Menudo horror. Justo en pleno apogeo de una de esas crisis sobre por qué hago esto y me pongo a escribir sobre un grupo tan desconcertante como BELLRING Shoujo Heart. Supongo que un detalle puede resultar ilustrativo sobre la dinámica del y sobre el grupo: una de las componentes (TIRA, falda blanca en el vídeo enlazado), creo, es taiwanesa (de procedencia y en el sentido de haber vivido la mayor parte de su vida allí). Es muy extrovertida (incluso algo exhibicionista), pero, con mucha lógica, su dominio del japonés está plagado de lagunas y dudas. De modo que en mitad de una frase, o de una conversación, todo lo que estaba sucediendo, se para porque no ha entendido una palabra y tiene que deducir por el contexto qué significa o preguntarlo o simplemente comprobar si realmente recuerda la palabra. Otra variación del mismo fenómeno es cuando, por ejemplo, alguien del público le grita algo como señal de admiración y ella responde, con obvio delay, tratando de ser lo más dulce posible aunque sin tratar de ocultar lo fuera de contexto que ha quedado su respuesta en la conversación, en la situación, en el evento. Confluyen y se entremezclan la ternura, la extrañeza, la crueldad, la simpatía, la farsa, la empatía y todo lo demás. Además este momento de incomunicación resulta muy absorbente, muy “entretenido” (ya que hablamos de entretenimiento), pero muy ambiguo moralmente desde el punto de vista del consumo como espectador. (Es decir: ¿provocar su incomodidad para tu disfrute?)

   

Más extraño todavía es que, es algo que encaja completamente con la estética disfuncional del grupo, con su puesta en escena, con su música, con su propia manera de comportarse con el público y su recíproco. Debería ser algo completamente ridículo, tal vez lo sea, pero entonces es un reflejo perfecto de lo que es el mundo, como cualquiera puede atestiguar cada día más al asomarse a las noticias, los rumores, los sucesos.

También, aunque tal vez lo hemos escorado demasiado hacia la asimetría entre el grupo y el público, es un grupo que se divierte mucho, y que, dentro del mundo idol, se pone bastante en riesgo. Claro, “los ídolos son ridículos”, según dicen algunos, y por tanto no deberían destacar en modo alguno. Pero no hay un aproximamiento hacia una idea de la profesionalidad (lo que hago es ridículo, pero de alguna manera hay que ganarse la vida, además, es temporal) dentro de una fidelidad por las convenciones del género, ni tampoco se encauza por otros modos más rodados donde lo estridente ya está normalizado.

Tal vez, si pretendiéramos establecer comparaciones, los referentes más cercanos podrían ser BiS o Shizukaze &Kizuna. BiS es un grupo que resulta bastante próximo en estética, pero juegan demasiado con la ironía y con ser muy cafres, como para ponerse del todo al descubierto. Si lo hacen, todo es un espectáculo. Shizukaze & Kizuna quizá resulta un tanto más alejado en estética, pero la idea de lo fraccionario en la presentación y la vulnerabilidad de quién se expone en ella resulta parecida. Shizukaze & Kizuna tienen un programa que cumplir, como se puede leer en la portada de su single más reciente:


El concepto es I-rock, de modo que siendo un grupo completamente kawaii, se incorporan toda una serie de elementos estéticos del exhibicionismo más rockero: escupir agua sobre la audiencia, stage diving o directamente, intentar andar sobre ellos. (También la estética del grupo “en la carretera”). Lo cuál podría ser una especie de origen de una cierta “autenticidad”, en el sentido de que el grupo puede ser ridículo pero saben montar un concierto. El asunto es que muchas de las componentes del grupo trabajan, han trabajado o lo hacen de forma puntual como modelos gravure (las dos que conforman Shizukaze, empezaron respectivamente con 12 y 13 años). Algo que tampoco resulta particularmente inesperado en Japón. Lo curioso es que en lugar de pretender que son dos esferas que raramente se tocan (y que por ejemplo, pudiera ser algo que sólo conocieran los aficionados más entregados), están en diálogo. De este modo, el nombre del grupo aparece en alguno de sus DVDs conjuntos, o incluyen reflexiones o comentarios para los seguidores del grupo o fragmentos de sus actuaciones aparecen en los materiales audiovisuales de las revistas de la misma editorial. Lo que no deja de ser un lugar extrañísimo y algo enrarecido en el que estar.

    

BELLRING comparte con ambos grupos la estética rock, mientras que BiS puede tirar más hacia el metal o el emo, Shizukaze & Kizuna, tiran hacia el hardcore-punk y el hard rock. BELLRING por su parte pretenden inspirarse en los 60 (si recuerdan la cronología, en cierto modo hacia un periodo pre-ídolos). La supuesta influencia puede ser más detectable en el acompañamiento del órgano, los arreglos y cadencias de las guitarras o las orquestaciones de “ダーリン” (“Darling”), “yOUらり”(“yOU-rari”) o “ボクらのWednesday” (“Bokura no Wednesday”). Aunque en otras canciones, por ejemplo, “the Edge of Goodbye”, se aproximan más hacia un sonido grunge más que a las fuentes originales. Y las canciones son pegadizas, desconcertantes, algo inquietantes y muy disfrutables.

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