RP#01: Crooks and Lovers

Pienso que este es un disco “emo” en un sentido peyorativo. Las emociones son como estallidos, de tremenda intensidad en el momento, capaces de producir estragos a pequeña escala, pero a una grande lo que queda es el retumbar dentro del cuerpo. Luego nada. Y, a toro pasado, tratamos de justificarnos y fijar aquel momento sustituyéndolo por una memoria, o una historia inventada que nos haga quedar bien. ¿Pero qué significa exactamente eso? ¿Y por qué?

El arte como catarsis emocional. Eso suena ridículo, exagerado aplicado a este disco. No hay una construcción de un clímax que arda en tu memoria por días, que deje una llaga que te estremezca al recordarla, que te haga desear recorrer sus entresijos de nuevo, no hay un juego de creación y liberación de tensión como modo de crear una sensación de “profundidad”, un modo “serio”, riguroso y adecuado de presentar la severidad de los temas tratados. ¿Y si nos movemos en la dirección opuesta del espectro? El arte como catarsis, como liberación, como relajo. El vehículo de gran presupuesto del cine comercial estadounidense, el culebrón, el dorama, etc. Todos ellos descansan en mecanismos de identificación emocional y en la exposición, delineación, subrayado y abuso de estas. Tampoco sería apropiado, supongo por dos motivos: el primero, que la música quiere ser cool, es algo que debes completar por tu parte, no desea obligarte a seguir una única dirección y el segundo, como variación del primero, es que ese tipo de “manipulación emocional” (pero si se trata de eso ¿no?) resulta “zafio”, “evidente”, “superficial”, “genérico”, etc. De modo que debería entenderse de dos modos: el funcional, usted no se identifica con el tipo de público al que esas propuestas supuestamente están dirigidas, y el de distinción, usted se considera más sofisticado que lo que aquellas prácticas proponen, usted piensa que está en control de sus emociones y/o que estas son demasiado “valiosas” para “malgastarlas” de ese modo, es decir, su calidad emocional es su capital, o usted cree que no puede ser engañado, que ese uso de las emociones es análogo al de los potenciadores del sabor, colorantes o edulcorantes de la comida basura, el gancho con el cual esconder algo bastante indeseable.

El primer modo puede ser superable o no, se trata de si algo hace clic con sus gustos y preferencias o si estos últimos necesitan ser redefinidos o ajustados al producirse un encuentro. Hay gente que no soporta las películas de terror pero gusta de las de acción, hay gente que prefiere melodramas pero no puede con las películas políticas, pero todas estas se ajustan a una estructura de géneros, y ya dentro de estas categorías, decide si las propuestas se ajustan a lo que espera o no. El segundo lo podemos considerar como una versión más o menos aguada de la reacción contra los valores y formas culturales dominantes, por chinchar, su versión “genérica” o “mainstream”.

La propuesta planteada como “reacción”, supongo se podría incluir entre la gama de grises entre el blanco y negro de los dos extremos de discurso emocional propuestos antes. Podríamos buscar su gradación planteando su semejanza o desemejanza con los puntos de referencia (el planteamiento estético es riguroso, el tono sostenido, serio sobre lo que se hace, adecuado a lo que se busca con esta proposición, sin embargo no hay tema que tratar (o no hay más tema que tratar que el de este planteamiento estético), hay una manifiesta incapacidad o falta de deseo de adoptar las cargas aparejadas con la búsqueda de la “trascendencia”, se sustituyen las fórmulas populacheras por otras más acordes con la autoestima que uno tenga de si mismo, una manipulación emocional a medida para disponer a gusto, una estimulación de los sentidos y las emociones sin necesidad de abismos, segundas lecturas o cambios de postura. Pero, como que hace mucho tiempo que no creo en las elecciones entre opuestos, y tampoco encuentro satisfactorio las gradaciones intermedias. ¿Hay algo más?

Mount Kimbie siempre está asociado en estilo con James Blake. Ambas propuestas no me gustan. Pero las últimas cosas que he escuchado de Blake,… ¿Cuál es su función? Su emoción no emociona, su música de baile no hace bailar, su detallismo sonoro ni aburre ni excita. Claro, eso es subjetivo, pero también una cuestión de condicionamiento, exposición a unos sonidos, presión de grupo, involucrarse de forma emocional, estética con escenas, estilos, tener expectativas, dedicarle tiempo, etc. Pero no deberíamos hacer más de esos juicios, todavía estoy montando y desmontando el primero… ¿Quiero decir que esto es la música o la fantasía sobre la música que hacen los productores que leen las revistas de producción musical? ¿Lo que ven en las películas los lectores de “American Cinematographer”? Sí y no. ¿Es una nueva generación de “bedroom producers”? Sí y no.

Woebot en su crítica de este disco mencionaba como alguna gente que ahora está en Hotflush escribía en Dissensus. De modo que imaginemos la red que soporta todo esto. Hay una serie de lugares, salas de conciertos, clubes, tiendas de discos, foros, blogs. Una serie de textos que interpretar que son necesarios (hardcore continuum) pero hay tal variedad de documentos secundarios y terciarios en los que perderse, tal extensión por conocer, pero además esto sucede en un mundo no cerrado a otros estilos, ya sea por tu origen (fans de Dischord que terminan escribiendo sobre techno), por los intercambios en los lugares, por tu apertura como consumidor o por que se estila en el círculo en el cual te mueves. También una serie de personas, conversaciones, opiniones, acciones y reacciones. También está la tecnología, su disponibilidad, su accesibilidad, su momento en la sección de novedades. Y de fondo, sociedad, economía, política, etc.

De modo que no, esto no es la música que hacen los productores que leen revistas de producción musical. Simplemente por el cromatismo empleado, la fijación en unas determinadas texturas. Eso no es una “buena” producción, es un fetiche. Bueno, otro tipo de fetiche. También esta la sofisticación de las estructuras musicales empleadas. Por poner:

Reverberación, interpretaciones en instrumentos reales, tan fragmentadas como los ritmos y los embellecimientos sonoros. Voces que en lugar de alentar la intensidad de la pista de baile suenan melancólicas, perdidas e incapaces de salir de su propio loop, condenadas a repetirse. Modulaciones, multitud de pistas al unísono, el contraste entre el primer plano sonoro, esos sonidos llenos de frecuencias, con “aire”, esculpidos a la vez que evocadores de sonidos reales, y el fondo, lleno de frecuencias que saturan el espacio o jugando con la reverberación y el silencio para moldear los sonidos que cuentan la historia. Lleno de guitarra, con repentinos cambios en la interpretación de melodías y ritmos pasando de un instrumento a otro, jugando a entrecortar las voces para participar en el ritmo a la vez que la repetición y la ternura de la interpretación tratan de hacerme identificarme con este estado de fragilidad emocional. Proximidad y saltos de escala, el suave ensimismamiento de los juegos de referencias y el establecimiento mínimo de la sensación de continuidad y progreso, la presentación de una serie de sonidos y estructuras lo suficientemente sugerentes y sensuales para permitir el demorarse en la construcción del proceso de entretenimiento, la minúscula variación en los ritmos, o las secuencias tan minuciosamente editadas y ensambladas que crean una sensación de coherencia, la necesidad de resolución como un juego malabar que esconde aquello que produce la variación mientras se nos sorprende con el mismo resultado llegando de maneras “distintas”.

Muy ensimismado para mostrar las sutilezas como técnico de sonido, pero apreciable desde el punto de vista de aquel que ensambla pistas y cortes como despliegue de técnica, de visión de conjunto. De modo que “bedroom producer”, al disponer de estilos musicales para desarrollar tus métodos de trabajo en la producción, una manera de hacer samples, un tipo de ecualización, una determinada manera de colocar la reverberación, la extensión de la intensidad de unos determinados sonidos, los amalgamientos de elementos de distintos estilos musicales (la superioridad de unos sobre otros), etc. Salvo, de nuevo, la fijación por las texturas, la necesidad de no ser “tan” abigarrado y barroco, una cierta necesidad de fidelidad. Es una cuestión de equilibrismo, pero también de “buen gusto”.

¿Y si se trata de una cuestión de textualidad e intertextualidad? Taylor Swift, que supongo debe aparecer en esta serie, si esto es una serie, si es que me queda algo por escribir después de esto, a continuación, en uno de sus singles, cuenta una historia donde mezcla la “realidad”, “Romeo y Julieta”, “La Letra Escarlata”, etc. No se trata en el fondo de eso, tomar ideas, elementos, enfoques, como hacen Broadcast con recopilatorios de grupos psicodélicos, e imaginar posible combinaciones. Pero no sólo eso, imaginar hacer lo que hace Wiley con, imaginar lo que hace The Dream con R Kelly, imaginar hacer lo que hace Burial con el dubstep. Crear nuevos textos que modulen los precedentes provocando nuevas lecturas, enmendándolos, condenándolos, conectándolos, diseccionándolos, aumentándolos, mostrando la procedencia de sus elementos, etc. Y en cierto modo, al incrustar tus ideas en las grandes obras del pasado, una forma de esquivar la necesidad de sucesión de estas a la vez que sintiéndote a su altura. Postergar tener algo que decir indefinidamente mientras se conoce aquello sobre lo que se quiere decir algo.

También es una cuestión de creer.


Pero, por volver a los grises. ¿Por qué la necesidad de hacer una música bañada en una muy suave melancolía? ¿Importa realmente? Este proceso de compensación y descompensación, ser emocional, pero no muy poco o no demasiado, ser fidedigno a la tradición, pero volverla del revés, este trabajo de producción, crudo pero resultón,… No se como explicarlo. Es como hacer fansubs para un anime, escanear imágenes o hacer capturas de televisión. Es una manera de mostrar tu capacidad de trabajo y tu estilo al hacerlo, pero también un modo de exponerse a la opinión de los demás, buscar ser su centro. Es algo que aprecio pero no admiro.

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