Nada de lo que quería escribir escrito. Casi nada de lo quería subir subido. No muy de acuerdo con el tiempo que se pierde estando algo pendiente de lo que sucede en la red en lugar de estar leyendo libros aburridos. Nada demasiado resonante en la actualidad, todo parece estar al caer en las próximas semanas. El disco de High Places, el de The Saturdays, el de Keri Hilson (aunque los dos temas que se han filtrado no son particularmente memorables), los nuevos singles de Sugababes, Morning Musume o Girls Aloud, el disco de T.I., la reedición en ESP del disco del Lowell Davidson Trio, la publicación en formato físico (el videoclip estaba sólo disponible como descarga para móviles) de “Baby, Baby, Baby” de AKB48 (en la versión normal y en la especial que contiene una versión del videoclip por cada componente del grupo), etc. etc.

Tampoco debería quejarme de lo que tengo para escuchar: dos discos que apenas he escuchado pero que casi seguro acaban en la lista de lo mejor del año (Brendan Murray, Shed), el disco de metal para la gente que no escucha metal de este año (Made Out of Babies), el disco de metal del que me he encaprichado (Jex Thoth), uno de hip-hop (Young Jeezy), uno de country mainstream (Carter’s Chords), uno de “congotronics” (Kasai Allstars), algunos discos pop (Lady GaGa, Solange) y dos que escuchar con cara de poker (Brian Eno, Bomb The Bass). Pero me gustaría sentirme menos representado por la siguiente secuencia:


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Una selección de noticias algo aleatoria termina en autorreflexión sobre si estoy perdiendo la cordura.

Calle13 se lían a tortas con el mundo del reggaeton.

Pierre Boulez en The Guardian

Entrevista con Solomun

Ron Jeremy en la revista Time



Reedición en DVD






Demi y Selena en la revista Teen

Un videoclip de Air France

En un pequeño añadido a la entrevista principal para la revista XLR8R, Steven Ellison (Flying Lotus) comenta lo siguiente:

But edIT, he's doing it for different reasons. I was just with that dude in SF. [He's about] making the most futuristic fucked-up shit you can that's still fun. Technology at its fullest, he's the representation of that completely. He wants to be out there playing for thousands of people. I don't. I'd rather be hanging out in the studio. I'm not a raver. I missed that whole rave thing. I'm not a clubber, I don't go out. I like movies, and I like to make my movies with music.

Pues nada, será cuestión de escucharlo:
edIT

Leyendo las reseñas más o menos breves (como esta en XLR8R), la idea que unifica el debut en formato largo de Dusk & Blackdown es la del disco como metáfora de una ciudad (Londres) llena de pequeñas comunidades, cuyas resonancias sonoras se van filtrando por el sonido central dubstep. Es una idea más o menos ingeniosa y su ejecución puede resultar más o menos acertada en múltiples aspectos si nos quedamos simplemente con esos datos. Leyendo esta extensa entrevista en dos partes (1,2), la cosa se vuelve más complicada, la ejecución más sutil y trabajada, la intencionalidad más ambigua y profunda de miras y la indagación en la forma de exponer las ideas, las manías y las obsesiones algo que uno puede detectar y encontrar en pequeñas píldoras en todo el trabajo periodístico (auto)publicado de Martin Clark. Y entonces, y perdón por la referencia indie, es como cuando Anari respondía a la gente que cuanto tardaría en publicar su segundo disco con aquello de que el primero le había llevado toda su vida y uno se pregunta si se necesitará tanto tiempo de reflexión y escucha con este “Margins Music”*.

*Antes de decir me aburro, que ha sido la sensación que he tenido siempre con la música de este dúo.

Aprovechando que me funcionaba (algo) el cerebro y estaba en la página de Vice, enlazamos estos dos artículos, el primero una entrevista con Valerie Wilmer sobre su trabajo fotográfico, que entre otras cosas escribió ese documento imprescindible que es “As Serious As Your Life” para obtener información de primera mano sobre el free jazz así como las distintas implicaciones que dicha libertad tuvo en las vidas de sus interpretes (hay pega, no tendrán ni la más remota idea de que discos deben comprar de las decenas y decenas de artistas mencionados y entrevistados a lo largo del libro).

Y este segundo (también fotográfico) centrado en la escena punk de Los Angeles.




Escribiendo una entrada sobre el nuevo libro de fotografías que Soul Jazz piensa publicar en octubre sobre la escena del dancehall jamaicano de los ochenta simplemente parecía que no llegaba a ningún lado (lo habitual por aquí) y escribía páginas y páginas que no tenían conexión alguna con la referencia inicial. En un momento determinado de ese marasmo usaba a Mississippi Records como ejemplo. En el número de este mes de The Wire, Steve Barker reseña dos de sus recopilatorios y termina una de las dos de este modo: “This is the kind of rare album that when encountered for the first time can change the way you listen to music forever”. Ese tipo de encuentro, acontecimiento y huella que puede dejar un recopilatorio, suele encontrarse entre lo emocional, la necesidad de encontrar conexiones entre temas que parecen surgir de lugares distantes, y lo comprometido, un esbozo bueno y urgente con las ideas claras puede crear una afición a un estilo musical para toda la vida que ni la caja más completa y minuciosa podrá hacer nunca, y que suele servir más como un punto de partida que como la última palabra en la materia. Y bueno, la idea de fondo es que aunque los lanzamientos de Soul Jazz no suelen llenar de contenido la cita de Steve Barker si han capitalizado ese sentimiento como estrategia comercial y hacen que uno esté pendiente de lo que puedan publicar a continuación como si fuera un deslumbramiento, ya que uno cree que su aparato teórico, su visión de la historia de la música de baile (que les permite saltar en el mundo de variaciones microscópicas de los sellos de reediciones especializados en géneros, de época a época y de continente a continente siendo esto no solo comprendido por sus seguidores sino aplaudido como voluntad de riesgo) se resiente un tanto cuando uno analiza el desarrollo histórico del sello al amparo de la escena acid jazz y rebufo de los rare grooves pasando por sus incursiones muy noventas en la música espiritual como algo exótico que visitar desde las grandes urbes pasando por los embajadores de la música jamaicana o ahora todo el rollo de la bass music.

Mississippi Records es un sello que resulta muy cool en estos momentos. El sello está ubicado en Montreal pero su origen está en una tienda especializada en discos de vinilo situada en Pórtland. No tienen página web. Las tiradas son de 1000 ejemplares. El precio por unidad es de 10$. Los lanzamientos van desde las bandas actuales semidesconocidas a música africana, tex-mex, tailandesa o blues que se puede retrotraer hasta principios del siglo pasado. Como su intención no es convertirse en un sello de culto sino hacer visibles y disponibles una serie de grabaciones, no tienen ningún problema en reeditar las referencias descatalogadas. En tiradas de otras mil unidades (aunque las reediciones no llevan el single de vinilo de regalo).

En la otra crítica en The Wire, dicen que la recopilación es “una delicia absoluta”. Pero los fans del sello no acaban en los niños y alguna niña de esta revista. En el último número de Arthur, Byron Coley y Thurston Moore también se rinden (“There’s been a whole ark-full of gospel comps the last few decades and Lord yes they are always welcome but just when you think the well is dryin’ up along comes this motherfucker of amanic backwoods backstreet romper”). Y en Vice, uno se encuentra con un artículo escrito por otro amante obsesivo de la música como es Jason Pierce derrochando elogios. Quizás después de haber leído todo esto, sientan nostalgia por los modos antiguos de entrar en contacto con la música. Esperar años y años hasta que una copia aparece delante de uno, se te acelera el corazón al contacto con la portada y te vas corriendo con el mundo convertido en una mancha borrosa más allá de un metro de ti. De no sentirse tan románticos ni analógicos, pueden probar con los cuatro siguientes. (1, 2, 3, 4)

Leo el artículo. Escucho “Generation Bass”, pero no entro en la música. Una cosa divertida de mis horrendas vacaciones, es que fueron rurales y por alguna curiosa razón, la mayor parte de la música electrónica que tenía en el portátil no me decía absolutamente nada. Temas que conocía y me encantaban sonaban planos, monótonos, predecibles y aburridos. Así que en la práctica no he escuchado electrónica durante este periodo. Sin embargo si los sonidos electrónicos estaban dentro de un formato canción o pop, no tenía ningún problema con ellos y me emocionaban igual. En realidad creo que no es un gran misterio. Simplemente uno se adapta a unos patrones de conducta que le impone la situación y así el paso del tiempo era distinta, mis relaciones con mi familia eran más próximas (hasta ser omnipresentes), tu visión del espacio se readapta, encajas mejor en un contexto menos denso de rostros, sensaciones y conversaciones, etc. etc. Pues nada, a ver cuando me entran de nuevo las ganas, porque ese lanzamiento de A Guy Called Gerald en el sello Perlon resulta excitante hasta sobre el papel…

Noticias del sello Hyperdub

Aparte de lo que supongo ya es por todos conocido*, anuncian lo siguiente:

“FORTHCOMING HYPERDUB SHOWCASE ON BBC RADIO 1 - 0200 -0400 GMT
Wednesday 3rd September 2008

6 x 10 minute mixes from Ikonika(UK), Zomby(UK), Darkstar(UK), LV(UK), Samiyam (US) and Quarta 330 (Japan). Around 40 tracks of low end and synth fireworks in 1 hour. Sponsored by the South London Association of Attention Deficit Disorder - not!”

Y también nos recomiendan lo de

“Keep you're ears open for forthcoming releases from Zomby, Burial, Kode9 & LD”.


*La publicación este mes de

HDB011 - 12" vinyl
A. LV & Dandelion - CCTV
B. LV - Dream Cargo

HDB012 - 12" vinyl
A. Samiyam - 'Return'/ 'Trick Platform'
AA. Samiyam - 'Moonshoes' / 'Cheesecake Backslap'

y en septiembre de:

HDB014
A. King Midas Sound - 'Cool Out'
B.1 King Midas Sound - 'One Ting' (Dabrye rmx)
B2. King Midas Sound - 'Lost' (Flying Lotus rmx)

HDB015
A. Ikonika - 'Millie'
B. Ikonika - 'Direct'

¿Más porno?

Hum…Rye Rye…

“Dusk Till Down” el nuevo single de Ladyhawke



Siendo como es una canción pegadiza, agradable y que además me gusta no se si su elección como single cumple con las funciones asignadas en un plano empresarial. Funciona como reclamo para los ya conversos pero no para captar la atención de un público mayoritario, no advierte de la publicación inminente ni consolidará las ventas tempranas del disco al que debe apoyar, no generará un aumento de la atención de los medios de comunicación sobre el artista cuya campaña se reducirá a girar y dar entrevistas en radio y prensa por el disco (no el single). Creo que el videoclip, homenaje claro a las películas de terror de cierta década, tiene algo muy hábil en su plasmación que es el arrebatar a la coletilla “suena muy ochentas” cualquier tipo de contenido siendo dicho comentario sobre la música tan profundo en su poder de observación como “canta una chica”. Viendo las últimas entregas de su video diario promocional (4, 5,6), creo que el momento que más me ha llamado la atención es cuando la quinta entrega comienza como una parodia de “Los Vigilantes de la Playa”, pero mientras continúan con la broma uno puede escuchar perfectamente como se sabe de memoria la canción de cabecera de la serie. Esa relación casi naif con materiales considerados como “guilty pleasures”, en la que se simpatiza con unos gestos estentóreos, grandilocuentes, teatrales de una música que refleja sin ambigüedades ciertos valores neoliberales como la creencia en la capacidad ilimitada de la acción del hombre, la individualidad de este como garante de las libertades democráticas o la exposición y subrayado de la interioridad como una aplicación práctica de la anterior, no necesariamente como continuación de estos pero sí en la aparente ceguera que creaba dicha inagotable fe en si mismos, tanteando con ese trasfondo para elaborar una toma personal en la forma de hacer ahora mismo, de tener una carrera siendo creativo, siendo “cool”. Pero al menos esa ambigüedad, como las de otros grupos (las distintas visiones de la naturaleza que tienen por ejemplo Animal Collective o High Places), es algo que(me)resulta interesante.

Mientras trato de ponerme al día, iremos colgando algunas cosillas más o menos recientes. Sigamos con reediciones y otras cosas antiguas:

Resulta curioso como este artículo de Jace Clayton para Frieze sobre la búsqueda de discos antiguos de funk africano, afrobeat, etc. y la ingente cantidad de recopilatorios que se publican al respecto se complementa con este del Village Voice sobre los blogs que cuelgan discos o canciones de música africana.

Y mientras tanto, Strut Records mirando al otro lado del Atlántico.

Hum…Sasha Grey…






Then, there was Murahatchibu, whose name jeans literally ‘social ostracism’, cut off from the community, sent to Coventry, utterly ignored. Two hundred years ago and more, to be the victim of murahatchibu in Japan was to face ruinous disaster, and nobody dared stray out of line for fear of its being implemented. The name comes from mura or village, and hatchibu, which means 8-out-of-10. According to ancient Japanese farming laws, people in a rural community came together in ten different ways to help each other. Victims of murahatchibu lost eight of those ten social privileges. A funeral was still guaranteed, and your community would come to your aid if your house was burning down, but even that was only to prevent the fire from spreading to everyone else’s houses. For the other eight things, victims were entirely on their own: 1) nobody could attend your family’s weddings, 2) no one acknowledged your growing children at coming-of-age ceremonies, 3) no one helped if your family was struck down by illness, 4) there was no help in the building of a new house, 5) no aid if the house flooded, 6) you were not allowed in the local temple during the anniversaries of loved ones, 7) no help was given to those moving house, 8) and no help was given to women of your family giving birth. In naming their band Murahatchibu, these guys were not taking the easy way out. But, then again, their other choice for a band name had been Nanashi No Gonbe (The Nobodies without a Name)…

Julian Cope en la página 117 de su “Japrocksampler”.

En el número de agosto de Spin, aparte de artículos sobre los Black Kids o My Bloody Valentine por Simon Reynolds, hay un artículo (que no he leído) que trata de explicar el presente de D’Angelo, y hace una revelación increíblemente sorprendente dentro del mundo de la crítica musical: la culpa de todo la tienen las mujeres. Al parecer, por aparecer semidesnudo en un videoclip su publico cambió, y las mujeres (aquellas mismas que durante el siglo pasado mancillaban el prestigio de la música culta con las tonadas que compraban para entretenerse mientras aprendían a tocar el piano, aquellas que nunca formarían parte de los integrantes de las orquestas porque arruinarían el sentido auténtico del arte, aquellas de las que se decía que donde comenzaba su gusto acababa el buen gusto) en sus conciertos le pedían (gritaban sería más lógico) que se quitara la ropa para enseñar la tableta de chocolate. D’Angelo se deprime por sentirse usado y comienza a tomar drogas. Ya se imaginan el resto. No tiene nada que ver que otras integrantes de generación como Lauryn Hill también esté ahora medio zumbada o que gente como Common o Alicia Keys sean contradicciones andantes.

Prefiero leer este artículo sobre Kaija Saariaho, cuya música, (post) espectralista, resulta más interesante, extraña y emocionante (no en el mismo sentido visceral) en el New York Times.



No he leído todavía el nuevo número de The Wire, aunque el artículo sobre Ghedalia Tazartes quiero leerlo en cuando tenga un rato (otro compositor cuya música me impacto mucho hace unos cuantos años, aunque hace casi el mismo tiempo que no la oigo), pero mi momento favorito por ahora es la crítica donde reaparece Ian Penman hablando sobre el nuevo recopilatorio de Basic Channel.




Admito tener el primer volumen de los recopilatorios de Wax Poetics desde hace unos meses. Me he detenido en el grano de las fotografías, en el estilo de las ilustraciones de los artistas representados, en el tacto de las hojas, en su formato amplio pero manejable, su cubierta dura (y el único anunciante que ayudó a financiarla), la sensación de solidez y peso que transmite el ejemplar susurrándole a uno que está hecho con el corazón y para durar, su maquetación distinta a la de los artículos originales animada para un libro pero en el fondo tirando a lo clásico más que a lo moderno, en las páginas donde cientos de portadas de un artista o productor se reproducen a escala sin comentario alguno una detrás de otra como un catálogo o un álbum de cromos, lo seductor de aquellos contenidos que uno conoce pero sobre los que siempre ha querido leer más o lo suculento de aquellas referencias que uno desconoce en un mundo donde parece todo ya dicho (aunque uno quizás preferiría más artículos en profundidad y ahorrarse alguna lista de famoso invitado con sus oscuridades favoritas), la promesa de unos textos próximos al gran periodismo que además de aunar ingentes cantidades de información y pasión posean calidad literaria en un mundo de hojas de prensa infladas, la satisfacción del lector por un tratamiento a la altura de sus expectativas de unos nombres tan ignorados o maltratados en la prensa musical convencional, lo positivo de saber que los autores no son unos advenedizos sino figuras curtidas muy próximas a la realidad de los gustos de uno y su mundo de experiencias y relaciones, en fin, la confianza y el confort que uno tiene cuando se sabe de antemano que se obtiene aquello por lo que se ha pagado. De hecho, varias veces simplemente me he deleitado navegando de principio a final del recopilatorio observando el paisaje mientras su caudaloso flujo de contenidos me hace pasar por todos y cada uno de sus meandros. Me gustaría poder recomendarlo con la mano apoyada sobre el pecho en el lugar del corazón, pero todavía no he leído ni uno sólo de los artículos. Cosas del fetichismo. Seguramente compraré el segundo sin pestañear cuando tenga ocasión.



Pese a lo mucho o poco interesantes que sean los videoclips promocionales (los otros dos: 1, 2 ) para el nuevo disco de Jah Cure en un sello rock norteamericano, admito que lo que más me intriga del disco es la rumoreada colaboración con Enrique Iglesias.

Un artículo sobre Bo Diddley escrito por Ned Sublette.



Admito que además de menos ronca, la esperaba más Axl Rose.



Marit Larsen regresa este año con su segundo disco en solitario “The Chase”. Si el single de adelanto “If a song could get me you” sirve de indicio, podemos alegrarnos porque todo siga en su sitio. Sus melodías y formas siguen siendo claramente mainstream pero a la vez tremendamente íntimas, adolescentes, acariciantes, tímidas, cariñosas, preciosistas y bellas, siguen fluyendo con una naturalidad envidiable sin ningún tipo de tic visible. En la sección de amigos de su MySpace tiene a gente como Gillian Welch, Hanne Hukkelberg o Fiona Apple a las que también cita como influencia e inspiración de su propia música, no tanto como referencias sonoras obvias sino como modelos de mujeres que han sabido crearse un mundo sonoro propio en el que poder desarrollarse y crecer como personas sin ceder a las presiones de las compañías discográficas pero no necesariamente dando la espalda a un público masivo. Es un proceso que resulta bastante más complicado cuando toda Noruega (y bastantes países del mundo) te recuerdan formando parte de un dúo musical que compartía espacio con gente como S Club 7, A-Teens y similares (y no era tanto la música del grupo como la asociación con la época). Su anterior disco ya fue número uno en su país de origen y se llevó bastantes premios, así que los videoclips que están apareciendo del nuevo single tienen algo de gracia. Imaginen lo que harían en su caso si se encontraran con alguien tan “famoso” tocando en una frutería, las escaleras del metro o dentro de un tren.

"There's a wonderful French expression with no easy English equivalent, ésprit de l'escalier, and it's profoundly a writer's dilemma: the experience of thinking of something to say after the perfect moment to say it has passed. (The expression translates literally as "staircase wit" or "after wit"—the kind of wit that comes to mind as one is leaving, heading down the stairs.) Marker's artistic persona in his essay films is typically split between his identity as a spontaneous, roving cameraman and his identity as a writer thinking and reflecting much later about what he's shot. His essay films can be seen as waking reveries that finally permit him to join raw initial impressions with studied afterthoughts in an ideal sort of congruence—a marriage made in heaven, so to speak. This utopian control over the flow of time permits all sorts of mots justes that would never occur to anyone on the spot".

Fragmento de la crítica “On Second Thoughts (Marker’s The Last Bolshevik)” de Jonathan Rosenbaum, recogida en su libro “Movies as Politics”

Muere Isaac Hayes.

Me he enterado bastante tarde de la muerte de K-Swift (sucedió alrededor del día 20 del mes pasado). Cosas de estar de vacaciones forzosas con la familia en un sitio sin conexión de internet. Pero no deja de ser una noticia muy triste.

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