Admito tener el primer volumen de los recopilatorios de Wax Poetics desde hace unos meses. Me he detenido en el grano de las fotografías, en el estilo de las ilustraciones de los artistas representados, en el tacto de las hojas, en su formato amplio pero manejable, su cubierta dura (y el único anunciante que ayudó a financiarla), la sensación de solidez y peso que transmite el ejemplar susurrándole a uno que está hecho con el corazón y para durar, su maquetación distinta a la de los artículos originales animada para un libro pero en el fondo tirando a lo clásico más que a lo moderno, en las páginas donde cientos de portadas de un artista o productor se reproducen a escala sin comentario alguno una detrás de otra como un catálogo o un álbum de cromos, lo seductor de aquellos contenidos que uno conoce pero sobre los que siempre ha querido leer más o lo suculento de aquellas referencias que uno desconoce en un mundo donde parece todo ya dicho (aunque uno quizás preferiría más artículos en profundidad y ahorrarse alguna lista de famoso invitado con sus oscuridades favoritas), la promesa de unos textos próximos al gran periodismo que además de aunar ingentes cantidades de información y pasión posean calidad literaria en un mundo de hojas de prensa infladas, la satisfacción del lector por un tratamiento a la altura de sus expectativas de unos nombres tan ignorados o maltratados en la prensa musical convencional, lo positivo de saber que los autores no son unos advenedizos sino figuras curtidas muy próximas a la realidad de los gustos de uno y su mundo de experiencias y relaciones, en fin, la confianza y el confort que uno tiene cuando se sabe de antemano que se obtiene aquello por lo que se ha pagado. De hecho, varias veces simplemente me he deleitado navegando de principio a final del recopilatorio observando el paisaje mientras su caudaloso flujo de contenidos me hace pasar por todos y cada uno de sus meandros. Me gustaría poder recomendarlo con la mano apoyada sobre el pecho en el lugar del corazón, pero todavía no he leído ni uno sólo de los artículos. Cosas del fetichismo. Seguramente compraré el segundo sin pestañear cuando tenga ocasión.

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