Creo que este artículo de Ann Powers sobre el pop de Disney y Nickelodeon, es al menos interesante aunque se equivoca en muchos puntos. La coautoría de los jóvenes intérpretes es algo que viene de largo (en algunos casos en un requisito del contrato para que la compañía grabe las canciones y que las “estrellas” puedan sacar un pellizco en forma de derechos de autor además de los que les corresponde como interpretes) y que resulta dudoso como premisa, se me hace difícil pensar que los valores que proyectan estos chicas y chicos sean los propios cuando se parecen tanto a los que fomentan sus compañías o emisoras como Radio Disney que llevan educando a sus oyentes desde hace muchos años, igualmente resulta extraño otorgar como rasgo de personalidad la letra de una canción de un musical (dentro del musical) a su interprete, la idea del rock como una institución de rebeldía, no conocer el oscuro pasado de Demi y Selena etc. Pero al menos lo trata como algo digno de estudio, una variación más en el continuo de la música pop sean cuales sean sus virtudes y defectos, es decir como música en si misma y no como el precedente a algo “serio”. Creo que esta música tiene sus virtudes y defectos y se debería apreciar de acuerdo a ese contexto y al dominio de esas características formales, del mismo modo que el dancehall, las bandas de chicas, el metal o el indie tienen unos rasgos y códigos propios que significan mucho para el oyente cuando se conocen. Pero no comprendo el proceso de “madurez” por el que deben pasar para ser considerados como artistas “de verdad”. ¿Por qué uno debe renunciar a algunos de sus rasgos más interesantes para en el mejor de los casos comenzar a ser tomados en serio? Los chicos de Hanson dejaron su sonido inicial para incorporar la influencia de gente como Nick Drake y eso les llevó a ninguna parte. Scott Walker sería el caso contrario, de fenómeno pop al pop como lo pudiera haber imaginado Samuel Beckett, pero viendo el reciente documental, él no se arrepiente de su pasado ni de la gente con la que trabajó, simplemente vio que aquello no era lo que quería hacer. Eso sí, casi todos los entrevistados famosos en aquel si creían en el proceso de madurez y ruptura. A veces ese proceso parece al equivalente de córtate el pelo, búscate un trabajo, ten una hipoteca, forma una familia. Es lo “normal”. Por ejemplo, estos chicos australianos cosechan los mismos insultos y haters por su popularidad cuando su música es digamos, más sustanciosa pero sin alejarse de lo comercial y lo mainstream.


Operator Please - Just A Song About Ping Pong
Cargado por Wengistein

1,2,3,4

Claro que se les puede poner pegas y serían las mismas que al 95 % de los grupos primerizos, pero la energía y recursos que desprenden no son algo tan habitual. ¿Qué opción les resultaría más interesante escuchar: el grupo derivando hacia un mundo propio más complejo pero igual de radiante y singular o si se convirtieran en unos émulos de Tindersticks? ¿Por qué de todo el mundo de posibilidades de la música nos debemos conformar con lo establecido, lo conocido, lo que funciona?

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