Ya podemos comenzar a escribir textos para las listas de fin de año. (Títulos provisionales entre paréntesis). Aunque hace un par de semanas parecía que abandonaba, este fin de semana, con un poco de trampa (ya que he incluido un disco de 2009, aunque la reseña de Pitchfork es de febrero de este año, de modo que ese es el año cuando los hipsters como uno descubre que existen), logramos juntar los títulos de veinticinco discos sobre los cuales tenemos una opinión favorable no voluble. Es probable que añada cosas o que descarte alguno con las novedades próximas, pero en caso de no aparecer nada, no tendríamos mayor problema en dejarlo así. De modo que las listas de fin de año (un desastre) se dividen en las dos habituales por aquí: discos (un aburrimiento) y canciones (una birria). Nos hemos decantado por un formato en el que cada una incluya veinticinco posiciones/categorías/contenedores. Normalmente luego suelen ser cualquier cosa menos ese diseño primario, pero es bueno mencionarlo. El criterio de selección este año se podría resumir en un escueto “discos/canciones en los que desaparezco al ver el mundo a su través”. Es un criterio raro. De todos modos eso no garantiza grandes cambios. Una de las cosas que más asombro nos está provocando todo este proceso es la estabilidad de los resultados obtenidos. Sí, al menos un par de discos de piano sólo. Sí, una chica de Disney cierra la lista de canciones. Sí, EAI. Sí, continuo hardcore. Sí, grupos de chicas japoneses y coreanos. Hasta hemos decidido al final que este año tenemos una canción favorita. Si quieren una pista, ya estuvo algún año coronando alguna de estas listas. Lo digno de mención es que decidí hacerlo después de verlo en la lista de otra persona. Aunque siempre hemos pensado que sería una gran lectura el condensar toda la clase de majaderías que se realizan para confeccionar una de estas listas (y jamás publicar aquellas a las que se refiere todo el proceso minuciosamente detallado), no comentamos esto tanto por la socorrida función del recorta-y-pega sino por el hecho de que sintamos tal incertidumbre que no sabemos valorar aquello que ya valoramos hasta que lo hace otra persona. No ha pasado sólo en la lista de canciones. Uno de los discos que más hemos escuchado este año, sin grandes excitaciones pero disfrutándolo con mucho agrado, en múltiples estados emocionales, jamás lo consideramos digno de ser incluido (hasta hace dos semanas). También se hace raro el tratar de explicar el cambio que produce esto. De repente todo parece tener coherencia, se recobra el sentido, una sensación de ser honesto con lo que se ha hecho parece invadirte, uno se siente incluido en aquello que se quiere reflejar, se produce una pequeña catarsis. Todo esto viene a cuento de que seguramente dedicaremos gran parte del tiempo a tratar de escribir uno textos que traten de reflejar las tonterías que vemos a través de estas canciones y discos y no sabemos muy bien como eso afectará a lo que publiquemos en el blog desde aquí hasta mediados de diciembre. Nos gustaría pensar que nos dará tiempo. No lo creemos.
También nos gustaría imaginarnos como Kanako cuando apretemos el botón de publicar entrada. Aunque nuestra imagen mental en realidad es más la de una estrella fugaz, un meteoro consumiéndose en su encuentro con la atmósfera. No creo que sea una imagen depresiva. Simplemente que se nos agota la arrogancia para escribir un blog (o al menos de esta forma).
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