No se si esta semana haremos muchas entradas interesantes (demasiados discos recientes sin demasiadas escuchas todavía, la mayoría de los cuales no ofrecen sus misterios en bandeja). Mientras tanto contemos otra cosa, p. ej., una idea que ha ido tomando cuerpo en mi cabeza durante las últimas semanas. Pongámosla en una frase lapidaria: Sa-Ra Creative Partners son los Dr. Buzzard's Original Savannah Band de la era wonky.



No lo digo como un demérito, creo que el segundo grupo es una de las grandes bandas que surgió en la música disco. Si buscara referentes sonoros contemporáneos en los que se pudieran reflejar las ideas, los temas o las obsesiones culturales que brotan en sus producciones, la respuesta sería sencilla, citar un conjunto de nombres, saltando desde Flying Lotus a Erykah Badu pasando por Carlos Niño. Sin embargo me intriga más la necesidad de crear la metáfora anterior. ¿Por qué irme al pasado? ¿Y a ese grupo? Los parecidos sonoros y la intención no resultan tan similares (difícil asimilar lo angular del sonido de unos con lo sedoso de las orquestaciones de los otros, o las letras entre proféticas, simbólicas o medianamente alucinadas frente al optimismo de género de aquellos), y sin embargo, dejando aparte aspectos, más o menos menores, como la creación de la ficción del grupo en el estudio, aunque seguramente esté compuesto por un número más o menos variable de colaboradores fijos, el parecido debe encontrarse en la encarnación de una fórmula de lo digamos, “retro-nuevo”, la necesidad de distanciarse de las corrientes de la actualidad mediante la inmersión obsesiva en las discografías o la imaginería de determinadas músicas de hace más de cuatro décadas en cada caso, la búsqueda de esa “exterioridad” como un portal en el que imaginar encuentros entre los distintos estilos que se persiguen en la colección discográfica.



Y sin embargo, al tiempo que desarrollo esta relación entre ambos, más parecen evidenciarse las diferencias entre ambos proyectos. La música de unos parece surgir de la cultura de beats y breaks, de Wax Poetics, de crate digging, de horas troceando vinilos para encontrar la muestra perfecta o improvisando en jams de las que extraer las mejores ideas, mientras la otra es más un concepto, la mascarada con el cual vehicular las ambiciones musicales y estéticas. Pero igualmente, esa necesidad de alejarse de aquello que los rodea, los hace más asimilables (la autoría frente a herramientas de DJ) y más populares (aquellos no eran la rareza de la escena disco y estos, es probable, queden como el punto álgido de esta escena, aunque todavía no tengo decidido si el disco es “tan” grande como algunos sostienen).

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