Ce-Te




Uno de los aspectos que encuentro problemáticos leyendo el artículo es que uno, si de verdad se adhiere a los ideales políticos y formas de ver el mundo que dice profesar, no puede estar en contra. Y eso desde luego es un resultado paradójico para lo que parece ser una tendencia crítica. Hay algo más y resulta difícil explicarlo: en teoría por su defensa de las músicas que no son objetos dignos de la reflexión de la crítica, deberíamos estar en la misma onda. Y sin embargo, al ponerse en marcha el discurso y la retórica, uno, que tiene gusto por un tipo de música que difícilmente pasará nunca de ser “basura”, reconoce prácticas, tics, modos de hacer y estar, inercias, horizontes de pensamiento y “gusto”, articulaciones y trayectorias que uno ha experimentado en carne propia y con las que se ha tenido que partir la cara día a día. Que igualmente era la gente que defendía mis ideas políticas.

 Perdonen que para tratar de expresarme reduzca el extenso artículo a un comentario sobre lo que es anecdótico dentro del mismo. La metáfora utilizada en el primer párrafo:

 "Os vamos a hablar de un libro que es una herramienta. Es, pongamos, una lámpara de luz ultravioleta que encendida dentro de un oscuro bar lleno de gente moderna hace brillar todos esos blancos antes invisibles, como la caspa sobre los hombros de la chaqueta, unas dentaduras atroces y esas inquietantes motas de polvo cerca de la nariz. Esta nueva linterna, este libro, nos revela de golpe que la cultura en la que vivimos desde 1975 está pautada, es previsible, es inocua". 

 Nos encontramos con un claro ejemplo de mirar debajo de las apariencias, encontrar lo que está oculto y mostrarlo. Pero lo que me intriga en este mirar más allá de las apariencias son precisamente las apariencias que se miran: la caspa, las dentaduras atroces, los rastros de droga. Los signos que denotan la podredumbre debajo de las bellas apariencias. Si toman como válida esta última frase y creen que refleja en parte lo transmitido por el artículo, ya podemos apuntar algo: la igualdad de criterios entre lo bello en esa cultura inocua y previsible y la crítica que se hace de ella. Lo cutre, lo triste, lo patético. Con probabilidad algunas de las sensaciones más comunes que experimentamos de manera continua en nuestras existencias. Y del mismo modo que los criterios de representación publicitarios y/o comerciales nos hacen imaginar un mundo en el que todo se convierte en intensidad, donde se reducen todos los tiempos muertos, donde no hay lugar para el aburrimiento, porque a eso es lo que deberíamos aspirar, uno intuye que al final del trayecto de este proceso crítico hay también un “final feliz”. Un mundo donde se pueden editar igualmente todo lo patético, cutre y triste que pasa por pensamiento o gusto.

 Había buscado esto por si necesitaba hablar sobre lo político en la música, ya que, por mal que suene, cada vez que lo leo me parto de risa (aunque tengan razón):


"The two practices share in the materialist turn that opens up the radical possibilities of aesthetic (and even political) interventions into a process previously considered seamless and transparent. What can be called to attention through the materialist turn includes the aesthetic-institutional process in the projection-spectator relation and the (non-) representational process in film-making. Moreover, these interventions bring their own temporalities back to those processes, and this returning emancipates the temporalities from their subordination to the cinema-as-commodity".

 Supongo que lo que me resulta gracioso es el uso de “radical”. Puesto de manera muy gruesa lo que hacen es que la música va por un lado y la imagen por otro. Muy radical ¿no? Pero efectivamente, liberan el asunto de las asunciones que esperamos de imagen y sonido gracias al cine (mainstream o menos). Y dejan que cada cosa vaya por su propio lado, que sean ellas en si mismas. Esto último es bastante difícil. Por ejemplo, una de las cosas que encuentro realmente atroces de modo reciente en el terreno de la acción política es la importación del discurso de la codicia y la culpabilidad por ejemplo de los banqueros y las primas estratosféricas que cobran por el trabajo horroroso, nos dicen, que han hecho al frente de dichas instituciones. Un discurso moralizante que busca la manzana podrida dentro del cesto en lugar de hablar sobre el cesto y todo lo que lleva a ese momento. Podríamos asimilar esto con lo que la derecha tacha con la etiqueta de “la superioridad moral de la izquierda”, que usualmente es un complejo de ésta o una auto-atribución que se hacen del asunto basada en un criterio desconocido (un poco como sucede con “la superioridad moral de la derecha”). Que es, en parte, por lo que no se puede criticar esta postura crítica. Amigo o enemigo. “X es ETA”. Así de lleno de matices.

 Vamos a utilizar de forma pedante otra cita sacada de un artículo de Kathleen Stewart llamado “Weak Theory in an Unfinished World”:

 "The perspective I find I have developed over these years and in these practices of attending and attuning to things is akin to what Eve Sedgwick calls “weak theory”. Theory that comes unstuck from is own line of thought to follow the objects it encounters, or becomes undone by its attention to things that don’t just add up but take on a life of their own as problems for thought. She calls this “reparative” theory -a good thing- in contrast to a “paranoid” or “strong” theory that defends itself against the puncturing of its dream of a perfect parallelism between the analytic subject, her concept, and the world –a kind of razed earth for academic conversation". 

 Un ejemplo de lo que sería una teoría paranoica o fuerte, sería por ejemplo el uso como argumento que gana conversaciones de la influencia y el poder de “la mirada masculina”. Que da igual que sea una construcción de trasfondo psicoanalítico y que la práctica psicoanalítica según que criterio mida su efectividad, es un completo desastre. El argumento es tan bueno, su construcción tan sólida y la amplitud de la reflexión que abre tan importante que la realidad será la que se tenga que adaptar a ella. Y finalmente la explicará toda, aunque eso debería ser imposible, ya que una teoría es una simplificación de los procesos que suceden en esta.

 Y eso antes de llegar a 1975, cultura, pautada, previsible, inocua. De hecho, si uno toma los tres últimos términos y pone sus opuestos, aquellos que serían deseables, podríamos tener temperamental, imprevisible, letal. Una definición formalista tan buena como cualquier otra de mucho comportamiento asociado al capitalismo salvaje. Un curioso ideal. Aunque claro, puedo estar equivocado. De ese modo comenzaríamos algo.

2 comentarios:

Elena Cabrera dijo...

Me ha gustado mucho tu crítica al artículo. Me has puesto a pensar.
Gracias.

tortuwire dijo...

http://www.elenacabrera.com/weblog/preguntas-y-respuestas-sobre-la-ct/