El Invisible Jukebox que The Wire hace a Kawabata Makoto en el número de este mes termina del siguiente modo:




“Our whole rock culture began from those kinds of misconceptions. But those misconceptions and the fantasies they allowed to exist have almost all gone now. Kids today grow up on J-pop and hardly listen to any Western music at all. In both a good and bad way, they’ve lost that yearning for something other”.

En Japón se comentaba que gran parte del éxito que había tenido el último recopilatorio de Namie Amuro se debía a que se había abierto paso hacia el público adolescente sin renunciar a su base de fans en la franja de edad entre los 20-40. Según comentaban, Namie fue portada en veinticuatro revistas de moda diferentes durante el mes de agosto. Cuando hablamos de revistas de moda, parece un todo homogéneo, pero no se, si uno compra dos o tres, no necesita otras que le parezcan más conservadoras, más marujas, más tibias, demasiado atrevidas, etc. Es decir, que podemos asumir que son audiencias distintas dentro de un mismo mercado. Así que Namie tiene que fragmentarse y transformarse para apelar a 24 públicos diferentes, 24 nichos. Gente que no sabía quien era a pesar de llevar años siendo popular, saliendo en revistas, programas de televisión y sonar por la radio. Veinticuatro espacios donde no existía.

Claro, también se podría decir que esta cantante gozó de una inmensa campaña publicitaria, que representa la asfixia temática que nos proponen como única realidad los medios de comunicación, que la posible “demanda” por esta artista como objeto de portada se debe a la reducción al mínimo de la “oferta”. Vale, olvidémonos de las divas y tratemos de imaginar un panorama donde todo el mundo visita blogs, foros y páginas webs que forman un (micro)nicho. Puede haber gente que se mueva entre varios nichos, próximos o lejanos como estrellas en una constelación, pero admitamos que se genera una inercia y la urgencia lleva a repetir las mismas informaciones, rumores y aquellos que son más visibles simplemente aparecen más. Alguna gente dice que sólo cuando Metallica saca un disco nuevo, todos los fans del metal escuchan lo mismo. Así que pueden imaginar el ejemplo parecido, de múltiples nichos donde han de aproximarse para ser percibidos.

En este ensayo (incompleto) se habla de las estrellas cinematográficas como originadoras de imágenes, en el sentido de que imaginamos no se, a Megan Fox como un conjunto de sus estrambóticas declaraciones, sus fotos en revistas masculinas, sus apariciones en estrenos y fiestas promocionales, sus entrevistas en televisión, sus tomas falsas en DVDs donde sale su yo “real”. Pero toda esta unión de fragmentos raramente sirve para comprender a la persona, sólo nos sirve para construir su imagen pública (o apropiarnos de su vida privada con dicha excusa). En ocasiones pienso si los lectores de este blog temerán acceder a la página y encontrarse otra entrada sobre alguna chica Disney. Otro texto rajando sobre la música indie. Otra entrada farragosa en la que parece querer decirse todo pero nada queda claro. O al menos esa es la percepción de la continuidad que tengo sobre mi blog. No quiero decir que no existan otras muchas cosas distintas pero parecen menos intensas. En el caso del primer ejemplo, resultaría bastante fácil hacer un número de entradas como el actual dedicándose en exclusiva a ello.

En una entrada más o menos reciente de su blog, Simon Reynolds citaba a Foucault y Braudillard con motivo de este artículo sobre los trolls de internet. En particular le fascinaba la idea de un “panopticon a la inversa”. Abajo ponemos una descripción del contexto y el comentario del propio Foucault en “Vigilar y Castigar”. Es fácil extrapolar que para bien o mal, este motivo conecta con las anteriores ideas expuestas de la estrella cinematográfica, los nichos, etc. y que puede funcionar para bien (uno se entera el primero de cuando sale un disco, hay una actuación, una entrevista, etc.) o para mal (uno sufre tal aluvión de rumores, declaraciones gruesas, malas actitudes, que uno pierde de vista al artista y comienza a verlo como un personaje de prensa rosa). El caso es que vemos este fenómeno de fragmentación, de desaparición de la monocultura, como un proceso que se está desarrollando. Quizás la idea interesante sería ponerse en la piel de alguien que no ha conocido otro modo, sin la idea paternalista de lo triste que debe ser su vida, la cantidad de basura que debe estar tragando, la verdad está en las bibliotecas o demás zarandajas moralistas. Si este es simplemente el único proceso que existe en la actualidad, si esta es la única manera de “movilizar” nichos, ya sea de manera positivas con contenidos, ideas, intercambios de opiniones formadas o lugares de abuso, chismorreo, choteo, donde los temas sólo se pueden tratar bajo las normas no escritas con las que se mueve la comunidad con la inercia de sus costumbres, con o contra las ideologías dominantes en estas.

No demasiados días atrás, en una determinada rama de blogs surgió la agria discusión de si los grupos indies españoles no vendían porque eran unos vagos. En otra rama distinta, en la revista “Word” se publicaba este artículo sobre si las futuras estrellas del rock deberían tener la fantasía de hacerse ricos con la música. Una de las respuestas al artículo resonó con la serie de inquietudes que tenía o tengo sobre el tema. En ella se decía que se podía ser una estrella sin depender de las ventas físicas o digitales de formatos musicales o sin la necesidad de giras, como hacían en Japón, donde simplemente las estrellas aparecían omnipresentes dedicándose a cualquier labor: ser despertados en mitad de la noche por sorpresa para descubrir como eran al natural, participar en programas culinarios cocinando, sirviendo de imagen para múltiples campañas promocionales de distintas compañías, aportando glamour con su presencia a estrenos cinematográficos, haciendo de presentador en un talk show, etc. Simplemente, allí no existía el concepto de “venderse” al sistema. Por ejemplo, creo que el videoclip que más me ha hecho pensar este año es este de Perfume, donde lo único que debería añadir que los decorados eran los mismos que se podían encontrar en la página web comercial de la compañía, como diferentes lugares dentro del mundo de fantasía de la imagen de la marca:



Es brutal: maniquíes que sólo se animan al consumir el producto (helados recubierto de distintos sabores recubiertos por una capa de chocolate tan fina que se derrite al contacto del calor de los dedos y necesita de ese “palito” para que su consumo no resulte embarazoso en público), escaleras ascendentes hacia la liberación, la marca siempre por encima del grupo y no como un añadido de este. Pero, desconociendo los datos económicos del acuerdo, esta misma marca era la patrocinadora de toda la gira del grupo por Japón, y seguramente la red que permitió al grupo poder afrontarla. Así que es un mal “menor” que debe asumirse para gozar de una cierta libertad para poder decidir lo que hace uno. Es decir un grupo indie no se puede permitir hacer una gira si no hay salas, no hay público o no hay contratos que les aporten el suficiente beneficio como para poder prescindir de otros trabajos remunerados. Pero claro, este es un aspecto económico que nos parece decir que si uno no cree en el capitalismo no hará nada. Pensemos por un momento que el sistema no es el económico sino el cultural, el fenómeno del que estamos hablando. Seguramente no hay diferencia, pero es el proceso y el modelo en el que desarrollamos nuestras existencias, y al menos sería interesante saber hasta que punto, cualquier otro intento no ha sido “incorporado” dentro de esta maquinaria imparable.



Quizás los dos discos que más me han hecho pensar este año han sido uno de Toshimaru Nakamura (donde de un instante a otro, pasaba de estar escuchando algo que me parecía soberbio a creer que el disco era un ejemplo del traje del emperador) y el de Danity Kane. De las segundas, llevo meses tratando de explicarme cual es la fascinación por un grupo que debería odiar desde las entrañas, sin sombra de dudas, por cada uno de los rasgos y patrones de su comportamiento: su consumismo, su necesidad de decir la última palabra, su necesidad de incluirse en aquello que la sociedad considera exitoso, su concepción del amor como un complemento más necesario para ser un ciudadano de bien, su acumulación, abuso y sobreexposición de trucos y manejes para mostrar su profesionalidad, su capacidad, su talento. Unas chicas que resultan difíciles de reconocer de un videoclip a otro, en el periodo de un año, por la cantidad de retoques que se han hecho. Un grupo sobre el que si se hace caso a la rumorología, lleva guardaespaldas no para proteger al grupo del público sino de ellas mismas cuando se quedan a solas. Cuyas canciones son una sucesión de tópicos (el último disco tiene un barniz conceptual inspirado en las casas de muñecas y obviamente todas las historias giran sobre lo que hacen dentro y fuera de esta casa, en que habitaciones y posiciones), un desorden y un estropicio de recursos. Y sin embargo, algunas de las canciones que más he escuchado este año son suyas, para mi sorpresa. Pero no sabría definir cuales son las razones por las que sigo volviendo. Si, Ryan Leslie aportó temas al primer disco y Danja, y sobre todo su ingeniero de voces, llenan gran parte de este segundo. Quizás mi fascinación se debe al exceso, a la necesidad de incorporar elementos, hacer barrocos sus arreglos, mostrar el estado de la tecnología actual. Pero no me parecen razones de peso.

Lo extraño del asunto es que antes de mi revelación eran un grupo “opaco”. Conocía las referencias (formadas en el programa de MTV “Making The Band”, en el sello de Puff Daddy con todos sus tejemanejes, peleas, éxitos, etc.) pero no me interesaban y resultaban una referencia secundaria, que se podía obviar. De hecho bajé el primer disco por escuchar los temas que producía Leslie y al ver que no eran su mejor material el disco acabó en la papelera sin haberse escuchado. Así que simplemente no entendía la animosidad que se demostraban hacia ellas, cuando resultaba tan evidente que eran un producto. Creo que comencé a reparar en ellas cuando su nombre siempre salía de los labios de los haters en comentarios sobre temas relacionados sobre Cassie. Ya saben: “esta tipa no sabe ni cantar y la compañía invierte cientos de miles de dólares en lugar de hacerlo en Danity Kane”. Para mi la cuestión era diferente: me gustaba la música de Cassie y no la de Danity Kane. Pero se movían dentro de las mismas comunidades y una recibía palos durísimos mientras las otras eran “role models”. Por citar mi desconcierto al respecto, cuando encontré este artículo en Perfect Sounds Forever sobre “The Hills”, un reality de la MTV, que me parecía tal bobería, tal obviedad como para no malgastar ni un solo segundo de mi vida en él, lo que pensé era como había decaído dicho webzine, no necesariamente de que estuviera respondiendo de manera crítica a un nuevo terreno.

Cassie y Aubrey O’Day se sucedieron en la portada de la revista Complex durante los meses de septiembre y octubre, en sendos reportajes fotográficos más o menos eróticos, grotescos, explícitos o inspirados en la estética del calendario de taller. Las entrevistas supongo deberían ser las típicas en estos casos, un diálogo que no aporta nada y se olvida tras leerlo si es que se lee alguna vez. Pero en este caso cumplían una función: ser un semillero de posibles comentarios en blogs y comunidades. Además de manera descarada se recogían ideas y rumores de estos como tema central. Quizás esto sea la cumbre del proceso de aceleración del news cycle, los espasmos de atención cada vez más breves del consumidor enganchado a estas realidades virtuales, a estas comunidades, a estos nichos, el borrado de cualquier memoria reflexiva y la instauración de una nueva caverna de Platón donde los encadenados aplauden cada detalle que reconocen de las sombras proyectadas. Este es un fragmento de la entrevista a Cassie:


The Internet helped launch you, but it’s also home to extremely harsh anonymous shit-talkers. How do you feel about that?
Cassie: I love it.

You do?
Cassie: I do. It’s ammunition. I used to be really offended by it. It didn’t motivate me before; I didn’t get that concept. I get it now. At this point, the ridiculousness of the Internet and the things that people say—it’s funny.

Like you being pregnant?

Cassie: I’ve been pregnant three times by way of bloggers. I’ve never been pregnant in my life. I wish they would name their sources so I know who they are.

What’s the harshest thing that’s been said about you?
Cassie: “She’s fucking for checks.” I don’t fuck for checks—I’d rather live on the street.


Y este es un ejemplo de lo que encuentro repulsivo en Danity Kane:



You seem to like to talk about sex.
Aubrey O’Day: I love porn.

You love watching it?
Aubrey O’Day: Totally. I watch YouPorn.

Do you have a favorite star?
Aubrey O’Day: Jenna Jameson, obviously.

Is it weird watching your BFF?
Aubrey O’Day: I watched her before she was my BFF, I don’t watch her anymore. I was actually masturbating one night to, like, Anal Sex Compilation #3 or whatever, and she was in it and I was like, “Oh no!” I had to turn it off. It was horrible. [Ed.—Jenna famously only lets men in the front door, so we’re guessing Aubrey’s a little confused about the title. Up and Cummers #11, maybe?]

Guys are always curious about girls and porn.
Aubrey O’Day: I usually watch black guys doing white girls, that’s my little fetish, even though in real life race isn’t a factor for me. Really, I’m more turned on by watching the girls than the guys. I love someone who looks like they’re really into sex.


Como en un caso, una participa, tiene que verse incluida en la promoción, mientras para la otra es una plataforma de proyección, una manera de acaparar la atención sin motivo alguno (el disco del grupo se presentó en febrero, el de Cassie estaba programado para septiembre).

Estoy en casa de mis padres y tengo que esperar a que mi hermano me recoja después de trabajar con el coche para llevarme a donde estamos pasando las “vacaciones” durante el verano. Ha cambiado de compañía y ahora con la conexión a internet también tiene televisión. Me da tiempo a ver la nueva temporada de “Making the Band” en la MTV. En esta ocasión no es un reality que gira en torno a la idea del concurso de talentos (descubrir quienes formarán el grupo, reaccionar ante el favorito) como excusa para el cotilleo y el comentario. Es la interacción y la grabación de los grupos y artistas en solitario que han surgido en las anteriores temporadas. Así que Danity Kane están de vuelta. Aubrey con mayor vistosidad, y las demás con distintas intensidades, se comportan como uno pensaría que lo haría Paris Hilton. Aunque me resultan simpáticas las “malas mujeres”, y efectivamente me caen simpáticas, pienso que son gente que no me gustaría conocer en mi vida real. Y quizás el problema está aquí: en que la mayor parte de la “admiración” es simpatía hacia cosas que respetamos o conocemos (su trabajo, gustos, opiniones, referencias políticas, culturales, ser compañeros generacionales y compartir unas referencias en lo personal), valoraciones al respecto. Pero aquí no importa eso. Simplemente se debe aparentar, y se tiene que estar ahí. Se debe conocer todo, tener siempre una opinión. Sí, pura basura sin respeto hacia los seres humanos, un todo vale por continuar con la ficción en la que uno proyecta sus anhelos. Pero mi mirada nota una contrariedad, pero no se comporta de manera distinta a como lo hago con aquello que si me gusta. Podría argumentar que esta es una deformación debida a mis gustos “dudosos”, pero no lo creo. Corrientes de información, microfama, opinadores profesionales, gente que ha de corregir a alguien, trolls se pueden encontrar en todos lados. Es notable como la presencia de comentarista en Dissensus ha bajado después de que algunas voces resultaran demasiado visibles y otras se cansaran de tratar de hablar de cosas distintas sin respuesta alguna. O como en otros foros, las listas al final del año se componen en un alto porcentaje de aquellos discos que las voces más visibles han estado comentando. Y no hay ninguna diferencia entre la sección de comentarios en Stereogum o en un vídeo de YouTube. Siempre puedes encontrar grupitos que quieren marcar tendencias o con los que se debe comulgar en mayor o menor medida para tener algún futuro dentro de esa comunidad.

Y eso es todo. Estas son mis inquietudes. No tengo respuestas. No creo que ignorarla, salirme del círculo, sea la solución. Eso es ignorar el problema, creer que el estado anterior todavía existe.

……………………….

Según un diccionario de filosofía continental que ya hemos mencionado en ocasiones anteriores:

"PANOPTICON The name Jeremy Bentham gave to his architectural design for a new kind of prison, a penitentiary where law-breakers could be kept under surveillance and supervision while they reflected on their errors and became rehabilitated for future participation in society. The Panopticon was so named because it maximised the visibility of the prisoners. Each prisoner was to be kept in a small cell on the outer ring of a circular building. Walls between the cells were solid, but the back and front were merely barred, allowing for the prisoner to be backlit and thus visible at all times to a guard posted in a centre tower. Consequently, the Panopticon was economical; one single guard could ‘see all’, that is could keep watch over scores of inmates simultaneously, thus minimising the cost of running the facility. In fact, since the central observation post could consist of a tower with small slits for windows, it would be possible to dispense with guards altogether as long as prisoners still believed they were being watched. Foucault analyses the Panopticon in Discipline and Punish. He sees it as a herald and an emblem of a new kind of institutional power, one based not on direct intimidation and brute force but rather on constant surveillance and rigid disciplinary management of people’s time and self-presentation, a kind of power that grew and became dominant in Western society in the two centuries since Bentham’s invention, although with some modification now that dispersed databases can track behaviour in open society outside explicit institutions".

Y este es un fragmento del propio Foucault que viene tras una descripción de la estructura y las relaciones más evidentes que surgen con su aplicación:

"De ahí el efecto mayor del Panóptico: inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción. Que la perfección del poder tienda a volver inútil la actualidad de su ejercicio; que este aparato arquitectónico sea una máquina de crear y de sostener una relación de poder independiente de aquel que lo ejerce; en suma, que los detenidos se hallen insertos en una situación de poder de la que ellos mismos son los portadores. Para esto, es a la vez demasiado y demasiado poco que el preso esté sin cesar observado por un vigilante: demasiado poco, porque lo esencial es que se sepa vigilado; demasiado, porque no tiene necesidad de serlo efectivamente. Para ello Bentham ha sentado el principio de que el poder debía ser visible e inverificable. Visible: el detenido tendrá sin cesar ante los ojos la elevada silueta de la torre central de donde es espiado. Inverificable: el detenido no debe saber jamás si en aquel momento se le mira; pero debe estar seguro de que siempre puede ser mirado. Bentham, para hacer imposible de decidir si el vigilante está presente o ausente, para que los presos, desde sus celdas, no puedan siquiera percibir una sombra o captar un reflejo, previo la colocación, no sólo de unas persianas en las ventanas de la sala central de vigilancia, sino de unos tabiques en el interior que la cortan en ángulo recto, y para pasar de un pabellón a otro, en vez de puertas unos pasos en zigzag; porque el menor golpeo de un batiente, una luz entrevista, un resplandor en una rendija traicionarían la presencia del guardián. El Panóptico es una máquina de disociar la pareja verser visto: en el anillo periférico, se es totalmente visto, sin ver jamás; en la torre central, se ve todo, sin ser jamás visto. Dispositivo importante, ya que automatiza y desindividualiza el poder. Éste tiene su principio menos en una persona que en cierta distribución concertada de los cuerpos, de las superficies, de las luces, de las miradas; en un equipo cuyos mecanismos internos producen la relación en la cual están insertos los individuos. Las ceremonias, los rituales, las marcas por las cuales el exceso de poder se manifiesta en el soberano son inútiles. Hay una maquinaria que garantiza la asimetría, el desequilibrio, la diferencia. Poco importa, por consiguiente, quién ejerce el poder. Un individuo cualquiera, tomado casi al azar, puede hacer funcionar la máquina: a falta del director, su familia, los que lo rodean, sus amigos, sus visitantes, sus servidores incluso. Así como es indiferente el motivo que lo anima: la curiosidad de un indiscreto, la malicia de un niño, el apetito de saber de un filósofo que quiere recorrer este museo de la naturaleza humana, o la maldad de los que experimentan un placer en espiar y en castigar. Cuanto más numerosos son esos observadores anónimos y pasajeros, más aumentan para el detenido el peligro de ser sorprendido y la conciencia inquieta de ser observado. El Panóptico es una máquina maravillosa que, a partir de los deseos más diferentes, fabrica efectos homogéneos de poder".

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