Compré el DVD el año pasado y pensaba escribir una entrada al respecto, aunque supongo que ya no pienso hacerlo. La entrada giraría sobre la curiosa costumbre que se tiene en artículos y reseñas de unir el mundo sonoro de Arthur Russell al de Nick Drake, más que en una cuestión de forma en el fondo, en esa capacidad de cautivar, la sensación de provenir de otro mundo o la perfección y fluidez de la ejecución (emocional), y la pregunta sería si esto, más allá de ser una referencia vaga o manida o querer representar un significado en lugar de una influencia o una conexión sonora, en realidad es la creación de un nuevo mito del artista maldito, el ángel sensible caído. La recepción acrítica de sus reediciones (todas maravillosas e iguales aunque se muevan en espectros sonoros distintos e incluso opuestos), el uso del nombre como referencia, el uso de su música en publicidad, etc. son síntomas de una campaña, brutal, de reevaluación de su posición en el panteón de la crítica algo que supongo culminará este año tras el propio documental con la publicación de su biografía. En ese sentido la conexión con Drake es evidente, pasando del músico minoritario o la referencia a pie de página a la referencia obligatoria de todo oyente sensible a ser la influencia de estrellas del rock y el pop venidas a menos. Así que todo gira si estas re-evaluaciones críticas responden a una búsqueda de referentes por parte de una generación posterior como modo de articular su “sensibilidad” haciendo una lectura interesada de las fuentes. En muchas ocasiones se ha hablado de la relectura que se hizo de Robert Johnson por parte del blues rock británico (como una forma de expresión salvaje sin respeto por norma alguna, en busca de la libertad en sus múltiples conjugaciones), y deberíamos hablar si la canonización del sr. Drake no responde a una lectura parecida, en esta ocasión como forma de esteticismo, de esencialidad de los contenidos, de pureza y religiosidad, de aires espartanos y sobrios, aunque llenos de color y luz, como forma de protesta ante la propuesta banal de la música mainstream en los 80 y 90, por parte de unas generaciones indies o de cantautores. De este la adopción de Russell como referente, serviría para dar por sentado una apertura estilística, un mestizaje de formas acústicas y electrónicas, una voluntad exploradora de los géneros y las formas expresivas de la música popular.

El documental en si, es un rockumentary puro y duro (biografía como eje lineal de la narración, entrevistas con conocidos (y algún influenciado al final) como forma de rellenar el metraje, etc.) aunque ejecutado de manera clara, precisa y preciosista. En ese sentido es muy eficaz en su manera de exponer lo que siempre ha sido la mayor impostura en el acercamiento a este compositor/músico/intérprete (“Oh mira, este tipo es un compositor gay budista que grababa música disco por las noches mientras por el día hacía música minimalista”), exponiendo como las conexiones personales, los lugares geográficos y el momento histórico hicieron deambular a la persona por tan distintas escenas musicales (se fue de la casa de sus padres a San Francisco en plena fiebre hippie, allí ingresó en una comuna budista pero al ver que no podía hacer nada allí decidió mudarse a New York, donde acabó viviendo en un edificio donde también vivía Allan Ginsberg y otras luminarias que lo pusieron en contacto con la escena minimalista y su aterrizaje en The Kitchen, mientras sus amigos procedían de los Modern Lovers o su homosexualidad le llevaba en dirección hacia The Loft, etc.). No están incluidos una serie de extras en forma de mensajes para sus padres, actuaciones en directo o versiones por músicos actuales.

3 comentarios:

IvánConte dijo...

¡mil gracias! precisamente estos días estoy revisitando su "World of Echo"

Little Turtle dijo...

Sip. Documental al uso (cantaban demasiado las declaraciones de grupos de ahora). Maravillosas las imágenes de él grabando en el estudio.

También es fascinante el encumbramiento de Moondog en sesiones de cualquier pelaje.

Curioso, personajes unidos en algún momento con Glass.

anhh dijo...

Lo de Moondog quizá sea menos obvio por el nivel de atención “general”, pero ahora que lo mencionas si resulta un tanto evidente: la biografía el año pasado, las reediciones continuas, etc. Hace algunos años David Keenan publicó su lista de los 100 mejores discos de la historia incluyendo uno, así que supongo que puede ser el punto de partida de esto. Busqué grabaciones y algunas me gustan más que otras, y puedo entender cierto culto por su figura, pero…

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