
Sachiko M. Publicada sin otra promoción, se pasó bastantes
días de la semana pasada consiguiendo el primer puesto en las listas de ventas
diarias. Finalmente, consiguió el
número dos semanal con 77.757 copias vendidas.
Los dos recopilatorios de canciones antiguas por su parte,
toman algunas de las capsulas musicales que sirven para situar al espectador en
una versión idealizada del pasado, aunque también incluyen esta canción de la
Yellow Magic Orchestra, que se convierte en un motivo musical recurrente de la
felicidad de Aki durante una temporada. Una elección en sintonía con el título de ésta entrada.
Mientras esperamos que The Wire dedique unas páginas a este
fascinante transbordo de figuras de la improvisación al centro de la misma
cultura popular de estos momentos, nos conformaremos con que ya publicarán la
noticia de la
colaboración de Hijokaidan con el grupo BiS en forma de disco
(publicado esta semana). (Aunque supongo es significativo que en la foto
aparezca únicamente Jojo Hiroshige y el grupo idol obsesionado por matar a los
ídolos se convierta en un “J-Pop-rock group”).
Especia por su parte publican su primer single en
septiembre, una canción bastante maja compuesta por la cantante SAWA, aunque quizá lo más
interesante, dado el tema de esta entrada sea el remix de una de las caras B
por parte de Greeen Linez.
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