He dedicado el fin de semana a tratar de ponerme al día escuchando algunos discos de música experimental, cerebral, arisca o árida recientes o con algunos meses a sus espaldas que quería escuchar de hace tiempo. Uno de ellos era “Imperial Distortion” de Kevin Drumm. En la promo y en algunos comentarios o críticas que he leído, quieren vincular este disco con el “Ambient Selected Works II”, haciéndolo pasar como un disco de ambient “emocional”, melancólico, distante, perturbador, lleno de sugerencias e interpretaciones. Lo curioso, es que al primer contacto, en mi estado de ánimo tenso, el viernes, la música parecía completamente plana, sin arista alguna, extasiada en el proceso de búsqueda que llevaba a un montón de lugares comunes (el volumen, los ambientes sintéticos, las líneas de feedback apenas audibles como fogonazos en la memoria, el silencio, resonancias metálicas, drones monolíticos prolongándose durante minutos, la longitud de los temas alrededor de los veinte minutos, la necesidad del cambio, etc.). Posteriores escuchas resultaron en el mismo tipo de escucha desencantada. La escucha de “The Coral Sea” de Patti Smith y Kevin Shields, ponía más en evidencia el fracaso de la supuesta “emotividad” de la propuesta. Mientras me ponía al día leyendo sobre lanzamientos recientes de EAI, llegué a un blog en el que había dos críticas de dos recientes y distintos discos de Toshimaru Nakamura. Y las críticas eran monumentales en su grado de detallismo y sutileza de una música en la que aparenta no pasar nada. Además mencionaba como cambiaba su impresión de la música si la escuchaba en auriculares o con un sistema de altavoces de alta fidelidad que no machacara todo el rango de frecuencias en los sonidos más agudos. Supongo que debo contar una anécdota para ilustrar esto: en un foro japonés especializado, alguien pregunto a Sachiko M sobre un concierto suyo al que había asistido y en el que al parecer del autor del mensaje lo único que había hecho era encender el sampler y emitir un pitido durante una hora sin cambio alguno. Sachiko M contestó diciendo que si había cambiado, ya que había ido incrementando el volumen de este durante esa hora de forma considerable, así que si había UN gran cambio. Lo que quiero decir es que creo que el modo de escucha que practico con este tipo de música habitualmente (de forma pasiva, dejándome llevar por el flujo de los sonidos y su direccionalidad, como quien mira el paisaje en un viaje de autobús) es el equivocado. Quizás el adecuado sería uno de escucha más activa (y mis mejores experiencias con esta música son esas) con la música como una serie de acontecimientos que suceden en el tiempo. Quizás no sea nada tan serio como parece ni tan “profundo”. Al volver anoche al disco del señor Drumm, decidí escucharlo sin ideas preconcebidas, sin imponer un modo de escucha pop, experimental, emotivo, ya que este hombre está más en la constelación de la EAI que en la del pop o la electrónica. Y curiosamente es cuando el disco comenzó a funcionar y esta vez sí, provocando aquella emoción que se supone debía provocar. Aunque claro eso ahora es un efecto secundario, agradable y bien recibido pero…

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